"Y si queremos ser completamente modernos, si queremos abarcar todas las declinaciones políticas actuales, nos gustará combinar los dos términos "Estado" y "gobierno" en uno solo: "gubernamentalidad", una instancia anónima y sin rostro. El Estado no es el gobierno -cambiamos de gobierno pero el Estado es duradero- sino una institución; una institución que detenta -es una realidad segura- el monopolio de la fuerza legítima sobre el pueblo y sobre un territorio determinado. También hay que tener en cuenta que "la frontera es uno de los elementos principales en la definición del Estado", al tiempo que se precisa que "la evolución de los flujos migratorios proporciona una valiosa información sobre las transformaciones que podría sufrir el Estado en un futuro próximo". Sin embargo, no debemos dejarnos engañar por las transformaciones del Estado que creemos ver en favor de los organismos internacionales o de las llamadas descentralizaciones. Es cierto que no hay que pensar que el Estado abandone sin más su soberanía a instancias supra o infraestatales; no, modula diferentes formas de gobernar según las necesidades. Y si se puede decir que el Estado es el único que tiene derecho a la violencia, hay que recordar que, "en la Edad Media, el Estado real se fundaba en la ley, que es la expresión de la justicia y que preexiste al poder". Pero la invención del Estado en su forma actual, el "stato" de Maquiavelo, tuvo lugar entre los siglos XIV y XV. Si el Estado está fechado, la noción de dominación es inmemorial. Entonces, "¿de qué serviría una sociedad sin Estado si se mantuvieran en ella relaciones de dominación? "¿Qué importa que el Estado desaparezca si la dominación permanece? Por todo ello, "los anarquistas son enemigos del Estado, eso es bien sabido", leemos en el número 30 de la revista Réfractions, que se titula "De l'État". Otra cita -entre otras que arrojan luz sobre este frío monstruo- de esta revista. "A la teología política del Estado moderno se une [...] la teología económica del mercado capitalista cuya mano invisible equivale a la providencia divina.
La forma de gobernar
La mano invisible, una fuerza más maligna que divina que el neoliberalismo presenta como una ley natural, una ley espontánea de la economía a la que hay que dejar que se desarrolle y a la que hay que someterse y que no tiene otra salida que la desobediencia al llamado orden de las cosas, la resistencia a los consejos de los expertos con un conocimiento que dista mucho de ser neutral y que ahora se basa en las nuevas tecnologías de la información. Perverso neoliberalismo, pues, ya que se apropia de la "idea de libertad" y de la autonomía de los dominados, que se verán implicados en su propia explotación, aceptando de buen grado la servidumbre voluntaria -en "cadenas de papel"- para satisfacción de los amos. Sí, "para hacerse obedecer, el Estado recurre a recursos éticos en quienes le obedecen". Coacción invisible, "dominación simbólica", "violencia simbólica", "el hecho de que estemos preparados para la obediencia y domesticados desde dentro por el Estado". Sí, "¿qué nos hace obedecer sin tener una pistola en la espalda? Sobre todo, buscamos menos personas que obedezcan que "individuos capaces de innovar y adaptarse". Esta es la nueva "gobernanza". ¿Anuncia este neoliberalismo un triunfo de la economía y las finanzas sobre la política y el Estado, con la desregulación del progreso social como base? Con un gran retroceso de los servicios públicos y las protecciones individuales en favor del sector privado, más rentable; el servicio público también debería generar beneficios.
Así, la mano izquierda -social- del Estado ignoraría su mano derecha -represiva y neoliberal-. Frente al neoliberalismo, el Estado ha perdido gran parte de sus poderes, como el control de su moneda, mientras que por otro lado, el dinero se hace con dinero, mientras que otros desean crear "sociedades sin fábricas". Pero no basta con ganar dinero "para crear valor", hay que ganar más de lo que se ofrece en el mercado para el mismo nivel de riesgo. Por lo tanto, el estado no es estable; cambia según las fuerzas que lo alimentan en el subsuelo. Y el Estado no está más sano que cuando está en guerra. El Estado hace la guerra y es la guerra la que hace el Estado. También en este caso, lo que se necesita es una desobediencia generalizada.
Tú que estás leyendo estas líneas, no te conformes con eso, ¡ve a la fuente! Puede preguntarse con qué vamos a sustituir este Estado abolido y cuáles serán los medios para hacerlo... Es cierto que la construcción del Estado y la historia que se desarrolla nos han cerrado futuros posibles; reabrir estas posibilidades presenta dificultades, pero no es imposible. Se trata de avanzar con "programas de investigación y acción"..."
FUENTE: Le Monde Libertaire
Traducido por Jorge Joya