La década de 1980 fue una época de transformación para Hong Kong, una época en la que el bullicioso territorio se convirtió en sinónimo de prosperidad, cultura y rápido desarrollo urbano. Como territorio dependiente británico, fue un símbolo de modernidad en Asia, caracterizado por su vibrante política, su floreciente industria del entretenimiento y un mercado inmobiliario en expansión que captó la atención mundial.