Tres canciones y, como mucho, dos bises. Este es el límite que los expertos marcan para cada ducha si se quiere contener el consumo de agua y el gasto energético de forma significativa. «Se acabaron aquellos álbumes dobles, conceptuales, de los años setenta, o aquellas óperas rock que no terminaban nunca: toca ahorrar», avisa Ana A. P. Star, especialista en ducha barroca y clásica. «La pausa entre el lavado de la cabeza y el del cuerpo entero para que el público salga a fumar es excesiva», añade.
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