Es una frase un poco bestia quizás de decir y chocante para la población general. Pero esta quizás aparentemente categórica frase tiene un sentido.
Vayamos a un artículo cualquiera. Éste:
www.diariodeleon.es/noticias/sociedad/psoe-tacha-insulto-palabras-feij
El periodista de este artículo define el Aspergillus como un "virus". No, Aspergillus no es virus, es un hongo, y es un hongo muy virulento, mucho más interesante epidemiológicamente que las infecciones por virus herpes, virus varicela zoster, virus de ebstein barr, coronavirus, virus parainfluenzae, virus metapneumovirus, bocavirus, virus haemophilus, virus del chikungunya, etc...
La población general ha adquirido el muy erróneo concepto de que las infecciones que más nos importan son las infecciones víricas, es más, tiende a pensarse que toda infección grave esta producida por un "virus" como si "virus" fuese una palabra ominosa.
Cuando explicas que se ha aislado un microorganismo en sangre, quienes reciben la información no suelen tardar en referirse al mismo como "virus" o "bicho".
En este caso la mayoría de bacteriemias e infecciones graves que se ven en el hospital, en un 99%, son producidas por bacterias y no son "bichos". "Bicho" es una palabra muy desafortunada que se tiende a usar puesto que emplearla infravalora la verdadera gravedad de una bacteriemia o una infección grave en general.
Cuando uno aprende infectología, lo primero que tiene que aprender, lo más importante, lo prioritario, son las infecciones bacterianas porque son las que tienen mayor relevancia clínica y sobre las que podemos actuar, Ni qué decir tiene que los antibióticos, probablemente una de las pocas clases de fármacos que verdaderamente pueden curar, son sólo eficaces para las bacterias. Uno puede emplear un termino más general para incluir antimicóticos (hongos), antiparasitarios y antivirales que es "antimicrobiano" pero precisamente de estas 5 clases de antimicrobianos que expongo, las menos útiles con mucha diferencia son los antivirales, que no suelen curar nada.
La mayoría de infecciones virales son muy leves y autolimitadas (se resuelven sólas) y sólo unas pocas contadas y muy infrecuentes como los famosos filovirus (tipo virus ébola o virus marburg) o nuevas cepas de virus influenzae pueden afectar personas jóvenes sin antecedentes relevantes. La mayoría de infecciones virales graves se producen en pacientes debilitados (inmunodeprimidos o con mucha comorbilidad) y son contados, fundamentalmente citomegalovirus, virus influenzae (gripe), virus de la hepatitis, algunos retrovirus (tipo VIH) y en contados casos, herpesvirus. En cambio, una meningitis por neumococo o meningococo, que son infecciones muy graves, pueden producirse en personas jóvenes absolutamente sanas y son aquellas con las que, cuando se sospechan, hay que correr, el resto de infecciones virales graves admiten un manejo más pausado y, cuando verdaderamente se complican, es cuando existe sobreinfección bacteriana.
Las infecciones virales son importantes, sí, pero no son la prioridad. Y si es necesario repetirlo, se trate de un virus o de una bacteria, no son "bichos". "Bicho" es una palabra que puede infravalorar la relevancia de un proceso además de ser una palabra generalista que transmite la idea de "todos los bichos son iguales". No, no es lo mismo un Staphiloccocus aureus que un Escherichia coli que una Pseudomonas aeruginosa, que un Proteus mirabilis o un mísero Staphilococcus epidermidis, todas se tratan de forma diferente. Así que en vez de preocuparse por saber si una persona tiene o no un "bicho" habría que preocuparse por saber "cuál es el nombre del bicho".
No vale tampoco ir a urgencias y decir "me trataron con antibióticos" pero no saber qué antibiótico. No es lo mismo levofloxacino, que azitromicina, que amoxicilina, que amoxicilina-clavulánico (augmentine), que fosfomicina, que penilevel. El nombre del antibiótico es de extremada importancia y hay que saber lo que uno toma porque puede estar sometiéndose a presión antibiótica diferente e inadecuada si el antibiótico está mal prescrito porque es necesario recordar, que no todos los antibióticos son iguales. Es más, son extremadamente diferentes. Y si tenemos 20-30 años, no estamos demenciados y nos sabemos la alineación completa de nuestro equipo de fútbol favorito con el nombre de todos los jugadores africanos o asíáticos que pueda haber, tenemos entonces el nivel intelectual necesario para aprendernos la palabra "azitromicina" del mismo modo que nos aprendemos la palabra "Eto'o", "Messi", "Kanouté" o "Scheweinsteiger".
Así que deshagámonos de la increíblemente errónea idea de que "todos los virus son malos", de "tengo fiebre, prescríbeme antibióticos" o del "cómo es posible que todavía no sepáis qué bicho es" o lo que es peor, "si sabéis el bicho no tiene sentido que mi familiar esté yendo tan mal".