Con la crisis, el emprendedor se ha convertido en un prototipo casi antagónico del empresario común, que continúa siendo sospechoso de ser un agente egoísta, tramposo, explotador y, en definitiva, falto de conciencia social. Este aparente consenso en torno a las bondades del "emprendimiento" no deja de ser tan falso como tramposo, cuando quienes apelan a las bondades del emprendedor son en realidad los que más obstáculos y dificultades ponen en su camino.
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