Hay dos canciones, una de 1972 y otra de 2004, que, a pesar de estar separadas por treinta de años de historia, hablan exactamente de la misma persona. Una es de Joan Manuel Serrat y describe a una chica educada por una nurse vesánica, típicamente británica que anda los domingos en la hípica y a las dos en José Luis. La otra es de Francisco Nixon y pinta el retrato de una moza que va a clases de sevillanas y se mueve por la ciudad en coches de tres millones. Una se titula “Muchacha típica”, otra “Adoro a las pijas de mi ciudad”.
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