Perogrullo no lo diría mejor, Rusia y ruso no es lo mismo. Pero como malagueño, nacido en Tánger por casualidad, educado en Paris por obligación y afincado en Murcia por elección me da la sensación de que estas cosas hay que puntualizarlas de vez en cuando. La aclaración viene al caso por las declaraciones de Vladimir Putin diciendo algo así como “el mundo sin Rusia no tiene sentido”, en román paladino “no me toquéis las gónadas que le doy al botón nuclear”. Vayamos al meollo de la cuestión. Rusia es un país lo que viene a ser una cosa inventada por los hombres trazando unas líneas en el suelo. Los rusos son unos señores que, por casualidad, viven en ese territorio. Ya sé que estas definiciones se pueden matizar hasta el infinito pero esa no es la cuestión. La cuestión es que cuando el señor Putin está haciendo las declaraciones a las que nos referimos lo que está diciendo es que si le borramos las rayas del suelo se lleva por delante a todo el personal. Y así, de pronto, ponemos una idea, un concepto o un símbolo por delante de las personas. Porque lo que señala Putin no es ni siquiera al territorio que actualmente se llama Rusia ¡el territorio físico no va a desaparecer! lo que puede pasar, y lo que le molesta digo yo, es que mañana pase a llamarse “Villatripas de Arriba”. Es muy poco probable pero no sería la primera vez que ocurre ¡Pobre Yugoslavia! Perdón, pobres yugoslavos que han pagado muy caro el cambio de denominación. Lo dicho, si el concepto Rusia, insisto el concepto, no el territorio físico, desaparece, me llevo por delante la humanidad ¡rusos incluidos! Putin dixit.
Ese proceso por el que algunos prohombres nos hacen creer que los símbolos están por encima de las personas es el que nos lleva a conflictos irresolubles. Porque, en la mayoría de casos, una guerra no resuelve un conflicto, lo pospone. Miren alrededor, los ejemplos en los que los símbolos desplazan a la gente se cuentan por decenas. Cerca: Cataluña por encima de los catalanes, España por encima de los españoles. Lejos: America first, La France aux français, y casi no me atrevo a hablar de religión. Tenemos que evitar caer en esa trampa cada vez que nos la pongan por delante. Es buen momento para volver a escuchar la canción “russians” de Sting “I hope the russians love their children too”.