El 25 de marzo de 1924 el automóvil de Maude Bauer se averió en South Avenue; mientras se dirigía a la cabina más próxima un automóvil se detuvo y la mujer montó en él. Una hora más tarde aparecía su cadaver con dos balas en el pecho y en el cuello. Varias personas en Nueva York debían coincidir con la descripción del asesino dada por la Policía, pero a ninguna pareció afectarle tanto como a Harry Hoffman que además de encajar en la descripción no tenía coartada para la hora del crimen.
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