Esta Euro ha vuelto a ser un toque de atención. Lo hemos pasado bien, pero se hace cada vez más artificial separar lo que pasa en el césped de su contexto social. Cada vez que juega la selección inglesa, por ejemplo, hay un aumento de la violencia machista. Los tres jugadores que fallaron sus penaltis en la final recibieron ataques racistas. El fútbol ha vuelto a ser señalado como causa de heridas que son estructurales. Por Ignacio Pato
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