Érase una vez un gusanito que vivía en un agujero en la rama más alta de un gran árbol. Este gusanito tenía un miedo terrible a caerse desde tan alto, por lo que sólo salía del agujero para comer alguna hoja y volver rápidamente a su escondite.
Un buen día, cuando estaba comiendo, una ráfaga de viento lo tiró de la rama. El pobre gusanito caía y caía sin parar mientras veía aterrado cómo el suelo se iba acercando cada vez más rápido, cuando de repente, un pájaro le atrapó en pleno vuelo con su poderoso pico, provocándole graves daños en varios órganos internos. Volando y volando lo llevó hasta su nido donde lo soltó a las crías que allí esperaban. Estas empezaron sin compasión a alimentarse del gusanito, con sus pequeños pero afilados picos, arrancándole dolorosamente trozos de carne y tejidos.
La agonía se prolongó durante varias horas, hasta que finalmente, el gusanito levantó la cabeza, ya sin ojos, y con lo poco que le quedaba de lengua dijo:
-"Gracias pajarito, por agarrarme mientras caía, me has salvado de una muerte horrible."
Y dicho esto, el pobre gusanito murió feliz y contento.