"No podemos imponer un crecimiento ilimitado en un planeta cerrado y limitado: la Tierra. Nosotros (no por igual, por supuesto) consumimos cada vez más recursos y producimos cada vez más residuos. Mientras la Tierra se agota, los gobiernos y las multinacionales mantienen el dogma de "consumo + nuevas tecnologías = progreso = crecimiento = empleo".
La noción de desarrollo apareció por primera vez en 1949 en un discurso evangélico del presidente estadounidense Truman. En aquel momento, la idea era extender la ayuda técnica y científica de la que se beneficiaban algunos países latinoamericanos a otros países desfavorecidos.
El desarrollo simbolizado por las Trente Glorieuses (1945-1975) resultó ser una gran empresa paternalista: "los países ricos desarrollan a los países subdesarrollados" con vistas a su occidentalización según el arquetipo del hombre blanco-rico-votante.
El crecimiento, el progreso y el desarrollo están íntimamente ligados y son difíciles de criticar, a menos que se quiera ser visto como un loco o un retrógrado. Pero el modelo occidental no puede ser universalizado; desde el punto de vista material y ecológico, el desarrollo ha sido la continuación de la colonización por otros medios, y la globalización es la continuación del desarrollo... Los países pobres no pueden ponerse a la altura de los países ricos, sobre todo porque estos últimos continúan con su carrera desenfrenada. Y, de hecho, la polarización de la riqueza es más fuerte que nunca. Mientras que la riqueza media se ha multiplicado por seis desde 1950, la renta media de los habitantes de los 100 países más pobres ha disminuido considerablemente, ¡y las tres personas más ricas del planeta tienen una fortuna mayor que el PIB de los 48 países más pobres! Otro dato significativo es que el 20% de la población consume el 80% de los recursos naturales del planeta.
El crecimiento se basa en la acumulación de capital, por lo que no podemos cuestionar el crecimiento sin cuestionar el capitalismo. Sin embargo, algunos (instituciones internacionales, empresarios, gobiernos, ONG, etc.) quieren hacernos creer que han encontrado la solución -el desarrollo sostenible- sin cuestionar realmente la lógica del sistema en el que vivimos.
Bastaría con espolvorear un poco de pensamiento social o ecológico en el desarrollo para que se convirtiera en un modelo a seguir. Sin embargo, no puede haber más capitalismo con rostro humano que el desarrollo con rostro humano.
Así, las expresiones de los años setenta "producir de otra manera" y "detener el crecimiento", muy queridas por los ecologistas, han desaparecido en favor del enfoque "todo sostenible" y de la mayor integración de las asociaciones y ONG en el circuito institucional.
Renombrar el "desarrollo sostenible" (o sus variantes: crecimiento sostenible o sostenido, turismo sostenible, agricultura sostenible, etc.) no cambia nada, ya que el "crecimiento" siempre es en beneficio de los más ricos, con el objetivo de desarrollar el consumo y encontrar nuevos mercados. Incluso el FMI y el Banco Mundial utilizan estos términos. Esto no impide que los países ricos sigan saqueando a los países del Sur, con la ayuda de las élites locales, mientras los inundan con residuos, productos y nuestra cultura occidental, para acelerar la estandarización del mundo.
Además, se responsabiliza a los países pobres y a sus habitantes de su propia situación y del aumento de la contaminación: siguen destruyendo el bosque para calentarse y cocinar, aumentan el agujero de la capa de ozono con sus fábricas sucias mientras nosotros tenemos centrales nucleares limpias, coches con catalizadores, etc.
La lucha por el decrecimiento... y por una economía en la que la producción esté vinculada a la utilidad social debe hacerse a diferentes niveles:
- Individual: cambiar nuestra vida cotidiana, consumir de forma diferente y, al menos, dejar de derrochar, reciclar, etc.
- Colectivo: agruparse nos permite vivir mejor a menor coste; luchar contra los nuevos proyectos faraónicos e inútiles aquí y en otros lugares, que sólo pretenden hacer circular más mercancías, capitales, ejecutivos y jefes a través de aeropuertos, autopistas, TAV, centrales nucleares, etc.
Luchar contra este sistema no es evidentemente sencillo y requiere muchas discusiones y explicaciones, sobre todo en relación con las acusaciones de que podemos tener la tentación de volver al oscurantismo o a la mitificación de un maravilloso pasado original.
Se trata de pasar de una sociedad con infinitas necesidades, desproporcionadas a los recursos y desigualmente repartidas, a una sociedad cuyas necesidades serían "justas", en el doble sentido de justicia social y de adecuación al mantenimiento del equilibrio ecológico planetario.
Gile Clag8 Nantes
FUENTE: Le Monde Libertaire
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2015/11/la-decroissance-contre-le-develop