Cuando entras en el mundo del periodismo, lo que buscas es contar historias, y hacerlo de alguna forma especial ya sea por la historia en sí, por dar voz a gente que no la tiene, por aportar un nuevo punto de vista, etc.
Cuando entras en un medio "importante", dejas de ser un periodista para ser un soldado. No buscas que se conozca la verdad, sino que se conozca "la verdad". Ya sea un medio con ideología abiertamente marcada, o un medio "que busca contar la verdad" (estos son los peores, porque tienen una ideología como todos pero no lo reconocen), tu labor pasa a ser la de un soldado en la trinchera de la información que busca arrimar el ascua a su sardina. Vendes tu ideología por tres platos de comida al día, cambias tus pensamientos por un contrato de tres meses. Mientras tanto verás a tus jefes en medios nacionales hablando de la independencia de tu medio mientras a la vez esbozas una sonrisa por la hipocresía de que se hable de independencia mientras trabajas en rebuscar en el historial del político rival para poder sacarle algo de mierda (a poder ser entre semana, que los fines de semana hay menos lectores).
Para fuera hablaremos de los papeles de Panamá, pero dentro tendremos diez becarios en una plantilla de treinta personas trabajando como una persona en nómina. Hablaremos de la crisis del periodismo, pero más te vale sacarme fotos bonitas de los inmigrantes subidos en patera, que den pena, que tenemos que atraer el click. Hablaremos de independencia, pero estaremos financiados por estamentos, organizaciones y asociaciones públicas estatales. Hablaremos de desahucios, pero primero miraremos qué banco es el acreedor, vaya a ser que nos tenga contratada publicidad (y si es así, ese desahucio pasa a ser un "incidente" del que intentaremos no hablar).
Sí, somos soldados de una guerra que juegan otros. Con una nómina, un contrato temporal y una dirección de correo electrónico a nuestro nombre, seremos estómagos agradecidos. A veces nos venimos arriba y queremos más, pero eso con la fiesta de final de campaña electoral se suele pasar (o qué pensáis, ¿que los partidos no nos invitan a cañas y no nos dan barra libre?). Y si la cosa va a más, un par de acreditaciones de prensa para un concierto y se pasa el berrinche. Aunque eso sí, luego, cuando no estés en mi trinchera, no vengas ni a pedirme una carta de recomendación, negaré que todo esto ha pasado. El silencio del pacto no hablado en el que volverás a recordar que no eras nadie, solo eras un puñal más necesario para llevarme mi objetivo. Más que prescindible; un lujo que me di para quitar del puesto al que no piensa como yo, al que no es de los "míos". O más bien al que se reparte el pastel conmigo.
Soldados de una guerra sin balas, tus disparos son 10.000 palabras al día. No olvides dirigirlas correctamente y a la yugular, no sin antes recordarte, por medio de algún programa de televisión preferentemente, lo independientes que somos en este medio. Pero no escribas de los fallos del nuevo presidente, que cabreas a la Junta y nos corta la nueva financiación 2016.
No culpéis a los periodistas "rasos", solo hemos sido prostitutas que nos hemos vendido sorprendentemente baratos. Nuestro error fue pensar que construíamos algo cuando éramos solo una cifra de un balance fiscal y que influíamos en algo que en realidad ni existía. Dame clicks y cuidado dónde pisas, eso es todo.