Trabajo por dinero. Podría hacer otra cosa pero, a estas alturas de la película, ya solo sirvo para trabajar de lo que trabajo. Me gustan más las vacaciones que dar clase al mejor grupo de los que tengo. Mucho más la nómina que las palmaditas en la espalda por el buen trabajo que hago. Las felicitaciones, que vengan en papel de curso legal. Mi ego no necesita más que poderlo satisfacer invitando a la gente que quiero a comer, a disfrutar de una sesión de cine o, simplemente, a comerme la paella de los domingos. Eso es vida.
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