Materialismo romántico - Erich Mühsam - Terre Libre N°5 - septiembre de 1934
Erich Mühsam fue asesinado el 10 de julio de 1934 en el campo de concentración de Oranienburg, Terre Libre publicó este texto como homenaje en su n°5 de septiembre de 1934.
En Alemania, el espíritu del "prusianismo" de los Hohenzollern y la influencia de Hegel dejaron su huella incluso en las filas de las clases oprimidas. La noción de libertad seguía siendo ajena al pueblo, y era un alemán -¡el judío Karl Marx era, en efecto, un alemán! Esta espantosa consecuencia del capitalismo, que se expresa en la creencia de que el alma y el espíritu, el pensamiento y el carácter de los hombres se rigen exclusivamente por los intereses materiales, este fenómeno tres veces maldito, cuya aniquilación es, en el fondo, el objetivo supremo de las luchas liberadoras del proletariado, y para cuyo exterminio resulta imprescindible la liberación económica por el socialismo, este fenómeno, digo, ha sido erigido por el marxismo en una ley eterna de la vida humana.
Bismarck quería asegurar el principio del capitalismo mediante el perfeccionamiento del funcionamiento de un Estado autoritario; Marx predicaba al proletariado la necesidad de asumir el pensamiento materialista para crear el Estado socialista, basado en la centralización ilimitada de la autoridad. Se trata, en definitiva, de dos aspectos de una misma enfermedad, que es una enfermedad específica alemana, y que yo llamo "Bismarxismo".
El modelo de Estado propuesto por Hegel, y que el Reich prusiano de Hohenzollern trató de realizar, terminó donde estaba destinado a terminar: en la guerra y el colapso. En cuanto a los marxistas alemanes, también ellos han fracasado allí donde su "centralismo" y su locura estatista debían haberles conducido: a una concepción puramente materialista de la misión del proletariado, a la quiebra de la vieja ideología socialdemócrata, a la afirmación de la guerra y, hoy, a la pérdida de las pobres posiciones de poder que ocuparon durante algún tiempo y que supieron conquistar a costa de una renuncia total al verdadero espíritu socialista.
Gracias a estos hábitos "bismarxistas", en Alemania sólo se piensa y se siente a través del más crudo materialismo, y esto es así en todos los círculos políticos, ya sean los nacionalsocialistas, que son los peores en este sentido, o los comunistas, que se jactan de ello.
Pero el alma de los alemanes, hundida en el materialismo, siempre ha estado sedienta de las gotas refrescantes de la fraseología idealista. Exige que todos los actos utilitarios se le presenten bajo una apariencia romántica y se justifiquen de alguna manera por razones místicas. De ahí el gusto casi patológico de los alemanes por los uniformes, de ahí también la costumbre de cantar a sus partidarios y dirigentes en un lenguaje tan ditirámbico como sibilino, y de condenar a sus adversarios como felones infernales. Pero como saben lo que deben a Hegel y a Marx, a Bismarck y al "Estado", este romanticismo de su actitud no es más que una salsa que cubre el materialismo más abyecto.
Afortunadamente, el materialismo despojado de toda conciencia viva de la responsabilidad humana es tan ajeno a la realidad de las cosas que siempre acaba produciendo lo contrario de lo que espera. Así, los déspotas que hoy gobiernan Alemania, precisamente por su constante invocación al espíritu de la libertad interior, acabarán despertando la pasión por la verdadera libertad: ¡y la pesadilla hitleriana será expulsada, antes de lo que pensamos, por la revolución, y por una cultura digna de ese nombre!
Traducido por Jorge Joya