La agresividad y la competencia que tienen las grandes empresas tecnológicas es mítica. Como las moléculas luchando por los átomos se atacan y se defienden empleando al máximo posible sus recursos. Estos pueden ser tecnologícos, proponiendo cada día nuevos servicios y productos que consoliden su posición, económicos, fagocitando cualquier empresa tecnológica de buen ver o con una propuesta de innovación distinta, y políticos, aprovechando cualquier escenario posible para hacer lobby. Cuenta la historia que cuando Mark Zuckerberg adquirió...
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