Sylvester Stallone estaba sumido de lleno en la preproducción de la película Rocky III cuando decidió tomarse el boxeo en serio. Como su intención inicial era la de contratar a un púgil profesional para interpretar al nuevo rival de su famoso personaje Rocky Balboa, Stallone ideó un peculiar proceso de casting: contactar con algún peso pesado de élite para que intercambiase unos golpes con él, Stallone hizo llamar a Earnie Shavers. Y eso era una mala idea.
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