Ninguna universidad compite con Oxford en la preparación de la clase política dirigente. En los últimos 90 años, Cambrige no ha dado ni un primer ministro, mientras que 13 de los últimos 17 han pasado por Oxford. Los estudiantes de clase alta consideran el estudio una disculpa, al que dedican pocas horas a la semana para establecer o mantener las relaciones que van a marcar su futuro, por supuesto, en el partido conservador. El culto al trabajo estaba mal visto entre ese grupito, en el que las normas no iban con ellos.
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