Expediente de autogestión: sembrar la utopía para cosechar la realidad - Laurent Esquerre

¿Qué papel pueden desempeñar las experiencias de autoorganización, autogestión y contrapoder? ¿En qué condiciones pueden contribuir a avanzar en la transformación social y darle sentido? Contribución al debate.

El período comprendido entre finales de los años 70 y principios de los 90 se caracterizó por un retroceso en el debate sobre la transformación radical de la sociedad y la necesaria ruptura con el capitalismo. Las ilusiones que arrastra la perspectiva de la llegada al poder de la izquierda reformista, el hundimiento del estalinismo, la reorientación de los sindicatos mayoritarios, la ofensiva ideológica del capital y el excesivo pragmatismo de la extrema izquierda fueron obstáculos para una confrontación sobre estas cuestiones esenciales.

Hubo que esperar al levantamiento zapatista (1 de enero de 1994) y luego a la aparición de un movimiento altermundista para rehabilitar el debate sobre la utopía y avanzar en la idea de que otro mundo era posible.

"Otro mundo es posible" no tiene el mismo significado para todos. Para aquellos que se niegan a romper con el capitalismo y que sólo quieren atacar al liberalismo, significa que este mundo, el capitalismo, podría ser mejor y que para ello se necesitan verdaderos mecanismos de regulación. Esta regulación implicaría la rehabilitación del Estado y una reforma de las instituciones internacionales (Banco Mundial, G8, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio), pero también la creación de impuestos que otorguen un papel social al capital (tasa Tobin, por ejemplo).

Tal proyecto reformista no tiene hoy ninguna base real y no puede contar con ningún margen en un contexto marcado por la dominación indivisa del capital. El Estado "del bienestar" sólo fue un paréntesis de unas pocas décadas y se basó en una base de derechos colectivos concedidos en un contexto en el que la relación de fuerzas era menos favorable al capital.

Mientras sus fundamentos no se vean amenazados, el capital no tiene interés en volver a las viejas recetas del fordismo. Las guerras por el saqueo del planeta, la guerra social del capital contra los derechos de los trabajadores, la precarización, las políticas que conducen al empobrecimiento de una parte creciente de la población mundial tienen por desgracia un buen futuro por delante.

El papel de los revolucionarios no es confiar únicamente en el deterioro de la situación económica y social para esperar que los oprimidos recuperen el control. Asimismo, proponer un proyecto de transformación radical de la sociedad es necesario pero no suficiente. En el Proyecto Comunista Libertario elaborado en los años 80 por la Unión de Trabajadores Comunistas Libertarios y en el que todavía se basa Alternative Libertaire, planteamos de la manera más concreta posible lo que podría ser una sociedad libertaria sin Estado y sin clases, basada en un modo de producción y una democracia autogestionaria. La elaboración de este proyecto no se hizo "en un laboratorio", se basa en la experiencia de las luchas y en los debates que han atravesado nuestra corriente.

En este mismo proyecto, explicamos cómo las luchas, las huelgas, pero también los contrapoderes pueden contribuir a romper con el capitalismo y prefigurar una verdadera alternativa revolucionaria.

En este dossier hemos querido destacar los gérmenes de utopía que son los centros sociales de Suiza e Italia, las empresas recuperadas de Brasil y Argentina, y las comunidades rebeldes de Chiapas. No hemos tratado de engañar a la realidad mostrándolos bajo una luz idílica y, por lo tanto, no hemos dudado en señalar las contradicciones y los límites que son, en particular, los del mercado capitalista y la ideología dominante.

Un papel educativo

Cada uno de ellos demuestra, a su manera, que la aspiración a la autonomía está mucho más extendida de lo que nos gustaría creer y que su papel pedagógico es esencial.

Este es el papel pedagógico que los anarcosindicalistas asignaron a las escuelas, cooperativas (de consumo y producción), ateinarios y otras bolsas de trabajo que crearon en toda Europa y el continente americano. En España, la revolución libertaria y las experiencias de colectivización de la tierra, las empresas y los servicios públicos entre 1936 y 1938 no habrían sido posibles sin la labor educativa y los experimentos sociales de la Confederación Nacional del Trabajo.

Del mismo modo, el actual auge de las cooperativas y las empresas recuperadas en algunos países de América Latina se explica en parte por esta misma influencia del anarcosindicalismo, que fue una corriente muy poderosa en esa parte del mundo hasta los años 30.

Si se inspiran en un ideal igualitario, solidario y a menudo libertario, a veces también constituyen una respuesta dictada por la necesidad, es decir, una alternativa, aunque sea parcial pero no por ello menos real, a la miseria y los despidos.

Utilidad social

En Francia, que apenas se menciona en este dossier, la perspectiva de recuperación se planteó en el momento de la lucha contra el plan de cierre de las fábricas del grupo Lu/Danone en Calais y Ris Orangis en 2001. Esta opción también se debatió en ambos sitios. En Calais, los trabajadores y el sindicato CGT elaboraron un plan de toma de la empresa apoyado por el ayuntamiento PS-PCF-Alternativos. Este plan chocó con la determinación del grupo Danone, para quien era impensable que los trabajadores pudieran dirigir la empresa por su cuenta. Para no dar opción a esta opción, la multinacional aceleró el cierre de la obra durante varios meses.

En Ris Orangis, los trabajadores debatieron dicho proyecto sin aceptarlo. Consideraban que era posible volver a poner en marcha la empresa y producir bajo su control, pero dudaban de la viabilidad del proyecto en cuanto a las posibilidades de vender la producción.

Este razonamiento puede parecer sorprendente si se tiene en cuenta que el boicot de Lu/Danone tuvo una respuesta real de la población. Del boicot a la recuperación, sólo hubo un paso que los trabajadores de Lu/Danone no quisieron dar. Miedo al aislamiento, miedo al fracaso sin duda, pero no sólo. A pesar de sus conocimientos, muchos de ellos tenían una imagen profundamente devaluada de su trabajo y de lo que producían, y esto también jugó en su contra.

Esta cuestión de la utilidad social está en el centro de la crisis del trabajo. Es un punto de referencia esencial para oponerse a la reestructuración del capital y a la mercantilización del mundo, pero también para reconstruir un proyecto de autonomía y de transformación social.

Lo que no hicieron los Lu/Danone, quizá lo hagan otros el día de mañana ante la perspectiva de verse en la calle. Una reflexión que es útil realizar hoy. Experiencias alternativas que sólo pueden fomentarse y apoyarse en el contexto actual. Porque quizá no sea necesario esperar a una situación de colapso económico casi total como la de Argentina para actuar.

Sin embargo, estos experimentos sólo tienen sentido si están ligados a luchas o movimientos de emancipación.

Experimentar no significa que debamos engañarnos sobre un supuesto efecto bola de nieve que desestabilizaría el capitalismo. Estas ilusiones son las del cooperativismo y la economía social que, partiendo de un ideal generoso, han seguido el camino de la integración con el mercado por falta de vínculos suficientemente fuertes con las luchas sociales. Para ello, es imprescindible la ruptura con el capitalismo, el cuestionamiento de la propiedad de los medios de producción y del poder de los capitalistas, y la liberación de las instituciones que garantizan la permanencia de ese mismo poder. Porque esto es lo que permitirá una redistribución general de la riqueza.

Laurent Esquerre

Traducido por Jorge Joya

Original: www.unioncommunistelibertaire.org/Dossier-autogestion-Semer-de-l-utopi