Doble lenguaje: la cultura del fingimiento

"En la continuidad de un binarismo artificial presente en casi todas partes, se nos ofrece regularmente esta elección como evidente: o nos informamos en los medios de comunicación propiedad del gran capital internacional, u optamos por las llamadas "fuentes" independientes, aunque propongan tesis confusas o incluso neofascistas. No habría más alternativa que entre estos bloques opuestos, a los que habría que consultar para formar una opinión "equilibrada" entre sus respectivos puntos de vista. Todo ello va acompañado de poderosos elementos de un imaginario histórico colectivo: la colaboración (con la clase dirigente) o la resistencia (incluso al lado de cualquiera). Sin embargo, cuando miramos en detalle, parecen existir metodologías de doble lenguaje y técnicas discursivas comunes a la corriente principal y a la mayoría de los que se declaran "antisistema". Intentemos presentar aquí algunos ejemplos comparativos.

"Riqueza" y "pluralidad"

En la creencia neoliberal desde la posguerra y sus 30 años gloriosos, encontramos constantemente el mito de la abundancia actualizado en el crecimiento ilimitado: según las cínicas promesas de la élite político-económica de los años 80, la explosión de la producción a través de la mejora de la tecnología y el aumento del trabajo iba a generar una enorme rentabilidad, que sería captada en su mayor parte por los ricos (¡estábamos advertidos! ), pero que luego se suponía que se filtraría a las clases trabajadoras a través de un principio económico teórico: el "goteo", que significa que una vez que la copa de los nobles estuviera llena, se desbordaría para regar también a la plebe. Como sabemos, si las plusvalías estaban efectivamente en la cartera financiera, no sólo el pueblo no vio su color sino que tuvo que soportar las consecuencias anticíclicas de las crisis generadas por dicha reactivación y por el poder de las molestias especulativas.

A otro nivel, pero mediante la misma trampa cognitiva, los desinformadores confusionistas* (de los que el Círculo de Voluntarios y la Agencia Info Libre son excelentes ejemplos) sirven hoy en día de plataforma a la fachosfera de la que forman parte más o menos integral, todo ello en nombre de la promesa de iluminarnos a través de la "diversidad" de puntos de vista así puestos en pie de igualdad. Así, en nombre de la pluralidad, los dos citados nos ofrecerán un cóctel indigesto de contenidos cualitativos (a veces ecológicos, alternativos o anárquicos) mezclados con fuentes virales de la reacción web más identificable (como Dieudo, Soral, Asselineau, Hillard, Seba, Blanrue, Bricmont, Cohen, Louis, etc.), todo ello retransmitido por una malla de sitios con la misma redacción confusa: Reopen911, Wikistrike, Nemesis, Metatv, Altermedia, Libre penseur, Egalité et Réconciliation y muchos otros.

En resumen, "riqueza" liberal o "pluralidad" confusionista: así es como se nos hace tragar la abundancia tóxica prometiéndonos que mejorará nuestra condición social o intelectual, degradándola al mismo tiempo.

"Reforma" y "tabú"

Lo leemos una y otra vez en los labios mediáticos de los "especialistas" de la "realidad" como Gattaz: hay que reformar. Porque llegaríamos tarde, el mundo es competitivo, tan rápido que es inevitable, no pensemos, debemos adaptarnos, nuestro modelo social está acabado, nuestro código laboral es pesado, en fin: reforma o muerte. Lo más increíble es que la resistencia social a estos retrocesos en las conquistas históricas que tanto ha costado conseguir (sanidad, vacaciones, prestaciones, pensiones, etc.) se designe ahora como un obstáculo al "necesario" cambio, que no es más que una etapa en la agenda de los codiciosos potentados. Mejor aún: por otro lado, la casta política cómplice, que pone en práctica por la fuerza estas traiciones que benefician a una minoría dominante en una antidemocracia total no representativa, se atreve a revestirse con el ropaje del "valor" político. Y esta tecnocracia bien nacida y autoproclamada "competente" también quiere convencernos (¡a los incomprendidos!) de que sólo actúa por nuestro bien, incluso en contra del interés de la mayoría y a pesar de nuestra voluntad. ¡No te molestes!

¿Le recuerda algo esta audacia (que Audiard no habría dejado de reconocer)? Vamos, algunas pistas: inventar un "tabú" del "bienpensante" por prestidigitación literaria u oratoria, y luego atreverse a "desafiarlo" patinando ostensiblemente en las plataformas de que dispone, para finalmente provocar una legítima indignación que recogerá para justificarse -o incluso pasar por "víctima"-. Las amalgamas discriminatorias o reaccionarias siguen el mismo camino, del que hay muchos ejemplos: Dieudonné y su concepción tendenciosa de los "judíos", Boutin el bienhechor imaginando un lobby "homo", Levy y su revista con valores (muy) "actuales", Benedetti con su "manifiesto" antigayssot, Gollnisch y su comedia de parlamentario "intimidado", Collon defendiendo la "pluralidad" en casa de Taddéi, Finkielkraut cuyo intelecto sólo es igualado por su reacción o Séba que amplifica el racismo de Sagnol en una imagen de espejo, etc. Todos ellos héroes "valientes" - si les crees...

Así que parece que este truco sobre la noción de "valor" es un clásico tanto en el lado neoliberal como entre los reaccionarios, ya que ambos requieren esta postura para disfrazar su conservadurismo destructivo.

"Empresa" y "expresión"

En el registro de esa demagogia, que es capaz de ganar el apoyo incluso de las categorías que se ven perjudicadas por ella, se pueden encontrar fácilmente trampas muy parecidas sobre la noción de libertad. En los círculos empresariales, está obviamente lo que consiste en el "espíritu empresarial" y, en la extensión de una deriva de la propiedad privada de los más acaudalados capaz de convertirse en un monopolio en detrimento de la comunidad, de explotar al prójimo sin ningún obstáculo -cuyo derecho o condición no debe tenerse en cuenta so pena de ser gravado con cargas onerosas. Este principio, que procede de una desviación del liberalismo que da nombre al neoliberalismo, se erige en axioma económico común para permitir los peores abusos y autorizar que cualquier crítica se haga pasar por autoritaria en una total inversión de papeles. Al mismo tiempo, los avances sociales o jurídicos se presentan como dependientes de una alianza entre la democracia (al menos su versión "representativa", sobre la que hay algunas críticas) y el neoliberalismo, aunque estos avances sean generalmente el resultado de resistencias o incluso revueltas que han establecido un equilibrio de fuerzas con un poder que se ve obligado a ceder algo de terreno para mantenerse.

La misma hipocresía en los círculos reaccionarios sobre la libertad de "expresarse", invocando en particular una falsa cita atribuida a Voltaire, como "no estoy de acuerdo contigo pero lucharé para que puedas expresarte" - lo que en sí mismo es malinterpretar a esta personalidad irascible que debe estar revolviéndose en su tumba al ver su nombre asociado al racismo del bulevar Ménard y a la conspiración de la red Meyssan. En nombre de un democratismo ideal que desprecia cualquier marco que respete el deslizamiento colectivo e incontrolado, la descarga de odio (incluido el odio racial o sexista) se convierte mágicamente en una "opinión" digna de ser escuchada y retransmitida. Y en cuanto uno critica el contenido o la forma de esa "expresión", se encuentra irónicamente expuesto a ser acusado de "liberticida" por los mismos movimientos que difunden la reducción de las libertades, y que aprovechan para hacerse las víctimas de la "bienpensancia". En definitiva, la libertad se convierte aquí en geometría variable: total para la reacción que se presenta como "valiente" e inexistente para sus detractores, que se asimilan así a los peores dictados (Hitler o Stalin siguen encabezando la lista de anatemas favoritos).

Este es el mejor disfraz de toda contrarrevolución: hacerse pasar por "liberadora" para federar las posiciones a su favor y descartar a sus oponentes como infames alborotadores.

"Flexiguridad" y "feminismo"

No hay mejor caballo de Troya para el capitalismo que el que consiste en hacer pasar la contrarrevolución y sus retrocesos sociales por la modernización de vanguardia, y al mismo tiempo legitimar la resistencia a esta depredación destructiva como conservadurismo, de nuevo invirtiendo los cargos. Así, en materia de organización del trabajo, los "expertos" nos alimentan constantemente con los espejismos de una "flexiguridad" fragmentada, citando como ejemplo a los países nórdicos pero, como es natural, sin acompañarlo de los avances optimizadores que han realizado (garantías de carrera, reducción de las desigualdades, acceso ilimitado al conocimiento, horizontalidad en las estructuras, etc.) En realidad, en nombre de esta flexibilidad unidireccional, es pura precariedad lo que se nos transmite en un paquete engañoso y una publicidad descaradamente falsa. Los pactos de "competitividad" y "responsabilidad" son un ejemplo elocuente: Lejos de las promesas iniciales del candidato Hollande, las tibias recomendaciones del informe Gallois se han transformado en una política de reducción masiva de cargas que beneficiará principalmente a las mayores empresas (que ya se benefician de exenciones y practican una "optimización" comparable a la evasión fiscal) que sabemos que utilizan en los dividendos de los accionistas con una gran cantidad de despidos -los ejemplos abundan-, todo ello sin NINGUNA contrapartida vinculante.

El mismo doble fondo en el discurso de la extrema derecha sobre un "laicismo" y un "feminismo" de apariencia que en realidad esconden un racismo virulento; tomemos el ejemplo de una de las numerosas organizaciones que operan en el seno extendido de un FN en proceso de suavización notabilizadora. En nombre de una defensa del modelo social francés, que sobre el papel es capaz de unir a los anticlericales ingenuos y a los más reaccionarios (desde los secuaces de Dupont-Aignan hasta los del Bloc Identitaire), Riposte Laïque difunde una islamofobia de lo más violenta que se basa en dos pilares. En el fondo, una revisión incoherente de la lucha de las mujeres que consiste en una hostilidad indiscriminada al velo y, al mismo tiempo, un rechazo epidérmico al aborto o al control de la natalidad. A estas construcciones caricaturescas se suma el laicismo de una farsa que predica la incompatibilidad del Islam, necesariamente salafista*, con la cultura de Francia, necesariamente cristiana. El movimiento recibe un apoyo de choque: del FN, que se inspira en él comparando las oraciones callejeras con la ocupación nazi, de Zemmour, que desarrolla el mismo tipo de tesis en panfletos indigestos y charlatanescos, de Rioufol, que invierte el colonialismo esclavista y el racismo antiblanco, y de muchos otros vectores notorios de la reacción.

También en este caso, detrás del despliegue falaz, las intenciones comunes son crear adhesión en torno a elementos atractivos ("flexiguridad", "laicismo", "feminismo") cuyo núcleo está compuesto por la antimateria de la promesa que los envuelve.

"Pragmatismo" y parasitismo

Entre los numerosos contrafuego utilizados a ultranza por el bando "liberal" para cortar la hierba figurativamente (pero también "limpiamente", con los grandes proyectos inútiles) bajo los pies de sus adversarios, hay uno ya clásico: el de cubrirse con el velo de un "pragmatismo", ya que se apoya en una pseudociencia de la economía que dista mucho de ser neutral. De hecho, los paradigmas actualmente en uso a pesar de las crisis son el resultado de una serie casi ininterrumpida de turbias tesis libertarias (principalmente de la escuela neoconservadora de Chicago inspirada en Hayek) o de interpretaciones sesgadas de teorías opuestas o anteriores, desde Smith a Keynes pasando por Marx. La mano invisible que equilibra el egoísmo mercantil, los intereses compuestos que justifican la competencia (que es cualquier cosa menos libre o justa), la mercantilización total a través de la desregulación total, y la transferencia de todas las consideraciones sociales y ambientales a las externalidades... este "realismo" es de hecho políticamente interesado y fabricado a favor de los intereses dominantes. El ejemplo moderno más llamativo de esto en Europa es quizás la deriva del laborismo británico, que era radical y muy propio del paisaje británico, hacia un blairismo totalmente orientado a los negocios, que se ha visto atrapado en el tren de la realpolitik hasta estrellarse.

El mismo charlatanismo pseudocientífico mezclado con el fetichismo cientificista puede encontrarse en los universos reaccionarios del negacionismo* y el conspiracionismo*, que son muy distintos entre sí. En estos dos ámbitos, la razón es convocada a apartarse sin reservas detrás de lo que se presenta como "irrefutable", a menudo consistente en la opinión de un único experto (que podemos descubrir que no lo es, o que está bajo la influencia de un lobby) presentado como "rebelde", especialmente si es contradicho por sus pares, o la presentación de imágenes fijas o en movimiento que se suponen fidedignas, pero que, si se examinan con detenimiento, pueden resultar descontextualizadas, truncadas o directamente falsas. Por lo general, estos elementos no son más que los instrumentos de una metodología paracientífica, lejos de los criterios positivos y refutables. Entre otros procedimientos: se mantiene selectivamente sólo lo que refuerza la tesis defendida, ignorando cualquier contradicción; se insiste deliberadamente en elementos secundarios para enmascarar las debilidades del "razonamiento" desplegado; se malinterpreta deliberadamente todo o parte del corpus de fuentes disponibles para confundir al público; si es necesario, se inventan "pruebas" a partir de nada o casi nada; etc. No faltan ejemplos de estas prácticas, desde los esclarecimientos sobre los chemtrails o el 11-S hasta la falsedad de Faurisson y las encuestas pro-FN.

También en este caso, bajo la apariencia de una falsa ciencia, se inocula una visión orientada de los hechos para que se convierta en "cultura" y posteriormente influya en nuestra visión del mundo y de nosotros mismos.

"Irrealismo" y antifascismo

Como consecuencia directa de los métodos descritos, se hace posible que el campo conservador etiquete a sus oponentes con un "irrealismo" que evita cualquier cuestionamiento, interno o externo, contra sus intereses. A partir de ahí, no importa lo grande y eficaz que sea la contracultura altermundista, ecosocialista o anarcosindical. ¿Cortocircuitos y monedas alternativas? ¿Cooperativas horizontales y reparto de recursos? ¿Energías renovables y reducción del consumo-contaminación? ¿Reubicación de la política y democracia directa? El sistema y sus devotos responden con "Utopía", como ocurrió en los años 60 y 70. "No hay alternativa", añadió la vulgata de los años 80, en sintonía con Thatcher. "Competencia global o nada", seguía afirmando su episcopado mercachifle desde los años 90 hasta hoy, a pesar de su responsabilidad en sus crisis. Irónicamente, nada parece devolver a estas personas adoctrinadas a la historia, a la realidad o a los problemas futuros.

El mismo proceso de confusionismo reaccionario que llega a inventar palabras para Churchill para decir que los "verdaderos" fascistas son en realidad... ¡los antifascistas! Uno de los vectores más de moda de esta incoherencia es Chouard, reforzado por amables virus dispuestos a vender el mensaje del gurú, su "buena palabra" santificada, casi. Lejos de su encomiable trabajo sobre la constitución europea de 2005, se ha ido acercando poco a poco a la fachosfera a través del círculo de Borgoña, para desvirtuar un trabajo sustantivo sobre la democracia (que no es el único que hace y sobre el que rara vez cita sus fuentes) con los comentarios más retrógrados en connotada compañía (entre ellos Blanrue, Cheminade, Collon, Vivas, Ozon, Dedaj, San Giorgio, Jones, Rougeyron, Jovanovic o Drac): En resumen, tantos excesos autorizados en nombre de la libertad de expresión y de una "iségoria" laxa, todo en favor de los discriminadores profesionales.

La ceguera y la inversión de roles son también trayectorias ideológicas idénticas en las dos esferas en cuestión, que por lo tanto parecen ser cada vez más una y la misma, aunque con dos caras.

Pensamiento o emoción

La última técnica conjunta de los dos bandos dominantes es utilizar "argumentos" emocionales para acabar con cualquier pensamiento matizado. Por ejemplo, en los grandes medios de comunicación encontramos esta moda de las imágenes impactantes (cadáveres, heridos, etc.), de la oposición frontal (debates, manifestaciones, guerras), en definitiva, de las noticias sensacionalistas o de lo extraordinario trivializado por la competencia por las primicias. La versión "antisistema" de esto se encuentra en los miedos construidos (terrorismo de los salafistas, satanismo de las sociedades secretas, pederastia de las élites, etc.) para negativizar y peyorar las categorías asociadas (por ejemplo, musulmanes, masones, judíos, etc.).

A estas represiones socio-intelectuales se une brillantemente la inflación policial y penal, tanto por las leyes y los actos liberticidas (errores, redadas, expedientes promovidos o encubiertos desde Sarkozy hasta Valls incluidos) como por la retórica ansiolítica (por ejemplo, la "lucha" contra los piratas-pedonazis-terroristas), puesta en marcha tras las siglas HADOPI o LOPPSI. Todo ello milita por un mayor control social, tanto en el mundo virtual como en el real, así como por la exclusión (o el envío a un lado) de cualquier rebelión contra el orden capitalista establecido.

Para concluir: como un Jano de dos caras, el "liberal" Patuleius y el "reaccionario" Clusius, el sistema dominante actual histeriza y binariza cualquier debate que le concierna de cerca o de lejos para dividir, no sin recuperar, cualquier opción, a favor o "en contra". Es una forma de dejarnos sin otra opción que jurarle lealtad, directamente o a través de una falsa disidencia* que oscurece la resistencia real y sus posibles alternativas -que obviamente la reacción querrá infiltrar, recuperar y desviar por todos los medios posibles (que se pueden desarrollar más adelante en este artículo). "

Léxico:

Confusionista: aquel que mantiene la confusión de ideas en los demás. Salafista: movimiento que reivindica una vuelta al Islam de los orígenes, desviado hacia un fundamentalismo compuesto (quietista, político y yihadista). Negacionismo: neologismo que designa la impugnación de la Shoá. Por extensión, se refiere a la negación o minimización de otros hechos históricos. Conspiración/Complotismo: especulación sobre un plan orquestado en secreto por un grupo, a menudo considerado malicioso por los defensores de estas teorías. Disidencia: describe la oposición o resistencia a una autoridad poderosa y centralizada.

Fuentes:

simplyleft.wordpress.com/2013/07/12/le-ruissellement-des-adrets-ou-le-

gauchedecombat.net/2014/02/23/cercle-des-volontaires-et-info-libre-une

www.medelu.org/Usurpation-d-identite-politique www.youtube.com/user/LeStagirite

france.attac.org/archives/spip.php?article6299

rue89.nouvelobs.com/hoax/2011/04/14/arretez-avec-le-je-me-battrai-pour

www.luipresident.fr fr.wikipedia.org/wiki/Riposte_laïque

www.vice.com/fr/read/theorie-du-chemtrail-chris-bovey-923

www.phdn.org/negation/faurisson/daeninckx-frank-faurisson.html

info.arte.tv/fr/capitalisme www.spanishbombs.net/?p=14

Libro: Sur la télévision de P. Bourdieu - Liber-Raisons d'agir, 1996

Libro : La Frénésie sécuritaire de L. Mucchielli - La Découverte, 2008

Documental: Une contre-histoire de l'Internet de Sylvain Bergère, 2013

ARTÍCULO FUENTE: ACTUALUTTE - 12/2014

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2014/12/double-langage-la-culture-du-faux