Aunque sólo son 585 kilómetros los que separan Ulán-Udé de Ulán Bator, el trayecto en tren puede prolongarse hasta 20 horas. El motivo: los exhaustivos controles de la frontera. Allí, entre los dos países, el ambiente se intuye tenso. Pasajeros y tripulación cambian sonrisas por nerviosismo. Se cierran cortinas, ventanillas y las puertas de los baños. Sin movernos de nuestra cabina, policías rusos primero y mongoles después; examinan pasaportes, equipaje e imposibles escondites de invisibles polizones. Aprovecho las horas sin paisajes para leer
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