Miguel Campos Delgado. Anarquista de la Nueve

En un post anterior conté algunos de los entresijos y anécdotas de la famosa novena compañía de la segunda DB de Leclerc, los españoles que liberaron París y acabaron en el nido de águilas de Hitler. Hoy me centro en uno de ellos en particular, tan famoso como desconocido, sobre el que se han escrito excelentes novelas gráficas, como La Nueve. Los republicanos españoles que liberaron París, de Paco Roca, o pequeñas biografías con poca precisión y muchas suposiciones, porque ni siquiera sabemos los nombres reales de los miembros de la Nueve. Porque es bien sabido que la mayoría de los españoles del Nueve se cambiaron el nombre al ingresar. 

Le conocemos como Miguel Campos el Canario, era natural de la isla de Tenerife. Encontré información escrita por su hija en el periódico La Opinión de Tenerife. Nombre completo Miguel Campos Delgado, nacido en Guimar. Antes de la Guerra Civil, sólo sabemos que era un activista de las Juventudes Libertarias de la isla y que, poco después del comienzo de la guerra, su padre y un tío fueron encarcelados en la prisión del Hacho, en Ceuta. De todos los rumores sobre su participación en la columna Durruti, no he podido encontrar ni una sola referencia. Lo que sí sabemos, gracias al anarquista extremeño Olegario Pachón, que estaba al frente de la 104ª Brigada Mixta, que en 1938 fue trasladada a Cataluña e integrada en la 31ª División acantonada en Balaguer, es que en la primavera de ese año, cuando el frente estaba acantonado en Guisona, Lleida, una noche, tres soldados nacionalistas de la 54ª División se cambiaron de bando, uno de ellos con su fusil. Este desertor no era otro que Miguel Campos, al que Pachón se refiere en su libro como El Canario. Por qué se acuerda de él, porque un mes después los otros dos soldados (Campos los conoció en tierra de nadie, desde el frente, ya que se fue por su cuenta) volvieron a las filas fascistas, y antes de que el Canario supiera nada, estaba detenido, acusado de espionaje y con un pelotón de fusilamiento esperándole en un futuro próximo. Afortunadamente, los interrogatorios de la noche de su traslado a las filas republicanas fueron realizados por Olegario Pachón, donde declaró que los otros dos eran de un bando y él del otro. Pachón intercedió a favor de Campos y todo se arregló. Además, recuerda Pachón, por la iniciativa y el liderazgo mostrado por El Canario, fue destinado a una de las escuelas de guerra, y terminó la guerra como comisario de batallón.

Olegario Pachón el Extremeño, jefe de la 104ª Brigada

Lo que se sabe de él después es que fue uno de los miles de personas atrapadas en la enorme ratonera que fue Alicante al final de la Guerra Civil, con la afortunada excepción de que obtuvo una plaza en el Stanbrook, el último barco que salió de ese puerto, lo que le debió evitar muchos sufrimientos y escenas dantescas. Sus futuros compañeros, como Amado Granell, Jesús Abenza y Federico Moreno, navegaron en el mismo barco.

Su siguiente destino fue el campo de concentración de Djelfa, en Argelia, un infame campo de memoria para los republicanos españoles. Tras su liberación, muchos prisioneros, principalmente militantes de la CNT, fueron reclutados en la Legión Extranjera, entre ellos, además de Campos, Moreno y Manuel Lozano. Fueron enviados a Camerún, donde desertaron y decidieron unirse al Corps Libres d'Afrique de Leclerc. Se distinguió en la campaña de Túnez, no sólo militarmente, sino también por conseguir que muchos compatriotas que luchaban bajo la bandera de la Francia colaboracionista de Pétain desertaran y se unieran a las unidades de la Francia Libre de Leclerc y Gaulle. Campos logró cortejar a los estadounidenses, que primero le prestaron un jeep, luego obtuvieron uniformes y finalmente incluso una flotilla de camiones para transportar a los españoles de la Legión Extranjera a las tropas de Leclerc a cambio de la promesa de formar unidades de combate listas para ir a España a luchar contra el régimen si los aliados los necesitaban.

Junto con la segunda división blindada creada y armada por los estadounidenses en Marruecos, se dirigieron a Europa, desembarcando finalmente en la playa normanda de Omaha. Campos volvió a distinguirse por sus arriesgadas misiones tras las líneas enemigas. Fue ascendido a jefe del tercer pelotón y se le concedieron medallas y condecoraciones en las que se le describe como "un jefe de pelotón de extraordinaria capacidad de combate". Entre sus hazañas destaca su infiltración tras las líneas enemigas el 14 de agosto de 1944 para regresar con 129 prisioneros alemanes, 8 estadounidenses liberados, 13 coches y un remolque. En Alsacia, el 16 de septiembre en Chatel, se le concedió la Croix de Guerre con palma por su contribución a los combates.

La Nueve durante su estancia en Inglaterra, primavera de 1944

Cuando La Nueve llegó a París el 24 de agosto, una vez liberada la ciudad, una de las primeras cosas que hizo fue reunirse con el comité de la CNT de la ciudad. Allí, entre otras cosas, conoció a Laureano Cerrada, y antes había conocido a guerrilleros como Manuel Huet, Joaquín Blesa y Olegario Pachón, al que abrazó nada más reconocerlo, gritándole a Martín Bernal que ese era el hombre del que tanto le había hablado, el que le había salvado de ser fusilado. En estas reuniones, además de indagar sobre la posible incorporación de los miembros de Nueve a las unidades guerrilleras, cosa que se le desaconsejó por el fuerte control comunista sobre la mayoría de ellos, surgió la idea de recoger armas. Campos, con la ayuda del capitán Dronne, incorporó a la compañía una media pista adicional, obtenida por este último, para colocarla en la retaguardia de la tercera sección. El semioruga, bautizado como Kanguro, estaba tripulado por resistentes anarquistas, y pasaron ocho semanas buscando y desviando armas pequeñas que fueron inmediatamente dirigidas a la CNT parisina. Durante estas semanas incluso entraron en combate en la famosa Batalla de las Ardenas. Finalmente, tras dar permiso a los seis infiltrados para volver a París, se deshizo de Kanguro con unos cuantos cañonazos y poco después, a mediados de diciembre, durante una acción de guerra, fue el propio Campos quien desapareció.

La Nueve entra en París

Para saber qué pasó con El Canario a partir de ese momento, algunos pensaban que estaba muerto, otros que se había unido a los grupos guerrilleros que se dirigían a España, algunos decían que se había ido a África. Paco Roca le dio un final tranquilo y hermoso en su novela gráfica y también hay que seguir los escritos de Pons i Prades. Campos tenía una obsesión por acabar con el dictador Franco, que compartía con el ala conspiradora de línea dura de la CNT en el exilio. Tenemos información sobre reuniones en París en 1945 sobre el tema en las que participaron Laureano Cerrada, Olegario Pachón, Manolo Huet, Joaquín Blesa, Manuel Soto y Juan Zafón, entre otros. El Canario tenía una idea de cómo proceder, porque al principio de la Guerra Civil tenía familiares presos en la cárcel de Ceuta que le habían contado que allí también había marroquíes encarcelados por intentar levantar a parte de las Kabilas contra el régimen de Franco para evitar que su gente fuera utilizada como carne de cañón, y que algunos de ellos tenían contactos con miembros de la Guardia Mora. Se trataba de encontrar a algunos de ellos que pudieran tener parientes reprimidos o que estuvieran comprados y tuvieran contactos estrechos con el dictador. Campos también conoció, a través de Manuel Huet, a Robert Terres le Père, miembro del servicio secreto francés y colaborador de la red de Ponzán, que buscaba colaboradores nazis y, aprovechando que el Canario volvía a sus islas, le pidió que los vigilara.

Un año después, los conspiradores contra Franco estaban de nuevo en París, todos menos Campos. Pachón y Soto fueron a buscarlo a Canarias, pero ya había dado el salto. Se encontraron con su familia, que les dijo que hacía meses que no lo veían, pero que habían recibido dos cartas suyas, una desde Casablanca y la segunda desde Tánger, y que todo le iba bien. También se enteraron más tarde de que Campos había conocido en Marruecos al ex guerrillero francés Manuel Gutiérrez Pierre de Castro, que más tarde desaparecería, muy probablemente a manos de los agentes de Mohamed V. Lamentablemente, esto fue lo último que supimos del Canario, lo que sugiere un final similar al de Pierre de Castro.

Para concluir este artículo, citaremos una frase de nuestro protagonista, que para nuestro y gran pesar, no se hizo realidad: "Franco debe morir de la mano de los hijos de los que mató en la Guerra del Rift o en nuestra guerra...".

Imanol 

Fuentes: La Nueve. Los republicanos españoles que liberaron París (Evelyn Mesquida), Recuerdos y consideraciones de los tiempos heroicos (Olegario pachón), Los senderos de la libertad (Pons i Prades), Republicanos españoles en la 2ª guerra mundial (Pons i Prades), Los surcos del azar (Paco Roca) y el archivo personal de Pons i Prades en el CNA de Sant Cugat.

P.D. Y la curiosidad, buceando en los archivos de Pons i Prades encuentro esta foto y la correspondencia entre el ex guerrillero e historiador y un periodista canario cuyo nombre no recuerdo. Comentaron la foto de Victoria Kent en París tomada con el Nueve y mencionaron, entre preguntas y declaraciones, que el hombre sentado a la izquierda de Victoria, con un vestido claro, es Miguel Campos. También aparece el otro canario, José Padrón, que de los cuatro de la segunda fila es el que está más a la derecha. Soy un mal fisonomista, pero ahí dejaremos la duda...

Esta es la fotografía de la visita de Victoria Kent, se dice que Miguel Campos está a su izquierda

Traducido pot Jorge Joya

Original: www.memoire-libertaire.org/Miguel-Campos-Delgado-el-Canario-Anarchiste