Hace poco más de siete años Wynwood era un lugar peligroso. Poca gente pasaba por este olvidado distrito de Miami que cientos de puertorriqueños habían hecho suyo. El ghetto puertorriqueño, sobrenombre con el que se le conocía era uno de los mejores lugares para buscarse problemas en la ciudad, sobre todo al caer el sol. Muchas fábricas cerradas y solares abandonados llenos de graffitis formaban el escenario perfecto para una película de terror.
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