François Béranger, un grito libertario de actualidad - Agnès Pavlowsky

Una voz de protesta 

François Béranger, cantante y manifestante de los años 70, murió hace diez años [18 años en 2021]. Rechazado por los medios de comunicación, llenó las salas con un público fiel que compartía su ira contra la injusticia. Con palabras sencillas, música con acentos de rock, blues y a veces latinoamericanos, un lenguaje a veces crudo, que combinaba la burla, el humor y la ternura, denunciaba un sistema que explotaba y aplastaba. A los que le defendieron, les proclamó: "No conseguiréis mi flor, la que crece dentro de mí...". Ante la inercia, se preguntó: "¿Cuándo vamos a dejar de ser testigos?

Con su voz profunda, nos habló de los que quedan atrás, de los oprimidos. Sus experiencias, su aguda mirada sobre el mundo, sus revueltas, sus convicciones libertarias le inspiraron. Sus exabruptos fueron simplemente buenos para los que luchan por una sociedad igualitaria. Con toda humildad, les dijo: "Si hay un poeta, es en las peleas que se encuentra, en las peleas de las madrugadas, en las mañanas que son desilusionantes.

Heredero de la lucha obrera 

François Béranger nació el 28 de agosto de 1937 en Amilly, en la región de Loiret. Su infancia en Suresnes, en los suburbios del oeste de París, fue inicialmente la del hijo de un tornero de las fábricas de Renault-Billancourt y de una madre costurera. La familia tiene dificultades para llegar a fin de mes; su suerte mejora, ya que el padre dirige un centro juvenil: se trasladan a Boulogne.

El padre, cristiano, fue miembro de la Resistencia durante la ocupación nazi. Llevó a los niños judíos a la zona sur. También fue un activo sindicalista. En la Liberación, fue elegido diputado de la Nièvre por el Movimiento Popular Republicano (MRP). Su carrera marcó a su hijo François.

A través de sus textos, el hijo también lleva la voz de su padre, aunque no comparta todos sus puntos de vista. Él, el libertario, está en contra de un sistema de líderes, elegidos o no. En su canción Magouilles Blues, denuncia el juego tonto de las elecciones. Para él, el Estado "es esa gran cosa misteriosa que hace infeliz a la gente". No participó en la celebración de la elección de François Mitterrand en 1981, pensando en la frase de Louise Michel: "El poder está maldito".

Habiendo pasado él mismo por la fábrica, es sensible a lo que viven los proletarios a los que está unido, como atestigua su Internacional:

"Durante el verano del setenta y uno,

después de una carnicería sin nombre,

un viejo militante comunista

escribió esta canción.

Hoy nos parece muy anticuado

para cantar sus ideas de esta manera. Fue con sangre que dibujaron sus palabras;

y de sus palabras

y de sus palabras nació la esperanza.

De hecho, aunque tuvo éxito en sus estudios y sus padres le animaron a formarse, a los 16 años optó por trabajar en Renault. Allí tomó conciencia de las desigualdades ligadas al nacimiento y perpetuadas por la sociedad.

Tuvo la suerte de salir de la fábrica. Habiendo desarrollado el gusto por el canto en su familia, se unió, con amigos, a la Roulotte, una compañía itinerante con múltiples formas de expresión. Los lugares donde actuaba reflejaban su sensibilidad y sus revueltas: cárceles, pueblos, urbanizaciones de las afueras, residencias de ancianos...

De la guerra de Argelia a mayo de 1968 

La guerra de Argelia marcó un punto de inflexión. En 1958, cuando alcanzó la mayoría de edad (21 años), fue destinado a Berlín durante diez meses; luego pasó dieciocho meses en Argelia, en el departamento de señales. Durante su único permiso, se casó. Con sarcasmo, agradece al ejército "haberme abierto los ojos a la realidad del mundo".

Cuando volvió, estaba confundido y traumatizado. Los que habían estado inmersos en este horror bélico podían tomar prestadas sus palabras: "Cuando me sueltan, me vacían, soy como una pequeña bolsa de papel. El nacimiento de su hija Emmanuelle le devolvió a la vida.

Tras un breve paso por Renault, se incorporó a la ORTF (precursora de la radiotelevisión pública) y probó suerte en varios trabajos de radio y televisión. Pero, frente a los acontecimientos políticos, tras la conmoción de la guerra de Argelia y los tanques soviéticos en Bratislava, mayo de 1968 aviva sus esperanzas.

Al libertario, al hombre íntegro, no le gustan las amalgamas como "CRS-SS". Sabe lo que eran las SS. Sin embargo, llevado por esta primavera cuyas aspiraciones comparte, saca su guitarra y compone, prestando así sus palabras a los manifestantes. Un amigo le dio una de sus cintas al director artístico de la CBS. Y en 1969 lanzó su primer single, Tranche de vie. En él, evocaba el absurdo de la vida de un proletario, desde la infancia hasta la cárcel, mezclando su propia historia con la de otras personas. Expresa la falta de libertad que siente la juventud. En 1973, prefirió una pequeña productora menos comercial, l'Escargot; luego, tras un breve periodo en la RCA, se autoprodujo.

Des mots pour dire les maux 

En los años 70, toda una generación le vio como portavoz. Cantó "lo que tenía en el corazón" y "como todos teníamos las mismas cosas en el corazón", mucha gente llenó sus salas de concierto, en los partidos políticos de izquierda, en los comités de trabajadores, durante el apoyo a Libération, la vieja fórmula. Con su humor corrosivo, habla de la miseria, el colonialismo, la exclusión, el hambre, denunciando el mundo del dinero, el egoísmo, la sociedad de consumo y el racismo. Sus letras tocan a los sesenta en duelo por el cambio social que esperaban y a todos los que participan en las luchas. Durante este periodo, grabó catorce álbumes y dio cien conciertos al año.

Tras doce años en la carretera, se tomó un descanso de siete años. Volvió a la carretera de forma intermitente en 1989. En 2001, publicó un álbum titulado Profiter du temps, un título premonitorio ya que murió el 14 de octubre de 2003. Poco antes de su muerte, grabó un disco dedicado al repertorio de Félix Leclerc.

Estos textos, por desgracia, no han envejecido nada. Como en un concierto de 1998, aún podría avergonzarse de que su canción sobre los inmigrantes e indocumentados -Mamadou m'a dit-, escrita en 1976, siga siendo actual. Todavía podemos gritar:

"Exprimimos el limón, podemos tirar la piel. [...] Su piel es fría y sus corazones aún más fríos. Allí hay hambre y aquí hay miseria. Y como a veces tienes que comer y luego dormir en los barrios bajos, vives en la miseria. [...] Y un día la crisis también nos invade. Enviémoslos de vuelta a casa".

En 1982, un año después de la victoria de los socialistas, sin haber pensado nunca que iban a reducir las desigualdades, canta: "¿Cuándo es el cambio?" Una pregunta que nos asalta...

Y, bajo un gobierno socialista, podemos tararear:

"Veo en la marca de agua de la vieja foto amarillenta, detrás de tus viejas bicicletas, todos tus logros. Todas las generaciones, obstinadas, nunca vencidas, sus luchas contra la opresión, el Frente Popular, la Seguridad Social. Pero el panorama es cada vez más oscuro. Sus victorias son despreciadas. El mundo observa, asfixiado, cómo vuelve la barbarie. ¡Adelante con el gran salto hacia atrás!

Hoy, con su "gran voz", seguiría cantando contra la miseria y contra el discurso dominante que quiere hacernos creer que ya no hay clases sociales. Estaría preocupado por la pasividad reinante y seguiría llamando a la revuelta...".

Agnès Pavlowsky

Grupo Claaaaaash de la Fédération Anarchiste

FUENTE: Archivos de Le Monde Libertaire 

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2021/12/francois-beranger-un-cri-libertai