Solamente es necesario forrar las paredes interiores del congelador con trozos grandes de papel de aluminio, de tal modo que quede todo el interior bien cubierto. Después, se calienta un poco de agua en una cacerola que tenga un tamaño indicado para caber en el congelador con la puerta cerrada. Así, cuando el agua empiece a hervir, se coloca la cacerola en el interior del congelador y se cierra la puerta. Tras unos minutos, se abre el congelador y se retira el hielo fácilmente con una espátula, sin esfuerzo ninguno.
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