La anarquía es la máxima expresión del orden. Élisée Reclus, "Développement de la liberté dans le monde" (1851)
"¡Es la anarquía! "La gente en el poder y los medios de comunicación utilizan ampliamente la palabra anarquía para describir el caos económico, político y moral de nuestra sociedad. El uso de la palabra anarquía nos haría creer que este mundo está en manos de fuerzas diabólicas que quieren derribar el hermoso edificio que pueblos disciplinados, dirigidos por Estados, han construido a lo largo de los siglos. Sin embargo, son los Estados los que comparten y gobiernan el planeta. A ellos les debemos el desorden económico en el que vivimos, es difícil crear mas caos y más horror que el que ellos mismos generan...
¿Quién puede seguir creyendo que el poder es sinónimo de organización? Los que viven del poder, ciertamente. Pero no los anarquistas. El caos institucionalizado, el poder y la esclavitud han tenido su día. Hoy en día, elegir el anarquismo es mostrar realismo y sentido organizativo.
Nuestros detractores (desde fascistas hasta marxistas y demócratas) nos ven como terroristas o idealistas detrás de la revolución. También están los que dicen defender el anarquismo, pero que abogan por una sociedad sin reglas, sin moral, sin restricciones, en la que se pueda hacer lo que se quiera. ¿Qué elección podrá hacer el ciudadano razonable entre las propuestas de los autoritarios de todo tipo que han demostrado su bancarrota, y las de los nihilistas de todo tipo que afirman que mañana lo afearemos todo gratis, resolviéndose todo con la supresión pura y dura de todas las instituciones puestas en marcha hasta ahora?
El pensamiento libertario engloba un proyecto de sociedad diferente a todos los modelos conocidos hasta ahora.
¿Qué es la anarquía?
Es el estado de un pueblo, y más concretamente, de un entorno social sin gobierno. Aparte de los anarquistas, todos los filósofos, todos los moralistas, todos los sociólogos, incluidos los teóricos democráticos y los doctrinarios socialistas, afirman que en ausencia de un gobierno, de una legislación y de una represión que garanticen el respeto de la ley y castiguen cualquier infracción de la misma, sólo puede haber desorden y crimen. Los anarquistas afirman que "la anarquía es la máxima expresión del orden".
¿Anarquía y orden?
Nuestro orden se basa en el acuerdo (el principio de Libertad, en contraposición al principio de Autoridad). Por el contrario, otras propuestas de organización de la sociedad - socialismo, liberalismo, marxismo... - siempre han concedido a una minoría privilegiada el derecho a gestionar la sociedad en lugar de los afectados y en su propio beneficio. Este modo de gestión tiene un nombre: el Estado. El Estado es la expresión política del régimen económico al que está sometida la sociedad. Permite y justifica la opresión y la explotación del hombre por el hombre: confisca el poder del individuo -en dictadura como en democracia (elecciones)- y pone este poder al servicio del capital (represión de los movimientos sociales, ayudas financieras...).
El Estado, a fuerza de su omnipresencia, acaba por sobreponerse a la sociedad y trata de hacer creer que la sociedad no puede funcionar sin él. Esta ilusión es tanto más patética cuanto que el Estado es, de hecho, un grupo social por derecho propio, desvinculado de las realidades de los individuos y de otros grupos sociales. Sólo sirve para mantener el orden (funciones legislativas y represivas) al servicio de los intereses de la clase explotadora, llámese patronal, burguesía o nomenklatura.
Se apoya en una moral degradante y humillante para el ser humano, apoyada en este sentido por la religión, que también legitima la explotación y la dominación, contentándose a veces con condenar sus manifestaciones más brutales, sin emitir nunca una crítica de fondo ni proponer otro modelo que el patriarcal, conservador, jerárquico y caritativo
Los anarquistas rechazan este modelo de sociedad, que es opresivo y explotador y niega al individuo y sus aspiraciones. Buscan por todos los medios demostrar que es posible y deseable vivir en una sociedad igualitaria, gestionada directa y libremente por sus distintos componentes: individuos, grupos sociales, económicos y culturales, y ello en el marco del federalismo libertario.
El rechazo de la autoridad.
El rechazo a la autoridad no apareció con las teorías libertarias. En gran medida les precede a través de los actos y actitudes de los individuos o grupos sociales. Algunos acontecimientos históricos nos lo recuerdan: por ejemplo, las revueltas de los esclavos en la antigua Roma, las revueltas campesinas de la Edad Media, el auge del Renacimiento, los filósofos de la Ilustración, la Revolución Francesa. Más cerca de nosotros, estas teorías ayudaron a desencadenar la Revolución de 1848, la Comuna de París, la Revolución Rusa y la Revolución Española. Todos estos son lugares y situaciones en los que la gente buscó aflojar o incluso abolir el dominio opresivo en el que se sentían atrapados.
Al situar estos acontecimientos en el contexto histórico y social que les dio origen, podemos ver que tienen el mismo objetivo: la mejora de las condiciones de vida, el reparto de la riqueza, el derecho al conocimiento, la educación, el bienestar, en definitiva, una aspiración a la felicidad. Estos movimientos de revuelta fueron en su mayoría aplastados (esclavos, campesinos, la Comuna de París), o recuperados en beneficio de una clase o un partido (la burguesía emergente en la Revolución Francesa, los bolcheviques en la Revolución Rusa), o desviados de su objetivo (los llamados monarcas "ilustrados" de la Ilustración). Porque a pesar del embrión de libertad que contenían, no eran lo suficientemente fuertes ni estructurados como para revertir el curso de los acontecimientos. Eran utopías en el sentido de que se atrevían a proyectar en la pantalla del futuro imágenes que contradecían las de su tiempo.
El legado.
Esta herencia filosófica fue teorizada y puesta en práctica en el siglo XIX, coincidiendo -no sin razón- con la aparición del nacionalismo y el estatismo.
En la actualidad, se reconoce que Pierre-Joseph Proudhon es el "padre" del anarquismo, el teórico del sistema mutualista y del federalismo, y el inspirador del sindicalismo obrero. Su influencia en el movimiento obrero fue real, ya que dentro de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) existía una corriente claramente proudhoniana.
El Congreso de Saint-Imier (1872) sentó las bases del anarquismo. Los delegados reunidos proclamaron "que la destrucción de todo poder político es el primer deber del proletariado", "que cualquier organización de un supuesto poder político provisional y revolucionario para llevar a cabo esta destrucción, sólo puede ser un engaño y sería tan peligroso para el proletariado como todos los gobiernos existentes en la actualidad...". ".
Estas ideas, tomadas de Michel Bakunin y de la Primera Internacional, seguirán presentes hasta nuestros días. Serán la prerrogativa de Louise Michel (Comuna de París), del 1 de mayo de 1885 (Estados Unidos), de Fernand Pelloutier (intercambios laborales), de las explicaciones del mundo de Élisée Reclus, eminente geógrafo, de Pierre Besnard (anarcosindicalismo), de Pierre Kropotkine y del comunismo libertario, de Paul Robin y su escuela libertaria de Cempuis, de Jean Grave y sus cuarenta años de propaganda anarquista, de Gustave Landauer fusilado por los soldados en 1919 por su lucha al lado de los Consejos Obreros de Baviera, Néstor Makhno y su compromiso con la revolución rusa, Sacco y Vanzetti, asesinados en la silla eléctrica por sus ideas, Erich Mühsam, poeta y dramaturgo alemán, que murió en un campo de concentración en 1933, Buenaventura Durruti durante la guerra española, Armand Robin y sus múltiples idiomas, por citar sólo algunos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, resurgirán y verán la creación de la Federación Anarquista Francesa, de la Internacional de Federaciones Anarquistas en el mundo; impulsarán la reconstrucción de la Confederación Nacional del Trabajo, anarcosindicalista, afiliada a la A.I.T., soplarán en las filas de Mayo 68 y de la contracultura, en el movimiento social...l’anarchie à el anarquismo.
Así, la anarquía es lo que imaginamos (la sociedad libertaria); el anarquismo es el movimiento social que persigue la realización del ideal anarquista. El anarquismo es una lucha incesante, en las formas más variadas, contra los prejuicios, el oscurantismo y el autoritarismo. Se basa principalmente en dos tipos de tareas: destructivas y reconstructivas. Las acciones destructivas consisten en socavar profundamente el principio de autoridad en todas sus manifestaciones, desenmascarándolo, combatiendo todas las maniobras con las que intenta rehabilitarse y sobrevivir de otra forma. Las acciones reconstructivas, a veces paralelas a las destructivas, pretenden establecer un funcionamiento federalista y una gestión directa. Para ello, se necesita una herramienta adaptada, una organización...
Organización.
La organización está en función del grado de concienciación, alcanzado a través de las discusiones, los debates y la confrontación de ideas, y en la acción. Cuanto mayor sea esta conciencia, mayor será la vitalidad de la organización. Para lograr una organización flexible y fuerte, que al mismo tiempo se ajuste al espíritu libertario, es necesario ir de la base a la cima, de la unidad al número, de lo particular a lo colectivo. Nos ponemos de acuerdo entre los individuos y los grupos sobre un conjunto de principios generales, de concepciones fundamentales y de aplicaciones prácticas (ver nuestros "Principios básicos"): es el federalismo el que permite a cada uno seguir siendo él mismo, evitar cualquier aplastamiento, conservar su autonomía, participar activamente en la vida de la organización, expresar su opinión. Tal organización deja a cada uno de sus elementos la totalidad de las fuerzas que le son propias, mientras que por la asociación de estas fuerzas, alcanza ella misma su máxima vitalidad. Acción.
La acción no es la agitación. Debe corresponder a un objetivo, la revolución libertaria, y a una estrategia, más coyuntural. A veces la situación social es temporalmente tranquila, otras veces se nos va de las manos. La organización debe adaptarse a estas diferentes fases. En cualquier caso, el lugar de los militantes anarquistas está en la lucha social, expresión de la lucha de clases, incluso en las llamadas luchas reformistas (lucha contra la precariedad, contra los despidos, aumento de los salarios, defensa de los servicios públicos...), con nuestras prácticas antiautoritarias y de acción directa (control y revocabilidad de los trabajadores con mandato...), y nuestras perspectivas de conjunto.
Es de la confrontación entre nuestras ideas, nuestras prácticas y las masas, de donde puede surgir o nacer progresivamente la conciencia revolucionaria.
Propuestas.
Por último, el anarquismo es un conjunto de propuestas y prácticas encaminadas a la emancipación total del hombre en la sociedad. Si la sociedad existe como entidad sociológica, el individuo existe igualmente, sin ninguna relación jerárquica con esta sociedad. Por lo tanto, es la armonía entre estos dos elementos lo que buscan los anarquistas.
La emancipación es de tres tipos. En primer lugar, la emancipación económica, a través de la reapropiación de las herramientas de producción, de su gestión directa por los propios trabajadores y de la distribución igualitaria de la riqueza.
La emancipación política, en segundo lugar, sustituyendo la burocracia estatal por una organización federalista de los sectores de la sociedad, manteniendo la cohesión y preservando la autonomía.
La emancipación intelectual, finalmente, a través del individuo que se hace cargo de su papel social, relegando la religión y toda forma de sumisión al museo de los horrores. Una sociedad sin clases y sin Estado, organizada por y para las mujeres y los hombres, eso es lo que quiere el anarquismo.
El anarquista es, por temperamento y por definición, resistente a toda forma de confinamiento que ponga límites a la mente y encierre la vida. Niega el principio de autoridad en la organización social. Por lo tanto, no puede haber un catecismo libertario.
La organización anarquista de la sociedad, emanación directa de la voluntad de los individuos y de las agrupaciones sociales, sólo puede realizarse fuera y contra la tutela de todas las organizaciones y estructuras autoritarias establecidas sobre la desigualdad económica y social.
Los fundamentos éticos y orgánicos del federalismo libertario son: la libertad como base, la igualdad económica y social como medio y la fraternidad como meta. Esta definición marca la profunda diferencia entre el federalismo libertario y el "federalismo estatal".
Reclamamos con todas nuestras fuerzas una sociedad de tipo federalista, basada en la propiedad colectiva o individual de los medios de producción y distribución (excluyendo toda posibilidad de que unos vivan del trabajo de otros), la ayuda mutua, la abolición del trabajo asalariado y la explotación del hombre por el hombre.
Los anarquistas no dan crédito a un simple cambio en las personas que ejercen la autoridad: las mismas causas producen los mismos efectos. Todas las formas de autoridad se mantienen juntas. Permitir que uno de ellos permanezca es fomentar la reaparición de todos ellos.
Hacia una sociedad libertaria.
Para lograr una sociedad libertaria, es necesario dotarse de los medios para lograr el fin. Como dice Errico Malatesta, "estos medios no son arbitrarios, sino que derivan necesariamente de los fines que nos proponemos y de las circunstancias en las que luchamos. Al equivocarse en la elección de los medios, no se consigue el objetivo previsto, sino que se aleja de él, hacia realidades a menudo opuestas que son la consecuencia natural y necesaria de los métodos que se emplean".
Es posible vivir en una sociedad igualitaria, gestionada directa y libremente por sus distintos componentes (individuales, sociales, económicos, culturales, étnicos, etc.) en el marco del federalismo.
Las reglas que harán que esa sociedad funcione se basan en contratos mutuos, igualitarios y recíprocos que pueden ser cuestionados en cualquier momento. Estos contratos pueden ser escritos o tácitos.
Mandatos.
Es evidente que una sociedad así no puede funcionar sin ayuda mutua y cooperación voluntaria. La delegación de responsabilidades permitirá el debate a nivel federal. Pero tengamos cuidado, pongámonos de acuerdo en las palabras: para los anarquistas, cada delegado recibe un mandato preciso. La asamblea que lo mandó ejerce un control permanente sobre su trabajo y, sobre todo, puede revocarlo en cualquier momento si el trabajo que realiza no se corresponde con el mandato.
El anarquismo es una propuesta global de sociedad que busca promover una civilización verdaderamente diferente. Opone el principio de libertad al principio de autoridad, la ayuda mutua a la ley de la selva, la igualdad a la discriminación.
"Mientras la sociedad se base en la autoridad, los anarquistas permanecerán en un estado perpetuo de insurrección. " (Élisée Reclus)
FUENTE: F.A. ARLES
Traducida por Jorge Joya
www.socialisme-libertaire.fr/2015/04/oser-et-comprendre-l-anarchisme.h