La abolición del trabajo - Bob Black - Epílogo de Julius Van Daal

Lo que no hay que confundir en cuanto a esclavitud asalariada y rechazo del trabajo

NO CONFUNDAMOS UN SALARIO SIN TRABAJO...

El subsidio de desempleo no es sino un avatar del salariado, e incluye todas las formas de asistencia pecuniaria “universal” ya existentes o contempladas, comprendido ahí el RMI9 de lujo que reivindican ciertos libertarios a los que no parece repugnarles mucho semejante forma de recurrir al Estado, y que, convertidos en reformistas, jamás habían soñado algo tan imposible...

El perceptor es un proletario que no tiene gran cosa que sabotear

Un salario sin trabajo es una limosna más o menos parca dispensada por el Estado y sus servicios sociales, cuando no por instituciones caritativas. Destinada a comprar la paz social a un precio ruin, la difusión de las prestaciones de subsistencia solo sirve para exacerbar la docilidad y la sumisión del “ejército de reserva del capitalismo”, ahora que los excluidos de la producción, expulsados del seno del paraíso mercantil por la deslocalización de la producción y la automatización de las tareas, proliferan como consecuencia de la implacable y sacrosanta carrera en pos del beneficio.

Todo salario comporta sus penas

Además de rematar la transformación de los pobres en deudos de los poderes establecidos, en muchos casos el subsidio de desempleo puede condenar al beneficiario a una ociosidad y deja al individuo sin recursos solo frente a esa uniformidad desestructurada que ha hecho de las sociedades humanas algo tan poco humano. Al inempleable se le arrojan unas migajas del gran festín de los privilegiados, cuyos fastos y oropeles puede admirar a través de la pantalla hasta lasaciedad. Es así, mediante semejantes dádivas, como se maneja a las manadas boquiabiertas de empleados subalternos y buscadores

Ingreso Mínimo de Inserción: Subsidio establecido por los socialistas a finales de la década de 1980 y destinado a los parados que no se benefician de prestaciones por desempleo (N. del t.). de empleo.

Mientras exista el dinero, jamás habrá suficiente para todos

Por definición, ese salario sin trabajo no puede existir sino en una sociedad estrechamente controlada por el Estado (que acuña moneda) y sometida al mundo de la empresa (que maneja dinero). En dicha sociedad, el dinero es a la vez el principal vínculo entre los individuos y lo que los enfrenta a todos entre sí. El culto triunfante de la mercancía alienta todos los egoísmos y justifica todas las mezquindades, y exalta el desprecio suicida de la vida y la renuncia a toda dignidad, a despecho de todas las gesticulaciones “ecológicas” y “éticas” del comercio y de la propaganda estatal. En tales condiciones, el montante de las prestaciones de subsistencia depende en gran medida tanto de las fluctuaciones de la tasa de beneficios como de las veleidades reguladoras de los dispensadores del maná. Alegando la crisis perpetua, estos tienen plena libertad para no conceder dichas prestaciones sino a aquellos indigentes que demuestren su sumisión por medio de toda suerte de bajezas. Para todo aquel que no pueda contar con el apoyo de una familia u otro grupo mejor parado, la opción es sencilla: hundirse en la decadencia moral y física o acudir a medios ilícitos de obtención de recursos, con lo que atrae sobre sí y justifica cada vez más la presión de las fuerzas del control y del encarcelamiento.

...CON UN MUNDO SIN DINERO.

En un mundo liberado del asfixiante abrazo de la economia, la creación de riqueza será la obra de grupos de afinidad de todas las dimensiones regidos por los principios –simples o refinados- de la asociación heterogénea, y constituidos en redes planetarias que trascenderán las barreras lingüísticas y étnicas como mejor les plazca.

Cuando los corderos rabiosos se hayan zampado a sus pastores

Por espinoso y escandaloso que resulte, es indudable que el desmantelamiento del sistema que nos tritura que los nebulosos proyectos de salario universal, y tampoco cabe duda que la sociedad resultante sería incomparablemente más fecunda y evolutiva. Su fundamento reside en lo que nos han legado de sólido y grato las comunidades antiguas: la ayuda mutua, el desinterés y la armonía con la naturaleza. Por poco que los dominados refunfuñen ante su inmolación y salgan de su resignación, esa conmoción podría producirse en respuesta a las penurias y las calamidades ecológicas que amenazan con transformar la civilización de la mercancía en un campo de ruinas dominado por la barbarie.

Dejaremos de estar doblegados bajo el peso del curro

En un mundo sin dinero y sin propiedad privada ni estatal, la esclavitud asalariada será suplantada por una actividad humana autónoma orientada hacia el juego y la comunidad. El amargo recuerdo de las humillaciones del salariado, no menos que la imprescindible vigilancia de los emancipados, impedirá que reaparezca. Comerciar con los frutos del esfuerzo y de la imaginación será tan intolerable como inviable. El reparto sustituirá al intercambio y el don al comercio. La riqueza, nacida del buen hacer y del saber estar, dejará de medirse y brotará de la intensidad de los momentos vividos. En ese mundo sin hipermáquinas ni megaestructuras, en el que toda tecnología engendrada por la búsqueda del poder y de la rentabilidad estará proscrita, la actividad humana no conocerá otro límite que el respeto absoluto por el medio ambiente que comparte toda la humanidad, pues la naturaleza será universalmente reconocida como la verdadera comunidad de las comunidades.

El gran juego de la disparidad de pasiones

En una sociedad liberada de las jerarquías económicas y desembarazada de la división social, la variedad de reglas de juego consentidas por la adhesión de los individuos a distintos grupos de afinidad aliviará a los seres humanos de la iniquidad y la brutalidad de las leyes penales, que solo sirven para someter y doblegar a los pobres. El carrerismo y los rencores recalentados que lleva aparejados, extirpados por fin, dejarán de trabar el desarrollo cualitativo de cada cual. En un mundo curado de la paranoia social, no habrá que temer ninguna monótona armonía universal ni tampoco ningún enojoso “fin de la historia” ... Será un baile incesante de pasiones intrépidas y de conflictos no rentables. La fuerza, el saber y la astucia ya no servirán para someter y explorar, sino para prodigar y crear.

NO CONFUNDAMOS UN ESCLAVO SIN AMO...

El corolario del tiempo de trabajo (que apenas se distingue del tiempo de “búsqueda de empleo”) es el tiempo de ocio y de consumo, ocupado por un estupor y una fatiga que prolongan e intensifican la sumisión... Ese tiempo, modelado de cabo a rabo por el comercio, se cuenta y se parcela, se vende y se compra, se repite y se vuelve a repetir, y a cada día que pasa, su discurrir lento y uniforme nos aplasta un poco más.

Pasotismo y sumisión 10

En grandes dosis, el pasotismo (el rechazo del trabajo que se limita a no colaborar con la marcha de los negocios) engancha al individuo a una inactividad mórbida vivida como negación pasiva de las obligaciones sociales. Semejante pérdida de contacto con la realidad, no menos que la aceptación complaciente del yugo del salariado, desemboca con frecuencia en gravísimos trastornos mentales y toxicomanías. Con tal de escapar tanto a las angustias de la hiperpasividad como a los tormentos de la hiperproductividad, otros parias, muchas veces apenas menos embrionarios, buscan consuelo en ineptas “actividades de ocio” que van del exotismo con diversas tarifas al hedonismo estandarizado. Otros, sin duda más generosos pero no por ello menos limitados, van de secta en secta afiliándose a absurdas creencias de las que acostumbran a ser más víctimas que beneficiarios... Sin embargo, y entre tantos prototipos de miseria “posmoderna”, la figura del “pasota”, ahora ya muy difundida, con su sucedáneo de distancia y sus mediocres placeres, se ha convertido en el paradigma más acabado del consumidor- espectador atomizado que no se siente engañado por nada pero se sabe resignado a todo.

10. A falta de mejor opción, hemos traducido los términos de argot francés glandeur y glandage por “pasota” y “pasotismo”, aunque conviene hacer notar que evocan muy de cerca nuestro muy hispano “rascarse los huevos” (N. del t.).

Los grandes ladrones mandan ahorcar a los pequeños

El “apáñatelas como puedas” individual permite a cada cual huir de las coacciones del salariado en la medida de sus posibilidades. Considerado desde ese punto de vista, sigue siendo una de las condiciones del mantenimiento permanente de una rebeldía tenaz en los márgenes de este mundo. No obstante, cuando dicha forma de subsistencia se ciñe a su propia lógica, a su arte exclusivo, sigue inscrita –a veces de forma todavía más implacable- en la “guerra de todos contra todos”, y calca sus rasgos de las conductas egoístas que priman en la economía de mercado y que son consustanciales a ella.

No trabajéis jamás... en vuestras desilusiones

En la práctica, el romanticismo antitrabajo que se alimenta del rechazo del aburrimiento asalariado en un lujo reservado a rentistas y depredadores, y a histriones y gorrones, personajes todos ellos que desempeñan brillantemente su papel en el orden actual del mundo. En los tiempos que corren, mitificar el rechazo del trabajo forma parte integral del conformismo moderno, transformado en la mezcolanza, muy edulcorada, de todos los anticonformismos de antaño. La moral debilitante del trabajo, tan arraigada y a la vez tan mitificada, no puede ser criticada de verdad si no es organizándose para existir e imponer la actividad humana autónoma.

...CON UN AMO SIN ESCLAVO.

Fabricar, demoler, jugar, combatir, amar, criticar, decorar, debatir, cultivar, irse de parranda, hacer bricolaje, emborracharse, inventar, viajar: he aquí algunas actividades, entre otras muchas, convertidas la mayoría de las veces en mezquinas e inmundas, vanas o nocivas, y que reducen la vida cotidiana a una sucesión de ritos serviles y de pequeñas vilezas. Solo el fin del salariado permitirá reanudar el contacto con las antiguas pasiones e imaginar nuevas hasta el infinito.

El arte de no hacer nada (tampoco hay que abusar)

Si la libre expansión de las pasiones vitales es el argumento social más sustancioso de la asociación heterogénea, sus movimientos están regulados por el tiempo del ocio.

La pereza, momento clave de la actividad cotidiana, se opone al pasotismo del esclavo ocioso en la medida en que propicia la lectura y la reflexión, los juegos lascivos y los de la imaginación. En una palabra: la autorrealización. La pereza une los encantos de la ensoñación a las ventajas del reposo y muchas veces determina la fecundidad de las aportaciones individuales a los juegos colectivos. Cuando una actividad es incesante y compulsiva, olvida pensarse a sí misma y no tarda en transformarse en una curro repetitivo y embrutecedor: los currantes empedernidos renunciaran a su libertad, tengan un patrón o no.

Sin avariciosos ni ratas viciosas

La dinámica de una sociedad comunitaria surge de forma natural de la ayuda mutua. A partir del momento en que la abundancia pasa de cuantitativa a cualitativa el reparto se convierte al mismo tiempo no solo en motor y fin de la actividad colectiva, sino también en su aglutinante más poderoso. En cuanto escapan a los dictados del mercado, las necesidades dejan de estar determinadas por la penuria artificial y de regirse por el cada uno a lo suyo. El secreto de la eficacia asociativa reside en la transparencia de las conductas humanas, para derrocar al sistema, los rebeldes tendrán que jugar de forma colectiva y conspirar a plena luz del día en toda medida de los posible. En otras palabras, tendrán que difundir la rabia de vivir.

Feliz aquel que, comunista, ha causado grandes estragos

Para emanciparse del trabajo y del dinero hay que criticarlos en actos cada dos por tres. Es lo que sucede en las luchas colectivas, siempre y cuando escapen al control de los burócratas y los politicastros. Es entonces cuando se esbozan comunidades factibles... nada más favorable a los encuentros que las situaciones persistentes de interrupción del trabajo, los grandes movimientos colectivos que doblegan de vez en cuando la altivez de los poderosos y quebrantan las certezas de los resignados. Ahora bien, atención: en esos momentos en los que lo habitual bascula hacia lo aventurado y la acción toma la delantera al discurso, la razón práctica se enfrenta a menudo a ideologías prefabricadas y ambiciones personales aferradas a ellas que sacan partido de los automatismos de la servidumbre voluntaria. Para desbaratar las artimañas de los aspirantes a caciques, los contestatarios tendrán que aprender a conjugar autonomía y coordinación, espontaneidad y estrategia, rabia y solidaridad.

NO CONFUNDAMOS LA CIBERNETIZACIÓN TOTAL...

Al ritmo al que se dirige hacia la robotización total, la producción podría dejarse casi completamente en manos de máquinas controladas por otras máquinas.

No hay técnicas neutras...

Los procedimientos de fabricación y las máquinas impuestas a los seres humanos a partir de la revolución industrial fueron perfeccionados y difundidos para permitir la máxima explotación del trabajo y el dominio de la mercancía sobre la vida cotidiana. El capitalismo está encarnado en dichas técnicas, que son portadoras de su proyecto de avasallamiento. El “progreso” técnico contribuye a crear de modo incesante necesidades artificiales carentes de otro motor que la avidez y de otro contenido fundamental que una vacuidad insoportable. Además, la innovación técnica, orientada exclusivamente hacia la rentabilidad, configura un modo de pensar que refleja la racionalidad puramente cuantitativa del mercado.Corrompida por el comercio, la ciencia, nacida de una exaltación del espíritu, ha acabado por envilecer.

Las técnicas alienantes sirven ante todo para extender esa monótona racionalización a todos los momentos de la existencia y hasta el último rincón del planeta. El paso de la automación a la robotización de los propios seres humanos, reducidos al papel nada envidiable de engranajes o de residuos y colocados completamente a merced del Estado y de la Empresa. ¿Cómo no ver que esta mutación ya está en marcha? Este funesto plan amenaza con despojar al ser humano de toda autonomía y de toda dignidad en el mismo momento en que el mantenimiento y el control de los sistemas robotizados escapan cada vez más al control de las capacidades humanas. Emancipado de las fatigas del trabajo, pero al precio de una sumisión absoluta y de la deformidad física y mental, el hombre no será el amo de las máquinas sino su esclavo apático, y solo valdrá para consumir y contemplar... antes de que se decrete su condición caduca y superflua, y acabe en el museo junto al iguanodonte, en el preciso momento en que la lógica de la sustitución del ser humano haya llegado al paroxismo.

¡Atención! Una utopía puede ocultar otra

Las técnicas y dispositivos vigentes en el dominio altamente estratégico de la comunicación presagian ese reino de la cibernética llevado al extremo. La multiplicación de prótesis electrónicas (teléfonos móviles, ordenadores portátiles y, dentro de nada, implantes cerebrales) pretende ante todo estimular los intercambios mercantiles pero también aumentar la dependencia de los “recursos humanos” del sistema. La invasión de los hogares por la telemática y la sobredosis de telecomunicación, alabadas como una profusión más o menos libertaria de redes autónomas, suponen ante todo unaiconolatría que aspira a poner todo lo viviente al alcance del ojo el amo y situarlo bajo la ubicua vigilancia de todos los poderes.

...CON LA EMANCIPACIÓN DE LA TÉCNICA.

Para que las aventuras de la humanidad no lleguen a su fin, lo que hace falta no es que volvamos a épocas más oscuras sino un vuelco en la selección de los conocimientos. Dado que dichos conocimientos constituyen el legado de las llagas de la industrialización a ultranza, una humanidad emancipada tendría que ingeniárselas para destruirlos y reconstruirlos a fin de crear condiciones propicias para que surja una sociedad multilateral en la que el conocimiento esté al servicio exclusivo de la comunidad.

Nada de oxígeno para los enemigos del oxígeno

Una sociedad emancipada tendrá que enviar al desguace al grueso de la hiperabundante quincallería capitalista, empezando por las máquinas más nocivas y más perjudiciales para la vida y la libertad de los seres humanos asociados en calidad de iguales. Por ejemplo, los peligrosos experimentos de los mercenarios de laboratorio que tontean con el átomo, las partículas y los genes se impedirán por todos los medios; también se desmantelarán las centrales nucleares

y la producción industrial de armamentos, los dispositivos de control informático de las poblaciones y el hábitat carcelario en el que se encierra a los pobres para aislarlos. Todas las técnicas cuya aplicación y desarrollo derivan de la primacía del dinero sobre la vida o de los imperativos del mantenimiento capitalista del orden caerán en desuso, lo que abrirá nuevos horizontes a la ciencia, que se volverá forzosamente más saludable para lo viviente en cuanto deje de estar enfeudada a la voluntad de poder de los gobiernos o a la inefable voracidad de los mercados financieros.

Que comience la fiesta...

La invención de una vida no mutilada sino equipada no entrañará retroceso alguno del conocimiento sino una fertilísima diversificación de los saberes que brotará espontáneamente de la actividad humana en cuanto esta se emancipe del salariado. Habida cuenta de la magnitud de los estragos causados y de la complejidad y peligrosidad de los equipamientos indeseables, en sí mismo ese gran desmantelamiento requerirá conocimientos y creatividad. Cuando la humanidad se reconcilie con la naturaleza, el buen hacer y el consumo de alimentos sanos y sabrosos dejarán de ser lujos para convertirse en las bases elementales de la puesta en común. La supresión de las especializaciones ampliará las ideas y desatará las imaginaciones. Y no obstante, la sagacidad de los inventores será tan admirada que éstos no buscarán sino favorecer los placeres de todos dentro del respeto por una naturaleza cada vez mejor documentada por la sed de conocimiento. De una producción a pequeña escala, razonada y apasionada a la vez, nacerán nuevos modos de difusión y puesta en práctica de una riqueza emancipada de la abstracción monetaria, fundada en el don y el contacto directo.Mientras aguardamos esa eclosión de saberes aún por definir, tanto para comunicarse de una punta a otra del planeta como para cumplir determinadas tareas indispensables pero que casan mal con el juego y la artesanía, habrá que utilizar las técnicas forjadas por el capitalismo, desviándolas astutamente de sus funciones alienantes...