“Tenía un pelaje sedoso que me atraía mucho y una mirada francamente sensual: era realmente única”, explica sin rubor el científico, que convivió con el animal en el Instituto Roslin de Edimburgo “en los años más felices de mi vida”. Wilmut reconoce que, como científico y como hombre, la ambición guía sus actos “y tras mi primer encuentro con ella quise más compañeras que fueran exactamente iguales”.
|
etiquetas: el mundo today , oveja , dolly , zoofilia , incesto , edimburgo