Suecia ha estado gobernada por una coalición de políticos liberales y conservadores. Como resultado, parte de su sistema sanitario ha caído en manos privadas. Oficialmente no hay vuelta atrás, pero desde hace meses los responsables de la Hacienda pública están intentando aplicar una subida a los impuestos que por norma abona la industria, en un movimiento que parece destinado a compensar la facilidad con la que se otorgaron en su día hospitales y centros de salud.
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