Definición de antiproductivismo:
En general, me parece que muchas palabras en "-ismo" provienen de "la colonización del sentido amplio por el sentido estricto". Así, el racionalismo es la doctrina que reduce todos los procedimientos de decisión a la sola racionalidad. Así, el industrialismo es la doctrina que reduce toda la producción industrial a la producción industrial. Así, el productivismo es la ideología que reduce toda evaluación de la producción al único criterio de la productividad.
El antiproductivismo es el rechazo del productivismo.
En este sentido, constituye la ideología del decrecimiento (como el productivismo constituye la ideología del crecimiento).
El contenido de esta ideología productivista es: "producir por producir".
En el productivismo, las cuestiones previas (los "recursos") y posteriores (los "residuos") se descartan tanto como la cuestión central del "producto" (¿qué producir?).
La "vulgata" marxista descarta estas cuestiones para centrarse únicamente en la cuestión de las relaciones de producción. Y así es como el marxismo puede encontrarse compartiendo con el capitalismo (al que sin embargo critica) un fondo común, el del productivismo.
Por eso, un antiproductivismo coherente criticará el capitalismo tanto como las críticas (productivistas) al capitalismo.
¿Cómo definir el antiproductivismo en relación con el antiliberalismo, el anticapitalismo y el altermundismo?
El antiproductivismo pretende ser una crítica más profunda que el antiliberalismo y el anticapitalismo. Es en nombre de esta radicalidad que los antiproductivistas piden a los antiliberales y anticapitalistas que hagan un esfuerzo más en la crítica del capitalismo y del liberalismo.
- ¿Cómo puede el antiproductivismo justificar este radicalismo?
- Para explicar la mercantilización del mundo, el análisis de Polanyi es preferible al de Marx: "Una vez instaladas las máquinas y las instalaciones complejas para la producción en una sociedad comercial, la idea de un mercado autorregulado no podía sino tomar forma... Como las máquinas son caras, sólo son rentables si se producen grandes cantidades de mercancías. Sólo pueden funcionar sin pérdidas si el flujo de mercancías está razonablemente asegurado y la producción no se interrumpe por falta de materias primas para alimentar las máquinas. Para el comerciante, esto significa que todos los factores implicados deben estar a la venta, es decir, deben estar disponibles en la cantidad adecuada para cualquiera que esté dispuesto a pagar". [1]
- Los "factores" de producción son la naturaleza, el dinero y la actividad humana que, mercantilizados, se convierten en: propiedad privada, dinero y trabajo.
- Estos son los tres ejes de las propuestas para un antiproductivismo coherente: desmercantilizar la naturaleza, el dinero y la actividad social.
- En concreto, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar los anticapitalistas y antiliberales para recuperar la Naturaleza y la Sociedad como "bienes comunes", para recuperar la mutualización de las deudas sociales a través del dinero, para atreverse a romper con la centralidad del valor trabajo para imaginar una "indivisión social del trabajo"?
- En concreto, un antiproductivista coherente podría reprochar a los antiliberales que sólo se ocupen de la redistribución de la riqueza (disminución de las desigualdades) sin cuestionar la riqueza como tal y sin distinguir entre la miseria (falta de necesidades) sufrida y la pobreza (falta de superfluidades) elegida.
- En concreto, un antiproductivismo coherente podría reprochar a los anticapitalistas que sólo se preocupen del "cómo" (producir) sin atreverse a preguntarse el "por qué". Pero sí es difícil explicar que un conflicto social es quizás la mejor oportunidad para atreverse a romper con el Producto como tal.
- Con el altermundismo, el antiproductivismo comparte su crítica al globalismo; aunque no nos conformemos con "otro mundo posible" sino que aboguemos por otros mundos posibles.
¿Se puede ser antiproductivista en una economía capitalista?
En la medida en que la economía mundial sea capitalista (o que el capitalismo esté globalizado), el antiproductivismo se situará en el mundo que critica.
En general, se parte siempre de un mundo: por eso todo rechazo se traduce en un viaje, en una transición.
En el mundo capitalista, el socialismo utópico ha pensado más bien que estas transiciones se harán a través de alternativas concretas y de la experimentación de las minorías.
Pero cuidado, su necesidad no implica que sean suficientes. Cuidado con oponer la fábula de la Mano Invisible a la del enjambre: pues estas dos fábulas comparten la misma ilusión: la de creer que la Sociedad resulta (conscientemente o no) de la asociación (interesada o no) de individuos que existirían previamente.
¿Qué hace que una alternativa sea "concreta"?
Hay muchas experiencias sociales que son "alternativas", e incluso una economía social y solidaria (ESS) en proceso de institucionalización permanente puede iniciarlas. Pero para un decrecentista, una alternativa será concreta cuando, en el sentido más literal, no ignore ni el mundo que critica ni el que perfila. Por ejemplo, una moneda local promovida por un consejo general no es una "alternativa concreta"; por el contrario, una moneda local promovida por un grupo de ciudadanos que quieren reapropiarse del uso del dinero lo es. El campo de las "alternativas concretas" abarca las necesidades humanas esenciales, de "alta necesidad": alimentación, vivienda, salud, educación, cultura, todas aquellas interdependencias que condicionan una autonomía de vida generalizada...
¿Qué se le puede decir a un político socialista que teme perder a su electorado por adoptar una posición antiproductivista?
Cínicamente, podemos burlarnos de él recordándole que quizá sea bueno para este electorado perder a su político socialista.
Pero todo depende de lo que este "político" quiera y crea? Mientras afirme que es a través de la toma previa de poderes institucionalizados como se transforma una sociedad, hay que sospechar que sólo busca el Poder; ¿el suyo?
Por todo ello, esta desconfianza libertaria hacia todo el Poder no conduce necesariamente a un rechazo de la participación en los debates políticos: no sólo a presentarse, sino también a aprovechar la ocasión propicia para hacer discursos, no haciendo promesas sobre el futuro, sino dando a conocer (haciendo públicos) los experimentos ya en marcha, ya en la pista (las pistas utópicas concretas).
Por último, podemos hacerle dos propuestas:
1. 1. Recuérdele que ser socialista significa también redescubrir la herencia del socialismo utópico y que ahí hay un "recurso" que le impediría creer que está salvando el socialismo al cruzarlo con el liberalismo.
2. Sugerirle "bellas reivindicaciones antiproductivistas": Por ejemplo, la defensa de una renta incondicional [2] (RI) vinculada a una renta máxima aceptable [3] (RMA): ¿cómo llegar a ella? Con una demanda transitoria: una pensión única para todos. Se trata de una excelente forma de desconectar los ingresos y el trabajo que todo el mundo (de izquierdas) debería apoyar. Segundo ejemplo: abogar por una disminución de la movilidad y, por tanto, del uso del coche: ¿cómo hacerlo? Con una exigencia transitoria: una garantía de quince años en piezas y mano de obra. Tercer ejemplo: pedir un buen uso gratuito y precios más altos por el mal uso: ¿cómo hacerlo? Por etapas: el municipio de Le Sequestre (81) ya lo ha hecho [4]. Cuarto ejemplo: defendemos la reconversión industrial y podemos apoyarnos en las reconversiones anteriores durante las guerras. Quinto ejemplo: no nos conformamos con criticar el dinero para todo que es el euro, sino que experimentamos con monedas locales complementarias [5].
¿Cómo podemos situar el antiproductivismo en relación con la oposición izquierda-derecha? ¿Es posible una política sin partidos?
En mi libro Politique(s) de la décroissance traté de no confundir la política con la política.
Sin pretender ingenuamente que el pueda existir sin el. En consecuencia, nos vemos obligados a situarnos en relación con la división derecha-izquierda.
Por un lado, las luchas libradas a lo largo de varios siglos permiten distinguir claramente entre "ser de derechas" y "ser de izquierdas".
Por otro lado, si "ser de derechas" significa ver el mundo desde el punto de vista de los dominantes, entonces parece obvio que los decrecentistas deberían ser de izquierdas y pretender criticar el mundo desde el punto de vista de los dominados, los explotados, los alienados. Porque aunque los dominantes afirmen que el gusto por lo ilimitado está en la naturaleza humana, cómo no darse cuenta de que sólo la minoría de los dominantes puede saborearlo, y eso a costa de la mayoría de los dominados.
¿Es posible una política sin partidos?
No, porque lo único que lo hace posible no es la política, sino la política. Con esto quiero decir que mientras pensemos en singular, en el de la política, y no en el plural de la misma, habrá -por desgracia- espacio para los partidos.
¿Existen niveles de antiproductivismo (personal, colectivo...) y hasta dónde debemos llegar en la reducción del consumo y la producción?
No hay "niveles" de antiproductivismo, pero podemos prever varias "entradas" en la política del antiproductivismo.
Por mi parte, defiendo prioritariamente la entrada a través del colectivo, a través de la asociación.
No descuido el enfoque personal, pero creo que sólo es necesario y totalmente insuficiente, e incluso peligroso, cuando pretende que todo cambio empiece por uno mismo: ¿cómo no sospechar que el desarrollo individual sigue siendo prisionero de las ideologías del desarrollo y del individualismo?
Mi preferencia es el enfoque colectivo por dos razones:
retoma las vías utópicas de la asociación, la mutua y la cooperativa.
antepone el Hacer al Pensar; mejor aún, cuando hacemos las cosas juntos, es más fácil pensar juntos.
Sea cual sea el punto de entrada, el compromiso de decrecimiento debe encajar en un marco que Amigos de la Tierra denomina "espacio ecológico" (definido por un suelo y un techo). Esto significa que si el decrecimiento significa para los más enriquecidos (el "Norte global") la reducción de su consumo; para los "empobrecidos" (el "Sur global"), mientras estén por debajo del suelo de una vida digna, tienen derecho a exigir el crecimiento de la producción y el consumo. En este sentido, el decrecimiento es fundamentalmente el decrecimiento de la desigualdad.
¿Es posible el desarrollo (industrial) sin crecimiento?
El decrecimiento aboga por volver a los indicadores sostenibles, no implica volver a la época en la que se alcanzaron estos indicadores.
Por lo tanto, el decrecimiento no significa una vuelta al pasado o un parón, sino una "evolución": en el sentido de "transición", pero sobre todo en el sentido de "progreso".
Para imaginar una organización social convivencial y serena, miraremos tanto hacia atrás como hacia delante: sin prohibirnos innovar, inventar y crear. Pero sin convertir lo nuevo en un catecismo, porque a veces: "repetir, conservar, es resistir".
En una sociedad antiproductivista, seguiría habiendo producción, y ciertamente producción industrial; y ciertamente tecnología: pero sus usos tendrían que permanecer bajo el control democrático de los propios usuarios. En este sentido, una organización social debe ser también una organización política.
¿Cómo explicar la resistencia al antiproductivismo de un cierto número de ideólogos de extrema izquierda (como J-M Harribey o M. Husson)?
El diálogo existe entre los decrecentistas y la izquierda no decrecentista; pero honestamente es más bien un diálogo de sordos en el que nos quejamos del "fuego amigo".
¿Cómo explicar esto? ¿Cómo explicar su apego a un programa informático productivista? Globalmente, su reticencia al antiproductivismo resulta de un apego múltiple a las concepciones anticuadas del trabajo, del Estado, de los servicios públicos. Este apego se ve reforzado por su forma verticalista e incluso condescendiente de tratar las prácticas minoritarias, la experimentación social y ecológica y las alternativas concretas.
Básicamente, para prever la transformación social, siguen siendo partidarios de las estrategias de derrocamiento (a través de la toma del poder por parte de la mayoría) sin dejar realmente espacio a las estrategias de cambio (a través del equilibrio ideológico del poder que deben prever las minorías, empezando por permanecer acampados en una coherencia radical.
Más fundamentalmente, su falta de radicalidad debe provenir de una falta de imaginación social y de audacia política: a falta de practicar ya y sin esperar otros mundos posibles, siguen repitiendo y consolidando la dominación de los desvinculados de la sociedad sobre los apegados a la "convivencia". En definitiva, no vivimos en el mismo mundo que ellos; ¿es de extrañar entonces que sus rupturas sean más retóricas que prácticas? "
[1] Karl Polanyi, La gran transformación, París, 1983, pp. 68-69.
[2] Jean Gadrey, en Adieu à la croissance, París, 2010, plantea a los decrecentistas una pregunta: ¿qué futuro tienen el empleo y la protección social en la "gran transformación" hacia una sociedad sostenible? La renta incondicional, y sus perspectivas políticas, es uno de los puntos clave para dicha respuesta.
[3] La A de RMA es "aceptable", no "permitida". Porque no creemos que esta cantidad sea una cuestión de autoridad, sino de sentido común.
[4] www.lesequestre.fr/core/modules/download/download.php?documents_id=46.
[5] Detengámonos aquí porque ya hay más "hermosas reivindicaciones" movilizadoras y pragmáticas que en todos los programas de las organizaciones de izquierda.
FUENTE: DécroissanceS - 15 de junio de 2013
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2015/08/faq-sur-l-antiproductivisme.html