Microrrelatos
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Está tratando con una dama

A la luz del amanecer, filtrándose tímida por la ventana, se compuso con esmero el vestido. Una de sus uñas limpió a la otras. Untó la yema de los dedos con saliva y alisó sus cejas. Cuando terminaba de ordenarse el cabello escuchó a los carceleros venir por el pasillo.                            Frente a la sala de interrogatorios, recordando el dolor, le temblaron los muslos. …
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El hombre objeto

El «no sirves para nada» nació de mi madre y se instaló conmigo para convertirse en una carga pesada que me lastraba el ánimo. Pero todo cambió la noche en que conocí a Tina y me llevó a su casa. Después de una exploración pasional de nuestros cuerpos y de dejarme sin fuerza alguna, ella me dobló en dos y abrió su armario. Ante mis ojos aparecieron otros hombres colgados en sus perchas y, cuando me colocó en la mía, supe que había encontrado mi lugar en el mundo. Según...
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Pan bajo los párpados

Si quisiera podría ir recorriendo todas las habitaciones e ir contando todos los azulejos y todas las fracciones de azulejo que van cubriendo el suelo. Podría abrir el gas de la cocina y al cabo de unas horas encender un cigarrillo. Podría cortarme los cabellos y echarlos a la tortilla. Degollar al periquito. Oler la pared, golpear la pared, pintar la pared. Mirar el mar, hervir las tortugas, comerme las uñas, fundir seis o siete velas, romperme la cara a macetazos, arrojarme por las escaleras... Pero como siempre, al final cojo la ventana y me la guardo en...
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Los descubridores

Cierta vez- de eso hace ahora mucho tiempo- fuimos visitados por gruesos hombres que desembarcaron en viejísimos barcos. Para aquella ocasión todo el pueblo se congregó en las inmediaciones de la playa. Los grandes hombres traían abrigos y uno de ellos, el más grande de todos, comía y bebía mientras los demás dirigían las pequeñas embarcaciones que los traerían a la playa. Una vez en tierra –ya todo el pueblo había llegado-, los grandes hombres quedaron perplejos y no supieron qué hacer...
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A la serpiente le fue tan bien vendiendo manzanas adulteradas que consiguió que al final le echasen la culpa al camello. Feindesland. 2005

menéame