La fama, en tiempos de redes sociales, Internet e influencers a la desesperada, cada vez dura menos. El arte, que podía perdurar décadas, ahora es un producto de consumo efímero. Vemos todos los días hasta qué punto pueden las personas prostituir su intimidad a cambio de fama y, por decirlo así, casito: es una cárcel del autoestima en la que todos vivimos encerrados. Y 'Sick of myself' es capaz de encapsular un sentimiento único del siglo XXI, entre filtros de Instagram y hacer todo lo que esté en nuestra mano por conseguir el éxito. Todo.
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