Aquella mañana, cuando el ultrarracionalista me llamó para pedirme opinión sobre el último número de su revista, Homo Velamine, pensé en decirle que aquello era como pedirle a un médico que se interese por un tractor. Las imágenes que me enviaban, lo comprobarán ustedes, son terribles.Me intrigaba quién podría estar detrás de aquellas composiciones. Me divertía pensar en aquellos ancianos afanándose enalgún programa regulero de edición de imagen y recordando a Tiziano pintando a Carlos V a caballo en Mühlberg.
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