Como se quedó sin localidades, un fanático limeño de 24 años adoptó esa polémica medida para acompañar a su selección. "Las entradas se acabaron enseguida, y yo no podía quedarme afuera del Mundial. "Lo único que quedaban en la web de la FIFA eran entradas para discapacitados. Me fijé cuáles eran los requisitos para comprarlas: estar en sillas de ruedas, algo específico para mujeres y sufrir de obesidad mórbida, 35 de IMC, el índice de masa corporal. Me fijé la mía, estaba en 30 e hice cuentas. Debía subir 25 kilos".
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