No todos van con verduguillo, pero casi todos se lo han calzado alguna vez: una especie de pasamontañas negro, como de luto, que les comprime la cara, les hace menos humanos, menos reconocibles y, por tanto, más impunes. Con ETA presente encontraron su razón de ser. Ahora te puedes cruzar con un antidisturbios en el súper, sin darte cuenta. Llevan cámaras de vigilancia pegadas al cuerpo y usan porta granadas made in Israel. Unos pocos no salen de los despachos de las comisarías, que empiezan a incorporar tecnologías para la predicción de delito
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