Disturbios y ... ¡Revolución Social! - Jean-Marc Raynaud

Honoré Daumier, "Le soulèvement" (1860).

ARTÍCULO DEL MUNDO LIBERTARIO N°1832 DE OCTUBRE DE 2021.  

"Siempre ha sido así. El ser humano se balancea constantemente entre la aspiración a la libertad y el miedo a la libertad. Su sueño es conciliar libertad y seguridad. Esto es encomiable, pero no es fácil. Freud habló de un equilibrio neurótico que, como todos los equilibrios, es fundamentalmente inestable.

Esto es así desde hace mucho tiempo; el ser humano no ha sido capaz de formar una sociedad más que en el marco de la ley de la selva. Antes era brutal, con golpes de mazo. Hoy, de forma más sofisticada, los más fuertes se contentan con poner las cadenas de la alienación (consumismo, medios de comunicación, valores...) en la cabeza de las masas a las que ahora oprimen y explotan... con su consentimiento.

Siempre ha sido así, cuando, a pesar de todo, el hartazgo se apaga y la aspiración a la libertad, a la igualdad, a la justicia... entonces brota como un géiser. Antes...

¿Pero antes de qué...?

Donde hay un campesinado, hay confusión 

Las jacqueries, estas revueltas salvajes contra el exceso de explotación, la opresión, la injusticia..., surgen siempre en un momento determinado, durante un acontecimiento concreto. Podrían haber estallado antes o después. O sobre otro acontecimiento más significativo. Pero es así. Es la historia de la chispa que de repente hace arder la sabana. Por supuesto, esta conflagración es tan repentina como confusa. Va en todas las direcciones. A medida que el fuego se extiende, el deseo de profundizar y el miedo a ir demasiado lejos se entremezclan. Normalmente, después de un tiempo, el miedo supera al deseo.

Por el momento, después del movimiento de los chalecos amarillos, que se inició por una "simple" historia de subida del precio de la gasolina, asistimos a una revuelta total contra la vacunación obligatoria, la falta de medios para los hospitales públicos, el control social a través del pase sanitario implantado por un gobierno cada vez más autoritario, la represión policial... Esta revuelta, como la de los chalecos amarillos, aglutina todo y su contrario. Antivacunas, control antisocial, por más recursos para el hospital público, fascistas, izquierdistas, señoras y señores todos...

A los revolucionarios, es decir, a los que han comprendido que los problemas del momento forman parte de un conjunto social y político y que denunciar los efectos de un fenómeno sin tratar de comprender sus causas y lo que los une no resolvería nada, les resulta difícil soportar, o incluso denunciar, esta confusión.

Ambos tienen razón y están equivocados.

Donde hay confusión, puede haber revolución 

Ni que decir tiene que los revolucionarios hacemos bien en serlo y no conformarnos con quedarnos en la emoción del momento. Sabemos muy bien que la mayonesa de las revueltas retrocede tan rápido como se levanta. Y nuestro papel es tratar de hacerlos madurar a la luz de nuestros análisis y nuestros proyectos para la sociedad. Y para ello es imprescindible que no nos conformemos con ser espectadores de los acontecimientos, sino que seamos actores. Y actores humildes, porque con demasiada frecuencia, las masas revueltas tienen algo que enseñarnos.

En 1789, cuando se tomó la Bastilla, los futuros revolucionarios como Robespierre, Babeuf... se habrían apuntado enseguida a una monarquía benévola.

En 1871, al comienzo de la Comuna de París, muchos futuros revolucionarios se habrían contentado en gran medida con subirse a la ola nacionalista y bélica que hizo levantarse al pueblo.

En 1917, en Rusia, la inmensa mayoría del partido bolchevique se conformaba con la democracia burguesa al estilo de Kerensky. Fue Lenin quien les animó a rechazar esta democracia burguesa y a unirse a la aspiración popular de "Todo el poder a los soviets". Bien, ya sabemos lo que pasó después y la lucha de los anarquistas por una tercera revolución.

En 1936, en España, las masas anarcosindicalistas y su deseo de revolución social fueron engañadas por el antifascismo de moda de defender la república burguesa y ganar la guerra primero antes de hacer la revolución. Por los republicanos burgueses. Normal. Por los estalinistas. Lógico. Y por los "líderes" anarquistas. ¡Señor Jesús! A pesar de la advertencia de Camillo Berneri: "El dilema de guerra o revolución ya no tiene sentido. El único dilema es éste: o la victoria sobre Franco mediante la guerra revolucionaria, o la derrota.

A modo de conclusión 

Todos los motines, como todas las revueltas, son LEGÍTIMOS. Este es el punto esencial. Sus excesos y confusiones son sólo las consecuencias de la incapacidad de una sociedad para evolucionar.

Las rebeliones son un reflejo del ser humano. Traen lo mejor (una revolución social) y lo peor (el fascismo). Tanto lo mejor como lo peor son tendencias minoritarias. La inmensa mayoría, el pantano de la revuelta, siempre duda entre ir más allá o ir demasiado lejos. Siempre se trata de un pequeño asunto para inclinarse hacia un lado u otro.

Este pequeño asunto es responsabilidad de los revolucionarios. Les corresponde empujar la rueda para transformar la revuelta en una revolución social. Se puede hacer. Siempre que...

Siempre que seas un actor y no un espectador de las cosas.

Siempre que se deshagan de la arrogancia de todos aquellos que, diciendo saber, pretenden dirigir a los ignorantes. Y para apoyar simplemente los raros estallidos de sangre de una fracción del pueblo que probablemente aglutine al pueblo en su loco sueño de revolución aquí y ahora.

A condición de que no se contenten con proclamar que la emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores y que, como la Primera Internacional, se doten de los medios para conseguirla. En la unidad y el no sectarismo.

¡Nos vemos, pues, pronto en todas las manifestaciones y en todos los espacios de tiempo de la vida, para reflexionar, unir y actuar!

Jean-Marc Raynaud

FUENTE: Le Monde Libertaire 

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2021/11/jacqueries-et-revolution-sociale.