Hoy he conocido a Dani. Otro loco de la fotografía venido de las tierras del Cid. Y hemos hablado de lo hermoso que es sentarse en el Valle para, simplemente, mirar a Toledo. Contemplarla, sin más. Y, de paso, hacer una buena instantánea que permita compartir con otros un poquito de lo que el cerebro experimenta cuando ve, escucha, huele, siente Toledo en estos momentos del amanecer. Toledo es una maqueta, me ha dicho. No le falta razón.