Aquí os traemos la breve historia del Santiago MataRojos de un pueblo de Huelva. Y es que, el malvado Lenin, además de adobar los bebés que su colegui/no-tan-colegui Stalin se iba a comer, recibió su merecido de manos del Santo Apostol (¡como no podía ser menos!). Vengan con nosotras y disfruten de una de las mejores fusiones entre religiosidad, construcción de alteridades y bizarrismo franquista. Santiago, cierra España y muera Rusia. Santiago Carrillo y amén.
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