La ecología social y el municipalismo libertario, ante el próximo colapso

"Ante el estancamiento climático y las sociedades en crisis, el capitalismo y su sombra cambiante se adaptan a los temblores de una revolución en la consideración humana de la naturaleza y el medio ambiente. Los industriales y los gobiernos se han puesto el disfraz de la transición energética para despejar el camino hacia nuevas fuentes de beneficio. Mientras se corre la voz, las prácticas de desarrollo industrial y económico siguen destruyendo nuestro planeta y generando dominación e injusticia social. En este contexto, el pensamiento de Murray Bookchin, presentado durante una conferencia de los Encuentros Intergalácticos en la ZAD de Notre-Dame-des-Landes, y que inspiró la organización social en el estado de Rojava, propone un cambio de paradigma en el enfoque de la economía y la política, a través del prisma ineludible de la ecología.

Murray Bookchin es un electrón libre dentro del pensamiento y la filosofía libertarios. Nacido en 1921 en el Bronx, de padres inmigrantes judíos rusos con antecedentes anarcosindicalistas, entró en contacto con el mundo de los trabajadores a una edad muy temprana y se afilió a las Juventudes del Partido Comunista a los nueve años. Vendió el diario del partido en una subasta, y muy pronto se involucró en los debates y discusiones, participando en la organización de huelgas de alquiler y movimientos de desempleo. En 1936, expresó su desacuerdo con la línea del PC, que equiparaba a los socialistas con los fascistas.

DEL COMUNISMO AL ANARQUISMO Y LA ECOLOGÍA SOCIAL 

Bookchin ya demostró su voluntad de hacer dialogar a toda la izquierda, de confrontar ideas sin excluirlas. Participó en el movimiento antifascista en torno a la guerra de España, antes de ser expulsado del PC por "desviacionismo trotskista-anarquista" mientras apoyaba la revuelta anarquista contra el estalinismo y el pacto germano-soviético. Inmerso en el medio obrero, fue también sindicalista. Sin embargo, acabó cuestionando al proletariado como único sujeto revolucionario, en una sociedad en la que los trabajadores se integraron progresivamente en el capitalismo, y en la que la evolución tecnológica condujo al desarrollo de los trabajadores autónomos y a la esclerosis de las masas proletarias.

En la década de los 50, se estaba desarrollando una cierta conciencia ecológica en Estados Unidos. Bookchin escribió sobre la agricultura industrial y señaló el papel de los productos químicos en la destrucción de los ecosistemas y el envenenamiento de las poblaciones y el medio ambiente. Tomando su análisis y crítica del capitalismo del marxismo, establece de diversas formas el vínculo inextricable entre capitalismo y destrucción ecológica, la oposición entre capital y supervivencia. Pero rechaza el materialismo histórico de la corriente marxista, que tiene como objetivo el derrocamiento de las clases. Siguiendo esta línea de razonamiento, Bookchin establece entonces que el sujeto revolucionario debe ser todo el mundo, porque todo ser humano se enfrenta a la supervivencia.

La noción de dominación de la naturaleza por el hombre se desprende de la dominación real del hombre por el hombre.

Es a partir de estas observaciones que Bookchin desarrolla la "ecología social", una teoría político-filosófica que pone como primer principio que el ser humano es uno con su entorno natural, y trata de enfrentarse a un sistema económico que se ve constantemente obligado a crecer en detrimento de los vivos. Los problemas ecológicos son, por tanto, el resultado de los problemas sociales y, en particular, de la dominación del ser humano sobre sí mismo.

El principio de competencia, inherente a la economía capitalista, es responsable de un crecimiento necesariamente infinito, que mercantiliza todo poco a poco y destruye nuestro medio ambiente, así como de comportamientos de dominación que fracturan el tejido social. El capitalismo verde no es una excepción, pues afirma que contamina menos mientras sigue destruyendo la naturaleza y las estructuras sociales autóctonas. Desde los años setenta, Bookchin viene advirtiendo a los movimientos ecologistas contra la progresión de un ecologismo reformista y estatista, ya plenamente integrado en el tejido capitalista.

LUCHAR CONTRA EL ESTADO, PRINCIPAL INSTRUMENTO DE DOMINACIÓN 

El Estado es una pieza clave de este sistema, agregando los intereses económicos dominantes de la sociedad en torno a medios de acción y palancas económicas que siempre buscarán favorecer al mercado, y resolviendo los conflictos de clase con zanahorias y palos (mínimos sociales y represión). Para doblegar a las poblaciones, se recurre a una especie de "estrategia de choque", como teorizó más tarde la periodista y ensayista Naomi Klein: la explotación o el desencadenamiento de catástrofes que permiten a la ideología ultraliberal, inspirada especialmente en el economista de la escuela de Chicago Milton Friedman (principal influencia de la política económica de Thatcher o de Pinochet), imponer prácticas económicas radicales.

La democracia representativa, un modo de gobierno nacido de cuatro revoluciones burguesas occidentales, no es una verdadera democracia. Aglomera en manos de una casta restringida la representación de los intereses dominantes. Bookchin considera que la conquista del Estado es imposible, un sinsentido, porque su estructuración no corresponde a la lógica de una comunidad humana plena y universalmente integrada en su entorno. El Estado depende del capital tanto como al revés.

Las guerras necesitan armas, pero las armas necesitan guerras.

En contraste con la sociedad capitalista, ¿qué modelo debería ser? ¿Cómo podemos lograr esa integración con la naturaleza que reclama Bookchin? El pensador desarrolla vías para el retorno a lo local, la definición de las necesidades reales y las necesidades reales, en contraposición a las generadas por la industria de masas. También se interesa por la permacultura y la ecología solidaria, un término que hoy en día es retomado populistamente por el de transición ecológica.

MUNICIPALISMO LIBERTARIO: ¿QUÉ MEDIOS PARA DETERMINAR EL FIN? 

Bookchin determina que el vínculo que puede permitir a los seres humanos establecer un sistema resistente y respetuoso con el medio ambiente es el ineludible tema ecológico, que sitúa el interés común en el centro de los procesos de decisión. Para desarrollarlas, se inspira en los movimientos comunalistas que acompañaron a la guerra española, especialmente en el ámbito anarquista, y que se basan en la toma de posesión de la política -término usurpado por las clases dominantes- por parte de la población, la autoorganización y la autogestión de su entorno en todas sus facetas: social, sanitaria, educativa, etc.

Pero Bookchin también aprendió de los errores cometidos por la CNT española que, a pesar de los importantes logros y de una profunda revolución, vio cómo algunos de sus líderes aceptaban el poder del gobierno. Para Bookchin, el poder de decisión no puede alcanzarse mediante ninguna forma de dominación, por lo que la participación en el Estado se opone a los principios de autogestión que defienden los anarquistas. De ello extrae la crítica a la falta de estructuración de la organización política, que favorecerá el ascenso del más fuerte.

Sin embargo, el comunalismo le parecía la mejor manera de estructurar políticamente una sociedad. Por ello, propuso un sistema: el municipalismo libertario. Se basa en comunas libres gestionadas en democracia directa, unidas por una red a escala mundial que conduce a una Comuna de comunas donde los mandatos serían imperativos y revocables, para sustituir al Estado-nación. Bookchin intenta equilibrar lo que conserva del marxismo (la crítica al capitalismo), el anarquismo (la crítica al poder y al federalismo) y sus convicciones ecológicas: cuanta más variedad haya en un ecosistema, más resistente será. Por tanto, el sistema político debe dar cabida a todos y basarse en una estructura suficientemente fluida. Esta forma de concebir la política es la que ha inspirado la organización social del Estado de Rojava, que integra un mosaico de pueblos.

Además, la práctica comunalista es factible dentro de la propia persistencia del sistema capitalista. Al participar en las elecciones comunales, se toma el pulso a la apertura de la población a un nuevo enfoque de la política. Pero, al mismo tiempo, es necesario desarrollar asambleas de decisión y autoinstituciones flexibles que estén en tensión con las del Estado y que puedan sustituirlo por una estabilidad libre de la variabilidad permanente de la economía capitalista. Un ejemplo es el movimiento zapatista en Chiapas que, ante la negligencia de las instituciones estatales, ha desarrollado sus propias comunidades autónomas (casi cuarenta) en torno a prácticas comunalistas, democracia directa, educación y justicia popular.

Para Bookchin, el principio confederalista general crea un intercambio que puede ser fomentado por la tecnología, vista como fundamental. La tecnología puede liberar el tiempo necesario para el intercambio y dedicarse a la democracia, el desarrollo personal y el bienestar. Sin embargo, Bookchin es muy crítico con su función capitalista y, en particular, con la destrucción de la naturaleza que engendra, incluida la explotación animal, que compara con los campos de exterminio nazis, denunciando la "industria de la muerte", derivada de la racionalización capitalista.

INFLUENCIA EN LOS EXPERIMENTOS SOCIALES Y POLÍTICOS 

Según los principios de Bookchin, aplicados en Chiapas o en Rojava, la primera autodefensa es la organización. Por lo tanto, estos experimentos sociales responden a esta estructuración democrática directa y al proceso de toma de decisiones compartido. Muy influenciados por Bookchin, el PKK kurdo y el PYD adoptan el confederalismo democrático, que se basa en una democracia asamblearia cercana al municipalismo libertario, donde la cooperación es paritaria y multiétnica dentro de procesos de decisión autogestionados. La igualdad de género es una de las bases estructurantes del modelo de sociedad que se ha establecido.

La educación popular lucha contra los condicionamientos capitalistas y perpetúa la transmisión del conocimiento local y global. No hay necesidad de policía, todos vigilan y autoorganizan la seguridad del territorio. La justicia restaurativa se centra en la voz de las víctimas y en la posibilidad de compensación, en la reintegración de los que han actuado mal y en el aislamiento de los que son deliberadamente peligrosos para la comunidad. La autocrítica de la sociedad es fundamental en estos procesos, que se aplican de manera similar en Chiapas.

El pensamiento de Bookchin ofrece una crítica aguda y realista de los males de la sociedad capitalista y del principal corolario que la hace obsoleta hoy en día: la destrucción de nuestra especie por sí misma, llevándose consigo toda la biodiversidad. El sistema político del municipalismo libertario sienta las bases de una democracia directa a escala ecológica justa y con vocación hegemónica, cuyos principios fundamentales se reflejan en numerosos experimentos sociales y políticos en todo el mundo. Sitúa a las personas y a la naturaleza en el centro del proceso político y de la legitimidad del autogobierno en su entorno. Por ello, no es de extrañar que hoy en día se desarrollen movimientos municipalistas - a veces para bien o para mal - y que se extiendan los experimentos locales.

Un precepto libertario fundamental: todo ser humano es competente para gestionar los asuntos de la sociedad, y más concretamente de la comunidad de la que es miembro. Ninguna política tiene legitimidad democrática si no ha sido propuesta, discutida y decidida directamente por el pueblo, y no por representantes o sustitutos. Sólo la administración de estas directivas políticas puede ser confiada a consejos, comisiones o colectivos de personas cualificadas, eventualmente elegidas, que llevarían a cabo el mandato popular bajo control público y responsabilidad ante las asambleas que toman las decisiones..."

FUENTE: The Pope's Mule

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2021/06/ecologie-sociale-et-municipalisme