Para llevar a cabo el desmoche monárquico definitivo no hace falta atribuir irregularidades de forma inventada, como hizo la derecha cuando ganó las elecciones generales durante la II República para quitar a incómodos alcaldes de izquierdas, porque las andanzas poco morales y éticas, presuntos y no tan presuntos delitos de corrupción de miembros de la Casa Real, no están en el acervo popular por ser inventados, sino porque han sido demostrados.
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