Fue en el breve camino entre la estación de metro de Omonia y nuestro alojamiento cuando nuestra imagen de Atenas empezó a torcerse. Decenas de drogadictos en diversos pero generalmente avanzados estados de descomposición descansaban en soportales, escalinatas, aceras y parterres, algunos de ellos rodeados de sus propios excrementos, la mayoría con aspecto de haber tomado como divisa vital la cita a la entrada del infierno de Dante. Una imagen sacada de The Walking Dead que los que vivimos en la Europa esterilizada llevamos décadas sin ver.
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En Roma también consideran que las normas de tráfico son sugerencias