Nada se valora tanto en un pueblo manchego como la riqueza léxica en lo que a insultos se refiere. También se valora que el forastero llegue con el dialecto de Delibes (en sus libros aparecen algunas palabras que ya solo se oyen aquí) aprendido de casa y que allí mismo se deje la d del participio y de pared. Importante: aquí se convierte en paer, con la fuerza en la a. No hay opción de decirlo de otra manera (sin acaparar miradas y cuchicheos). Nunca. Es posible que te engañen diciendo que el que llega de fuera tiene que pagar varias rondas...
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