Portugal ha dado un nuevo aviso. El ascenso de André Ventura no son solo coyunturales. En toda Europa, en todo el mundo, crece la desconfianza hacia unos partidos muy profesionalizados, con dirigentes que se perciben como movidos por la ambición personal y distantes de la sociedad, además de mediocres. Eso, y la desorientación de las izquierdas, explica el crecimiento de los populismos caudillistas.
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