La ciudad sufre los estragos de la inestabilidad. La nobleza observa inquieta como el senado se sume en el caos, el gobierno comienza a ser imposible. La plebe y el ejército en cambio parecen aguantar mejor. Si morimos seguiremos siendo siervos del eterno emperador, bendita sea su obra, glorificado sea su cuerpo.
Al tercer día, un barco heresiarca trajo noticias sobre Aldebarán, habían cruzado ya Bora y estarían a estas alturas a punto de llegar a Evant.
Al cuarto día el Nebaris, buque del gremio de oro partió junto los heresiarcas de vuelta a su capital.
Al quinto día, el gran Sanatorio…