El capitalismo necesita el Estado y el parlamentarismo para gestionar la miseria

"Es cierto que el bipartidismo que prevalecía en Francia, izquierda-derecha, derecha-izquierda, la famosa alternancia democrática, se ha transformado en un nuevo bipartidismo LREM-Rassemblement National, valorizado por los medios de comunicación y el poder de turno; un cambio debido tanto a las circunstancias sociales como a los diversos escándalos de corrupción que se han destapado en los últimos años. Pero hay que preservar el orden social para que el sistema económico y los intereses de las clases privilegiadas no se vean comprometidos. Así, el parlamentarismo debe modificarse y reinventarse para que el Estado pueda seguir desempeñando su papel fundamental y los engranajes del capitalismo puedan seguir girando. Así, el poder y la razón de Estado deben ser salvaguardados utilizando todo tipo de arbitrariedades y excesos contra el pueblo. Siempre es mejor tener sujetos asustados, pero no ir demasiado lejos. Damos gas, golpeamos a los chalecos amarillos, sólo evitamos las muertes, eso sería demasiado recordatorio de Chile...

La legitimidad del poder político en el Estado democrático proviene del voto del pueblo en el marco de las leyes de un país. Ya no es la voluntad divina la que establece las monarquías. Pero no es el pueblo el que ejerce el control sobre el gobierno. Proudhon sostiene que es imposible eliminar las viejas tradiciones monárquicas absolutistas sólo en el terreno y conservarlas en todos los demás elementos, porque la causa de la liberación social se da a un nuevo tipo de despotismo. La explotación económica, la opresión política y la servidumbre intelectual son sólo fenómenos diferentes producidos por la misma causa, el simbolismo de la idea monárquica y absolutista como forma de esclavitud humana. Sostuvo que el capitalismo es "la monarquía de la economía", ya que transforma el trabajo en un tributario del capital, del mismo modo que la sociedad rinde homenaje al Estado y al espíritu de la Iglesia. Y al igual que el capital hace con el trabajo, el Estado y la autoridad de la libertad también lo hacen.

Las organizaciones empresariales presionan a diversos partidos a nivel nacional e internacional para que legislen a su favor. La Troika (FMI, Banco Mundial y Comisión Europea) son organizaciones antidemocráticas en las que participan diversos lobbies empresariales y grandes multinacionales que han desarrollado un proyecto neoliberal, marcando una serie de pautas, instando y asegurando que los Estados legislen a su favor.

Mientras tanto, poco a poco, el neoliberalismo se pone en marcha en Europa a través de las diferentes políticas aplicadas por los conservadores de derecha de LR y los liberales de LREM, así como por los social-liberales del PS en todas las instituciones públicas donde ejercen o han ejercido el poder. Así, poco a poco, las diversas reformas laborales están flexibilizando el mercado de trabajo, los hospitales están siendo presionados antes de ser privatizados, la educación se está volviendo cada vez más elitista donde las humanidades y las ciencias sociales están desapareciendo mientras que las grandes empresas están empezando a gestionar partes de la educación. La educación se está convirtiendo en una mercancía y en un mercado.

El Estado nos dibuja un marco de "libertad" a través de diferentes leyes que están de acuerdo con el poder de los empresarios y el poder político. Mediante la violencia legitimada por la aceptación de la mayoría en las urnas, nos persuade de no hacer demasiado. Puede coaccionarnos utilizando tanto la violencia psicológica como la física. Por ejemplo, las brutales palizas de la policía son otra forma de disuadirnos cuando desafiamos al poder.

Así, si tanto los trabajadores de la pequeña empresa como los del gran grupo marcan una serie de manifestaciones que van en contra del interés del empresario o del Estado, las manifestaciones de violencia institucional, desde la violencia más o menos moderada dirigida a la persuasión, pasando por las detenciones en las manifestaciones, las multas y los juicios con una sentencia corta con una larga espera, hasta otras con un objetivo más destructivo, como el aislamiento en la cárcel. Y sólo tienen que ordenar la detención preventiva o presentar "pruebas sólidas de un delito" para estar en prisión durante mucho tiempo sin una condena judicial. Lo mismo ocurre con los atropellos que nos llueven sin ninguna realidad objetiva o sin contextualizar ciertas situaciones de rebeldía: gaseo intensivo con la imposibilidad de salir de la trampa...

El Estado implica la violencia, la opresión, la explotación y la injusticia incorporadas al sistema y transformadas en el fundamento de la sociedad. El Estado nunca ha tenido ni tendrá moralidad. Su moral y su única justicia es el interés supremo de la autoconservación y el poder del beneficio, un interés ante el que toda la humanidad debe arrodillarse en adoración. El Estado es la negación total de la humanidad, una doble negación: la opuesta a la libertad y la justicia humanas, y una ruptura violenta de la solidaridad universal de la humanidad.

Por muy democrático que sea en la forma, ningún Estado -ni siquiera la república política más roja, que es una república popular en el mismo sentido que la mentira definida como representación popular- puede proporcionar al pueblo lo que necesita, es decir, la organización de sus propios intereses desde abajo, sin interferencias, tutelas o violencia de las capas superiores. Porque todo Estado, incluso el más republicano y democrático -incluido el Estado supuestamente popular concebido por el señor Marx- es esencialmente una máquina de gobernar a las masas desde arriba, a través de una minoría inteligente y, por tanto, privilegiada, que supuestamente conoce los verdaderos intereses del pueblo mejor que el propio pueblo.

Proponemos la abstención activa.

Conociendo las circunstancias que han llevado al desencanto de las distintas capas sociales y al renacimiento de la extrema derecha, Podemos, sabiendo por sus dirigentes que el mejor escenario de movilización es precisamente el del desencanto y la agitación, para canalizar el descontento existente y el de los desencantados con la izquierda gobernante. Así, a través del modelo de socialdemocracia de corte nórdico que el PS ha perdido como brújula, una propaganda que apela a las emociones y a los sentimientos más que a la razón, y la propulsión mediática que recibe en diversos medios, tanto con críticas absurdas como con halagos, ha conseguido ganarse todo este descontento.

Pero estas alternativas no pretenden derrotar al capitalismo. El capitalismo no tiene una ideología homogénea, sino que hay varias tendencias e ideologías que luchan entre el neoliberalismo salvaje y la economía de mercado más moderada con cierto proteccionismo estatal. Los políticos apuntan a un modelo de mercado con cada vez menos regulación estatal, menos impuestos, mientras que el papel de la protección social se otorga cada vez más a las asociaciones que gestionan diferentes recursos concedidos por el Estado. Pero este sistema tiene una consecuencia que se puede ver hoy en día: consigue elevar el índice de nacionalismo y racismo, ya que los nativos no quieren compartir sus impuestos y recursos con los forasteros.

Los anarquistas proponen la abstención activa en las elecciones por todas las razones expuestas anteriormente. La defensa del Estado y de sus instituciones, así como del capitalismo en sus diversas formas (liberal, socialdemócrata, nórdico, centroeuropeo, anglosajón, etc.), no acabará con la miseria y las desigualdades a las que estamos sometidos, tanto en Francia como en el resto de Europa y del mundo. Las clases sociales se mantendrán: una élite seguirá parasitando a los trabajadores y tendrá mejor acceso a la educación y la sanidad. Otros se verán envueltos en la alienación del trabajo asalariado, o en el desempleo con sus desastrosas consecuencias: inseguridad económica, reducción de las oportunidades vitales, abuso de alcohol y drogas, deterioro de nuestra salud, desahucios, incluso suicidios (la tasa de suicidios aumenta considerablemente con las "crisis económicas")...

Pero si aún así decide votar, tenga en cuenta lo que ocurrió en 1981 con la llegada de François Mitterrand al poder y la austeridad que siguió. Toda una generación se desmovilizó, totalmente desilusionada por la deriva del llamado partido socialista y de sus representantes, encabezados por Jospin y Strauss Khan, en los que habían depositado tantas esperanzas. Por lo tanto, si te desanima la deriva de los partidos en el poder, no tires la toalla. Seguir organizándose en todas aquellas organizaciones y grupos horizontales, asamblearios e independientes del poder político y de las subvenciones estatales. Enfrentemos juntos la explotación del trabajo y las guerras del capital. Organizarse en las fábricas, en las aulas, en las oficinas... en las redes de producción y consumo alejadas de la órbita capitalista y autogestionadas por los usuarios.

Sigamos construyendo y practicando el apoyo mutuo, la solidaridad y la resistencia contra el empuje del nacionalismo, el Estado, el capitalismo y el neoliberalismo, aquí y en todo el mundo. Las actuales movilizaciones de los trabajadores franceses son un buen modelo. Hay que recuperar la Bastilla.

Salud y anarquía".

Ti sí. L.H. 

FUENTE: Groupe Libertaire Jules-Durand

Traducido por Jorge Joya

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