Aunque fue en el campo donde se produjeron las socializaciones anarquistas más sistemáticas, la revolución también fue una realidad en las ciudades. En España, en aquella época, al menos dos millones de personas, de una población total de 24 millones, trabajaban en la industria, el 70% de la cual se concentraba en una región, Cataluña. Aquí, a las pocas horas de la ofensiva fascista, los trabajadores tomaron el control de 3.000 empresas. Esto incluía todos los servicios de transporte, reparto, electricidad y energía, gas y tratamiento de aguas, fábricas de automóviles y mecánicas, minas, fábricas de cemento, textiles y papel, centrales químicas y eléctricas, fábricas de botellas de vidrio, fábricas de perfumes, procesamiento de alimentos y cervecerías.
Parte 1
Fue en las zonas industriales donde se produjeron las primeras colectivizaciones. El día anterior al golpe militar, la CNT había convocado una huelga general. Una vez superado el periodo de lucha inicial, estaba claro que el siguiente paso era garantizar el mantenimiento de la producción. Gran parte de la burguesía que apoyaba al general Franco huyó tras la derrota de la insurrección de las fuerzas armadas. Las fábricas y los talleres de su propiedad fueron inmediatamente confiscados y puestos de nuevo en funcionamiento por sus trabajadores. Otros sectores de la burguesía se negaron a mantener las fábricas en funcionamiento y las cerraron, ayudando así indirectamente a Franco. El cierre de fábricas y talleres aumentó el desempleo y la pobreza, lo que jugó a favor del enemigo. "Los trabajadores lo entendieron instintivamente y crearon comités de control en casi todos los talleres, cuyo objetivo era vigilar la marcha de la producción y comprobar la situación financiera de los propietarios de cada establecimiento. En muchos casos, el control se transfiere a un comité de gestión en el que los jefes reciben el mismo trato que los trabajadores y el mismo salario. De este modo, un número importante de fábricas y talleres de Cataluña pasaron a manos de los trabajadores presentes. 1
Era de suma importancia crear, sin demora, una industria de guerra capaz de abastecer el frente y de restablecer el funcionamiento de los sistemas de transporte para hacer llegar al frente las milicias y las municiones. Así, las primeras expropiaciones de industrias y servicios públicos tuvieron lugar para asegurar la victoria sobre el fascismo, permitiendo a los militantes anarquistas aprovechar la situación para avanzar en sus objetivos revolucionarios.
El papel de la CNT
Esta revolución social se entiende mejor en el contexto de una historia relativamente larga de tradiciones obreras y luchas sociales. La CNT, que fue el motor de las colectivizaciones, existía desde 1910 y contaba con 1,5 millones de afiliados en 1936. El movimiento anarcosindicalista existía en España desde 1870. Desde su nacimiento hasta la realización, aunque parcial, de su ideal último durante esta revolución social, tuvo una historia de compromiso permanente en intensas luchas sociales, "huelgas parciales y generales, sabotajes, manifestaciones públicas, mítines, luchas contra los rompehuelgas, encarcelamientos, deportaciones, juicios, levantamientos, cierres patronales e incluso algunos atentados". 2
Las ideas anarquistas estaban muy extendidas en 1936. La circulación de las publicaciones anarquistas en aquella época nos da una idea: había dos diarios anarquistas, uno en Barcelona y otro en Madrid, ambos órganos de la CNT con una tirada de entre 30.000 y 50.000 ejemplares. Además, había diez publicaciones periódicas y algunas revistas anarquistas con una tirada de hasta 70.000 ejemplares. En todos los periódicos, folletos y libros anarquistas, así como en sus sindicatos y reuniones de grupo, se debatía continua y sistemáticamente la cuestión de la revolución social. Así, la radicalidad de la clase obrera española, politizada por la confrontación y la lucha, combinada con la influencia de las ideas anarquistas, hizo que, en una situación revolucionaria, los anarquistas fueran capaces de conseguir un apoyo popular masivo.
La CNT se fundó en una profunda tradición democrática. Las decisiones sobre cualquier cuestión local e inmediata, como los salarios y las condiciones de trabajo, estaban en manos de los miembros locales que se reunían regularmente en asambleas generales. Se fomenta la ayuda mutua y la solidaridad entre los trabajadores y se presenta como el factor esencial para el éxito de una huelga. La CNT organizó a todos los trabajadores, independientemente de su cualificación. En otras palabras, se anima a los trabajadores a formar un único sindicato con secciones para cada industria en lugar de sindicatos dentro de una industria. Tanto la tradición democrática como el carácter industrial del sindicato influyeron fuertemente en las estructuras de los colectivos revolucionarios, que por lo general surgieron y se formaron a partir de los sindicatos industriales existentes.
Otro aspecto importante de la CNT que pesó a favor de la revolución fue el uso de la acción directa. "La CNT siempre defendió la 'acción directa de los propios trabajadores' como medio de resolución de conflictos. Esta política fomentó la reciprocidad y la confianza en sí mismo dentro del sindicato y sus miembros, formando una cultura de "si quieres algo, mejor hazlo tú mismo". Al final, la estructura federal de la CNT, basada en la autonomía local y que creó una forma estable pero muy descentralizada, fomentó la iniciativa y la confianza en sí misma, cualidades indispensables que contribuyeron en gran medida al éxito de la revolución.
Gastón Leval subraya la importancia de esta cultura de la democracia directa y de la reciprocidad en las situaciones revolucionarias cuando compara el papel de la CNT con el de la UGT en la colectivización de los ferrocarriles. Al describir la forma altamente organizada, eficiente y responsable en que los ferrocarriles volvieron a estar bajo control revolucionario en tan sólo unos días, escribió: "Todo esto se logró por iniciativa exclusiva de los sindicatos y militantes de la CNT. Los de la UGT que predominaban entre el personal administrativo permanecieron inactivos, tan acostumbrados estaban a obedecer las órdenes de arriba, que estaban esperando. Al no recibir ni órdenes ni contraórdenes, y al ver que nuestros compañeros avanzaban, acabaron siguiendo la poderosa ola que nos llevaba a todos. 4
Esta historia de lucha y de organización, así como el carácter anarcosindicalista de su sindicato, dieron a los militantes de la CNT la experiencia necesaria de autoorganización y de iniciativa, que podría reutilizarse natural y eficazmente en su momento en la reorganización de una sociedad según los principios anarquistas. "Está claro que la revolución social que tuvo lugar no se produjo por decisión de los órganos de dirección de la CNT... Se produjo de forma espontánea, natural y no... porque "el pueblo" en general hubiera sido de repente capaz de hacer milagros, gracias a una visión revolucionaria que le hubiera inspirado de repente, sino porque, y hay que repetirlo, entre ese pueblo había una minoría importante que era activa, fuerte, guiada por un ideal que formaba parte de años de lucha que comenzaron en la época de Bakunin y de la Primera Internacional. " 5
La democracia anarquista en acción en los colectivos
Los colectivos eran los órganos de autogestión de los trabajadores en el lugar de trabajo. Augustin Souchy escribe: "Los colectivos organizados durante la guerra civil española eran asociaciones económicas de trabajadores sin propiedad privada. El hecho de que las fábricas colectivas sean gestionadas por quienes trabajan en ellas no significa que se conviertan en su propiedad privada. El colectivo no tenía derecho a vender o alquilar la totalidad o parte de la fábrica o taller colectivizado. El custodio era la CNT, la Confederación Nacional de Asociaciones de Trabajadores. Pero ni siquiera la CNT tenía derecho a hacer lo que quería. Todo debía ser decidido y ratificado por los propios trabajadores a través de conferencias y congresos. 6
Siguiendo esta tradición democrática de la CNT, los colectivos industriales tenían una estructura organizativa de delegados de abajo a arriba. La unidad básica de toma de decisiones era la asamblea de trabajadores, que elegía a los delegados de los comités de gestión que supervisaban el funcionamiento diario de la fábrica. El comité de dirección elegido se encarga de aplicar el mandato decidido en las asambleas, rinde cuentas y es responsable ante la asamblea de trabajadores. El comité de gestión informó de estas observaciones al comité administrativo central.
En general, cada industria tenía un comité administrativo central formado por un delegado de cada rama de trabajo o trabajador de esa industria. Por ejemplo, en la industria textil de Alcoy había cinco ramas: tejeduría, hilatura, punto, calcetería y cardado. Los trabajadores de cada uno de estos oficios eligieron a un delegado para que los representara en el comité administrativo del sector. La función de este comité, que incluía a algunos expertos técnicos, era, entre otras cosas, dirigir la producción según las instrucciones recibidas en la Asamblea General de Trabajadores, recopilar informes y estadísticas sobre la marcha de los trabajos y tratar las cuestiones de financiación y coordinación. Según Gaston Leval, "la organización general se basaba, pues, en la división del trabajo, al tiempo que estaba estructurada industrialmente. 7
En todo momento, la asamblea general de la Unión de Trabajadores fue el órgano decisorio por excelencia. "Todas las decisiones importantes [eran] tomadas por las asambleas generales de trabajadores... [que] contaban con una amplia participación y se celebraban regularmente... si un director hacía algo que la asamblea general no había autorizado, había muchas posibilidades de que fuera destituido en la siguiente reunión". 8 Los informes de las distintas comisiones debían ser discutidos y debatidos en la asamblea general y, finalmente, aplicados si la mayoría lo consideraba oportuno. "Así que no se trataba de una dictadura administrativa, sino de una democracia funcional, en la que cada tipo de trabajo tenía su papel, que se definía tras la revisión de la asamblea. 9
Avanzar en el marco de la Revolución
La socialización total de la industria no se produjo de la noche a la mañana, sino que fue un proceso gradual y continuo. Al igual que los colectivos industriales no procedieron de la misma manera en todas partes, el grado de socialización y el método exacto de organización variaron de un lugar a otro. Como se ha mencionado en la introducción, mientras que en algunos centros de trabajo los trabajadores se apoderaron inmediatamente de ellos, en otros se apropiaron de sus instalaciones creando primero un comité de control cuyo objetivo era garantizar la continuidad de la producción. A partir de ahí, el siguiente paso fue tomar el control del lugar de trabajo.
Al principio, cuando la continuación de la producción era la tarea más urgente, había poca coordinación entre los diferentes talleres y fábricas. Esta falta de coordinación planteó varios problemas que Leval señaló: "Las industrias locales pasaron por idénticas etapas en esta revolución... al principio, los comités designados por los trabajadores empleados en ellas [se organizaron]. La producción y las ventas continuaron en cada una de ellas. Pero muy pronto se vio que esta situación generaba competencia entre las fábricas... creando rivalidades incompatibles con la perspectiva socialista y libertaria. Por eso, cuando la CNT lanzó la consigna "Todas las industrias deben ser organizadas por los sindicatos, totalmente socializadas, se instaló de una vez por todas el régimen de solidaridad que siempre hemos defendido.
La necesidad de resolver esta situación -en la que los trabajadores habían establecido el control de los centros de trabajo mientras estos diferentes centros de trabajo funcionaban de forma independiente y en competencia entre sí- para completar el proceso de socialización y evitar los peligros de la colectivización parcial era una tarea para la que muchos trabajadores estaban preparados. Un manifiesto del Sindicato de la Industria de la Madera publicado en diciembre de 1936 señalaba que la falta de coordinación y solidaridad entre los trabajadores de las distintas fábricas e industrias podía llevar a una situación en la que los trabajadores de las industrias más favorecidas y exitosas se convirtieran en los nuevos privilegiados, dejando a los demás en la lucha y la indigencia, lo que a su vez podía llevar a la formación de dos clases: "los nuevos ricos y los más pobres entre los pobres". 11
Así, los colectivos se esforzaron más por no competir en términos de beneficios sino, por el contrario, por compartir el excedente dentro de todas las industrias. Por ejemplo, los tranvías de Barcelona, especialmente rentables, contribuyeron económicamente al desarrollo de los demás sistemas de transporte de la ciudad y les ayudaron a superar sus dificultades temporales. También hubo otros ejemplos de solidaridad entre industrias. En Alcoy, por ejemplo, cuando el sindicato de la imprenta, el papel y el cartón tuvo dificultades, los otros 16 sindicatos que formaron la Federación Local de Alcoy proporcionaron una ayuda financiera que permitió al sindicato sobrevivir.
Aunque se habla de avanzar hacia una sociedad anarquista, también es importante contar con una organización industrial eficaz. En el manifiesto publicado por el Sindicato de Industrias de la Madera, se afirmaba que "El Sindicato de la Madera no sólo deseaba avanzar por el camino de la revolución, sino también dirigirla en interés de nuestra economía, la economía del pueblo". 12 En diciembre de 1936, un pleno de sindicatos se reunió e hizo el análisis de que era indispensable reorganizar el ineficiente sistema industrial capitalista y avanzar hacia la socialización total. El acta de este pleno decía:
"El principal defecto de la mayoría de las pequeñas unidades de fabricación es la fragmentación y la falta de preparación técnica y comercial. Esto impide su modernización y consolidación en unidades de producción más eficientes, con mejores equipos y una coordinación más eficaz... Para nosotros, la socialización debe corregir las deficiencias de estos sistemas organizativos en todas las industrias... Para socializar una industria, hay que consolidar las diferentes unidades de cada rama de acuerdo con un plan maestro y general que evite la competencia y otras dificultades que impiden una buena y eficiente organización de la producción y la distribución..." 13
Los esfuerzos realizados para hacer frente a los talleres y fábricas pequeños, costosos e insalubres fueron una característica importante del proceso de colectivización. Al igual que con el cultivo de los campos, se consideraba que con el funcionamiento de los talleres y las fábricas "la dispersión de fuerzas representaba un enorme despilfarro de energía, un uso irracional de la mano de obra humana, de la maquinaria y de los insumos, una redundancia inútil de esfuerzos".14 Por ejemplo, en la ciudad de Granollers, "todas las iniciativas tendentes a mejorar el funcionamiento y la estructura de la economía local podían atribuirse al... [sindicato]. Así, en muy poco tiempo, se crearon siete peluquerías colectivizadas gracias a estos esfuerzos, sustituyendo un número importante de establecimientos en mal estado. Todos los talleres y pequeñas fábricas de calzado fueron sustituidos por una gran fábrica en la que sólo funcionaba la mejor maquinaria y en la que se observaban las condiciones sanitarias que respetaban la salud de los trabajadores. En la industria metalúrgica se produjeron mejoras similares, ya que muchas fundiciones pequeñas, oscuras y mal ventiladas fueron sustituidas por unas pocas unidades de producción de gran tamaño en las que podía entrar el aire y la luz del sol. La socialización iba de la mano de la racionalización. 15
Notes:
- Gaston Leval, Collectives in Spain,dwardmac.pitzer.edu/Anarchist_Archives/leval/collectives.html ↩
- Gaston Leval, Collectives in the Spanish Revolution, Freedom Press, 1975, chapter 2, pg54. ↩
- Kevin Doyle, The Revolution in Spain, www.struggle.ws/talks/spain_feb99.html ↩
- Gaston Leval, Collectives in the Spanish Revolution, Freedom Press, 1975, ch 12, pg 254 ↩
- ibid, chapitre 4, p. 80. ↩
- Flood et al, Augustin Souchy citado en I.8.3, www.geocities.com/CapitolHill/1931/secI8.html#seci83 ↩
- Gaston Leval, Collectives in the Spanish Revolution, Freedom Press, 1975, ch 11, pg234. ↩
- Robert Alexander cité dans The Anarchist FAQ, I.8.3, www.geocities.com/CapitolHill/1931/secI8.html#seci83 ↩
- Gaston Leval, Collectives in Spain,dwardmac.pitzer.edu/Anarchist_Archives/leval/collectives.html ↩
- Gaston Leval cité dans The anarchist FAQ, I.8.4 ↩
- Extracto del Manifiesto del sindicato de la industria de la madera de la CNT, citado en Gastón Leval, La revolución española, Freedom Press, 1975, ch 11, pg231. ↩
- ibid, ch 11, pg230. ↩
- Cité par Souchy, mentionné dans the Anarchist FAQ, section I.8.3, www.geocities.com/CapitolHill/1931/secI8.html#seci83 ↩
- Gaston Leval, Collectives in the Spanish Revolution, Freedom Press, 1975, ch 12, pg259 ↩
- Ibid, ch 13, pg287. ↩
Parte 2
Espacio para la creatividad
Los tranvías de Barcelona
Al igual que las colectivizaciones en el campo, la autogestión de los trabajadores en las ciudades fue acompañada de una notable mejora de las condiciones de trabajo y de la productividad. Tomemos como ejemplo los tranvías de Barcelona. Cinco días después del final de los combates, las líneas de tranvía fueron despejadas y reparadas y se pusieron en servicio 700 tranvías, en lugar de los 600 habituales, todos ellos pintados con los colores rojo y negro de la CNT-FAI. Se mejoró la organización técnica de los tranvías y del tráfico, se introdujeron nuevos sistemas de seguridad y señalización y se ampliaron las líneas de tranvía. Una de las primeras medidas de la colectivización de los tranvías fue el despido de los gestores que cobraban demasiado, lo que redujo el precio para los pasajeros. Los salarios se acercan a la plena igualdad, ya que los trabajadores cualificados sólo ganan una peseta más que los demás. Las condiciones de trabajo mejoraron considerablemente con la provisión de nuevos locales para los trabajadores. Se organizó un nuevo servicio médico que cubría no sólo a los trabajadores sino también a sus familias.
La socialización de la medicina
La socialización de la medicina fue otro logro notable de la revolución. Después del 19 de julio, el personal religioso que administraba los servicios sanitarios desapareció de la noche a la mañana de los hospitales, dispensarios y otras instituciones benéficas, lo que obligó a improvisar inmediatamente nuevos métodos de organización. Para ello, en septiembre de 1936 se constituyó en Barcelona el Sindicato de Servicios Sanitarios, que a los pocos meses estaba compuesto por 7.000 profesionales de la salud, de los cuales 1.000 eran médicos de diversas especialidades. Inspirado en un ideal social, el objetivo del sindicato era reorganizar la práctica de todos los servicios de medicina y salud pública. El sindicato era miembro de la Federación Nacional de Salud Pública, una sección de la CNT que en 1937 contaba con 40.000 afiliados.
La región de Cataluña se dividió en 35 centros de tamaño variable, en función de la densidad de población, para que ningún pueblo o aldea quedara sin protección sanitaria y atención médica. En un año, sólo en Barcelona, se crearon seis nuevos hospitales, incluyendo dos militares para los heridos de guerra, así como nueve nuevos sanatorios instalados en varias propiedades expropiadas en diferentes partes de Cataluña. Mientras que antes de la revolución los médicos se concentraban en las regiones más ricas, ahora se envían a donde más se necesitan.
Fábricas y talleres...
También en las fábricas, la innovación estaba a la orden del día. Muchos centros de trabajo, antes bajo el control de los trabajadores, fueron reconvertidos para la fabricación de material de guerra para las tropas antifascistas. Este fue el caso de la industria metalúrgica catalana, que se rediseñó por completo. Por ejemplo, pocos días después del 19 de julio, la empresa de fabricación de automóviles Hispano-Suiza se transformó en una fábrica de vehículos blindados, ambulancias, fusiles y municiones para el frente. Otro ejemplo es la industria óptica, que apenas existía antes de la revolución. Los pequeños talleres dispersos por el lugar se agruparon voluntariamente en un colectivo que construyó una nueva fábrica. "En poco tiempo, la fábrica pudo producir gafas, telémetros, prismáticos, instrumentos de vigilancia, gafas industriales de diferentes colores y algunos instrumentos científicos. También construyó y reparó equipos para los distintos frentes... Lo que los capitalistas no lograron hacer lo consiguió la capacidad creativa de los miembros del Sindicato de Trabajadores de la Óptica de la CNT.
Un buen ejemplo del tamaño de algunos colectivos industriales fue la industria textil, que funcionaba con eficacia y empleaba "al menos a una cuarta parte del millón de obreros textiles en las numerosas fábricas dispersas en diferentes ciudades... La colectivización de la industria textil desmonta de una vez por todas la leyenda de que los trabajadores son incapaces de gestionar una gran empresa. 2
Uno de los primeros pasos hacia la construcción de una sociedad anarquista es la equiparación de los salarios. Esto es necesario para acabar con las divisiones de la clase obrera, divisiones que sólo sirven para debilitarla como tal. En los colectivos industriales, esto no suele ocurrir inmediatamente y a veces hay diferencias muy pequeñas entre los técnicos y los demás trabajadores. Los salarios los deciden los propios trabajadores en las asambleas generales de los sindicatos. En los casos en los que las diferencias entre los que tenían responsabilidades técnicas y los demás eran aceptadas por la mayoría, esto se consideraba a menudo como una medida temporal para evitar provocar conflictos en esta fase de la revolución y para garantizar la continuidad de la producción a toda costa. Se suprimieron los elevados sueldos de los dirigentes y se dio a los antiguos jefes la oportunidad de marcharse o de trabajar como los demás, lo que a menudo aceptaron.
Con el fin del beneficio privado como principal factor de motivación en la organización de la industria, ésta podría reorganizarse de forma más eficiente y racional. Por ejemplo, había muchas unidades de generación de electricidad repartidas por toda Cataluña que producían pequeñas cantidades insignificantes y que, aparte del beneficio que podía obtener su propietario, no tenían ningún interés. El sistema de suministro de electricidad se reorganizó por completo, con el cierre de unidades inútiles. Al final, el ahorro de mano de obra pudo emplearse en mejoras como la nueva presa cerca de Flix, construida por 700 trabajadores, que aumentó considerablemente la electricidad suministrada.
Participación de las mujeres en los colectivos
Un cambio importante durante la revolución fue la inclusión masiva de las mujeres en la fuerza de trabajo. La CNT comenzó a promover seriamente la sindicalización de las trabajadoras. En la industria textil, se suprimió el trabajo a destajo para las mujeres y se integró a las trabajadoras a domicilio en las fábricas, lo que generalmente significó salarios más altos y más horas. Sin embargo, el cuidado de los niños y las tareas domésticas siguen estando reservados a las mujeres y a muchas les resulta difícil combinar ambas cosas. Ocasionalmente, el colectivo se encargaba del cuidado de los niños. Por ejemplo, los sindicatos de la madera y la construcción de Barcelona, mientras construían una zona de recreo con piscina, convirtieron una iglesia en guardería y escuela para los hijos de los trabajadores.
Las "Mujeres Libres", la organización anarquista de mujeres, organizaron "secciones de trabajo" que operaban en sectores específicos del comercio y la industria y cooperaban con los respectivos sindicatos de la CNT. Estas "secciones de trabajos" contribuyeron a la creación de guarderías en las fábricas y talleres y también a la creación de escuelas y centros de formación para que las mujeres pudieran trabajar en las fábricas. Estos programas educativos ayudaron a las mujeres a acceder a un trabajo que antes estaba reservado a los hombres. Por ejemplo, una de las primeras mujeres con licencia para conducir tranvías en Barcelona describió su trabajo: "Nos tomaron como aprendices, mecánicas o conductoras, y nos enseñaron realmente lo que teníamos que hacer. Si hubieras visto la cara de los pasajeros [cuando el conductor era una mujer], creo que los compañeros de transporte, que fueron tan amables y cooperativos con nosotros, habrían disfrutado". 3
Sin embargo, es inexacto afirmar que las mujeres han logrado la igualdad en los colectivos. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres siguen existiendo. Asimismo, salvo algunos casos excepcionales, las mujeres están poco representadas en los comités de fábrica y otros cargos electivos de los colectivos. El mantenimiento del papel doméstico tradicional de las mujeres fue, sin duda, uno de los factores que contribuyeron a limitar la participación más activa de las mujeres en los colectivos y este tema, así como otros que afectaban especialmente a las mujeres (como la baja por maternidad), no fue la prioridad del momento. Aunque muchas mujeres se incorporaron al trabajo durante la revolución, no se logró la igualdad en la distribución de los ingresos. Dado que la visión anarcosindicalista de la organización social se basaba en la fuerza de trabajo, las personas que no formaban parte de los colectivos laborales quedaban efectivamente excluidas de los procesos de toma de decisiones en las esferas económica y social.
Dificultades y debilidades
Limitaciones
La revolución en el campo fue más avanzada que las colectivizaciones que tuvieron lugar en las regiones industriales. Muchas colectividades agrícolas lograron alcanzar una etapa de comunismo libertario que funcionaba según el principio de "de cada uno según sus medios, a cada uno según sus necesidades". Tanto la producción como el consumo estaban socializados. "Ya no había diferencias de nivel de vida ni de intereses, ni conflictos de intereses entre grupos más o menos separados. 4 Este no fue el caso de la colectivización en las ciudades, donde siguieron existiendo aspectos de la economía monetaria capitalista, así como una parte importante de la burguesía, las instituciones estatales y los partidos políticos tradicionales. La colectivización se limitó a la autogestión obrera de los centros de trabajo en el contexto del capitalismo, con los trabajadores dirigiendo las fábricas, vendiendo los productos y compartiendo los beneficios. Esto llevó a Gaston Leval a describir los colectivos laborales como una especie de "neocapitalismo, una autogestión que tiende un puente entre el capitalismo y el socialismo, que no podría haberse mantenido si la revolución hubiera podido expandirse plenamente bajo la dirección de nuestros sindicatos". 5
¿Qué ha pasado?
En cualquier caso, la revolución no pudo expandirse, principalmente porque no se logró consolidar políticamente estos avances en el control de las fábricas de base y en el trabajo de socialización posterior. En lugar de abolir el Estado al estallar la revolución, cuando había perdido credibilidad y sólo existía por sí mismo, se le permitió continuar su existencia en el marco de la colaboración de clases bajo la dirección de la CNT (en nombre de la unidad antifascista), restaurando así su legitimidad. Así, hubo un periodo de doble poder en el que los trabajadores tuvieron una gran participación en las empresas y en las calles, pero en el que el Estado pudo reconstruir lentamente su base hasta que pudo volver a actuar contra la revolución y recuperar el poder. Las deficiencias económicas de la revolución -el hecho de que el sistema financiero no se socializara, que la colectivización careciera de unidad a escala nacional, que los colectivos laborales no fueran más allá, en el mejor de los casos, de la coordinación a escala de la industria- están inextricablemente ligadas a este importante error político que constituye una traición a los principios anarquistas.
Para realizar el comunismo libertario con una producción basada en las necesidades y una propiedad común de los medios de producción y de lo que se produce, era necesario sustituir el sistema financiero capitalista por una economía socializada alternativa basada en la unidad federativa de la totalidad de la fuerza de trabajo como medio de decisión para el conjunto de la economía. Esto requiere la formación de congresos de trabajadores y una estructura de coordinación federal que unifique a los colectivos de todo el país para permitir una planificación y coordinación eficaces de la economía en su conjunto. Este nuevo sistema de organización política y económica debe sustituir al gobierno y a la economía de mercado capitalista. Como decía Kropotkin, "una nueva forma de organización económica requerirá necesariamente una nueva forma de estructura política". 6 Sin embargo, mientras se mantuviera la estructura política capitalista -el poder del Estado-, la nueva organización económica no podría desarrollarse y se frustraría la plena coordinación de la economía.
Contrarrevolución
Los colectivos industriales no pudieron avanzar de la misma manera que los colectivos agrícolas "debido a factores contradictorios y a una oposición creada por la coexistencia de antagonismos sociales que emanan de diferentes clases". 7 En la ciudad industrial de Alcoy, por ejemplo, donde los sindicatos habían conseguido inmediatamente el control de todas las industrias sin excepción, la organización de la producción era excelente. Sin embargo, Leval subrayó que "el punto débil era, como en todas partes, la organización de la distribución. Sin la oposición de los comerciantes y de los partidos políticos, atemorizados por la amenaza de la socialización total, que lucharon contra este programa "demasiado revolucionario", habría sido posible hacerlo mejor... Para los socialistas, republicanos y comunistas que trataron de impedir nuestro éxito, incluso mediante el restablecimiento del viejo orden o el mantenimiento de lo que quedaba de él." 8 Las fuerzas contrarrevolucionarias fueron capaces de unirse en su oposición a los cambios revolucionarios que se estaban produciendo en España y de utilizar el poder del Estado para atacar a los colectivos. Desde el principio, el Estado mantuvo el control sobre ciertos recursos, como las reservas de oro. Mediante el control de las reservas de oro y el monopolio del crédito, el Estado republicano pudo sustraer ciertos aspectos de la economía al control de la clase obrera y socavar así el progreso de la revolución.
Para recuperar el control sobre las colectividades, minimizar su papel y oponerse a los avances de la clase obrera hacia la unificación y la regulación económica desde abajo, el Estado catalán dictó el decreto de colectivización de octubre de 1936. Este decreto "legalizaba" las colectividades a la vez que les impedía desarrollarse hacia el comunismo libertario al obligar a cada taller y fábrica a vender lo que producía de forma independiente. El Estado intentó controlar a los colectivos a través del decreto mediante la creación de comités administrativos que dependían del Ministerio de Economía. Además, el decreto sólo permitía la colectivización de las fábricas con 100 o más trabajadores.
Como se ha mencionado anteriormente, los militantes de la CNT lucharon contra este sistema en favor de una mayor coordinación entre los centros de trabajo. En la prensa y en las reuniones sindicales y colectivas, trabajaron para convencer a sus colegas de los peligros de la colectivización parcial, de la necesidad de mantener el control de la producción en sus propias manos y de eliminar la burocracia que el decreto de colectivización intentaba crear. Sólo tuvieron un éxito parcial en este sentido y el colectivo industrial tendió a una mayor socialización. Sin embargo, sufrieron dificultades para obtener materias primas, así como constantes ataques contrarrevolucionarios. Se produjeron intentos de sabotaje contra el funcionamiento de los colectivos. Esto incluyó la interrupción de las entregas desde el campo y la negación sistemática de la financiación y el suministro de materias primas a muchos colectivos, incluidos los de la industria de guerra, a menos que aceptaran el control del Estado.
Así, en mayo de 1937, estallaron batallas callejeras cuando las tropas gubernamentales se volvieron contra colectivos urbanos como la central telefónica de Barcelona, controlada por la CNT. En agosto de 1938, todas las industrias de guerra habían sido puestas bajo el control directo del gobierno.
"En todos los casos en los que se hundieron las colectividades, se produjo un descenso sustancial de la productividad y la moral: un factor que sin duda contribuiría a la derrota final de la República Española ante las tropas de Franco en 1939." 9
Conclusion
A pesar de las limitaciones de la revolución industrial en España, se ha demostrado claramente que la clase obrera es perfectamente capaz de dirigir las fábricas, los talleres y los servicios públicos sin que los dirijan jefes o gerentes. Se ha demostrado que los métodos anarquistas de organización, con decisiones construidas desde la base, pueden funcionar muy bien con la industria a gran escala que implica la coordinación de miles de trabajadores repartidos por diferentes ciudades. La revolución también nos dio una idea del poder creativo y constructivo de la gente común una vez que tiene el control de sus vidas. La clase obrera española no sólo mantuvo la producción durante la guerra, sino que en muchos casos consiguió aumentarla. Mejoraron las condiciones de trabajo e inventaron nuevas técnicas y procesos en sus centros de trabajo. Crearon, de la nada, una industria bélica sin la cual la guerra contra el fascismo no podría haberse librado. La revolución también demostró que, sin la competencia inherente al capitalismo, la industria puede organizarse de forma mucho más racional. Por último, demostró cómo la clase obrera organizada, inspirada por un alto ideal, tiene el poder de transformar la sociedad.
Traducido por Benoît Borrits
Source originale : www.workerscontrol.net/authors/industrial-collectivisation-during-span
Notes:
- Los colectivos anarquistas: La autogestión obrera en la revolución española, 1936-1939, Ed. Sam Dolgoff, Ediciones Vida Libre, 1974, capítulo 7. www.struggle.ws/spain/coll_innov.html ↩
- Augustin Souchy, Collectivization in Catalonia,www.struggle.ws/spain/coll_catalonia_dolgoff.html ↩
- Pura Pérez Arcos citada por Martha A. Ackelsberg, Free Women of Spain, anarchism and the struggle for the emancipation of women, Indiana University Press, 1991, capítulo 5, página 125. ↩
- Gaston Leval, Collectives in the Spanish Revolution, Freedom Press, 1975, chapitre 11, page 227. ↩
- ibid, chapitre 11, page 227. ↩
- Kropotkin cité dans The anarchist FAQ, I.8.14, www.geocities.com/CapitolHill/1931/secI8.html#seci814 ↩
- Gaston Leval, Collectives in the Spanish Revolution, Freedom Press, 1975, chapitre 11, page 227 ↩
- ibid, chapitre 11, page 239. ↩
- Lucien Van Der Walt, The Collectives in Revolutionary Spain, www.struggle.ws/spain/coll_l.html ↩
Traducido por Jorge Joya
Original: autogestion.asso.fr/collectivisations-industrielles-durant-la-revoluti