A caballo regalado no se le mira el diente debió pensar el cabo Roger Foehringer. De ningún modo, y menos cuando hay un jeep norteamericano justo en mitad de la plaza de la villa alemana de Versbach, a las afueras de Wurzburgo. Un jeep del Ejército norteamericano con su conductor sentado en el capó y blandiendo un Colt 1911 reglamentario del calibre 45 y apuntando a todo el mundo. Foehringer, después de todo, un artillero de la 99ª División de Infantería norteamericana había sido hecho prisionero en la Batalla de las Ardenas.
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