Levantas la mano y viene. Y si no viene, te sulfuras. Y resoplas. Y miras al que está sentado delante de ti. Vuelves a levantar la mano… y pasa de largo. Y te indignas, y farfullas “tssh, si es que son la leche. Me ha visto y no hace ni caso”. Cada noche encontramos escenas como esta en cualquier rincón del mundo.
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