Obrero:
n. (del latín operarius). Aquel que, a cambio de un salario, se dedica al trabajo manual. Esta es la definición que da el diccionario.
También es la que dio Raymond Poincaré, cuando era estudiante. Raymond Poincaré, cuando la Academia Francesa le pidió que definiera la palabra "ouvrier". Aquí vemos más allá de la Académie y el Larousse.
Para nosotros, el trabajador no es sólo un hombre que, en la sociedad actual, se ve obligado a alquilar su fuerza de trabajo por un salario, a menudo irrisorio, sino el individuo: un hombre o una mujer que pertenece a esa parte de la sociedad -la más numerosa- que está explotada económicamente, esclavizada políticamente y reprimida socialmente.
Por trabajador entendemos al obrero de la fábrica, al del campo, al de la oficina, al del taller, al técnico, al artesano, al científico, a todos los que, en una palabra, conforman la clase obrera, a todos los que, por decirlo claramente, viven exclusivamente de su trabajo, sin explotar a nadie, de ninguna manera, y que, en conjunto, constituyen realmente la clase obrera, el proletariado, frente a todos aquellos que no viven exclusivamente del producto de su esfuerzo personal y forman, por evidente contraste, la clase burguesa y capitalista.
Lo quieran o no, todos los trabajadores del pensamiento y de las armas, igualmente explotados, forman una clase. La concordancia de sus intereses los convierte en "asociados", la comunidad de sus aspiraciones los une y su liberación depende de su acción conjunta contra el adversario común.
Esta concordancia de intereses y esta comunidad de aspiraciones les han llevado a organizarse en agrupaciones separadas, al principio, cuya reunión, sin embargo, ha comenzado hace tiempo y continuará hasta la fusión completa, que se realizará, bajo la presión de la necesidad, por una especie de síntesis de todas las fuerzas del trabajo, explotadas por una ínfima minoría privilegiada. Y no está lejos el momento en que la unión de todas las fuerzas del trabajo, de la técnica y de la ciencia, esclavizadas al Capitalismo de mil maneras, será un hecho consumado.
Las grandes organizaciones sindicales que agrupan por oficio, por industria, por localidad, por región, por nación, y a modo de federación, a todos los obreros y empleados de todos los países, para defender sus intereses de todo tipo contra las fuerzas capitalistas de la misma naturaleza, están fundiendo en un enorme crisol todas las reivindicaciones económicas, políticas y sociales de la mayor parte de la Humanidad; tienden, cada día, a realizar esta síntesis de clase de las fuerzas que aseguran la vida en todas sus formas y perpetúan las sociedades.
Hoy, más que nunca, el término "trabajador" ya no se aplica sólo al hombre que trabaja manualmente, sino a todos los que viven de su trabajo.
Esto implica, en mi opinión, que la palabra "trabajador" debe ampliarse en su significado, aunque su etimología y su raíz se resientan. Todos los trabajadores cuyos esfuerzos son útiles para la comunidad deben ser incluidos en este término.
Por mi parte, creo que, socialmente, la palabra trabajador, con el significado preciso que le he dado más arriba, es infinitamente más completa, más adecuada, más acorde con la realidad moderna.
Su uso, cada vez más extendido, permite romper los tabiques estancos que existen entre los trabajadores "manuales" e "intelectuales" en particular; destruir el espíritu de "casta", "cuerpo" y "profesión" que mantienen hábilmente los adversarios de clase y todos sus auxiliares.
Considero que las palabras "manual" e "intelectual" carecen de sentido desde el punto de vista social, e incluso práctico.
¿En qué sentido el trabajador que realiza un trabajo manual es menos intelectual que el que escribe, pinta o dibuja? En ambos casos, ¿no es la mano la que ejecuta o traza lo que el cerebro ha concebido? ¿Por qué debería haber menos "intelectualidad" en el trabajo realizado con una herramienta que en el realizado con un bolígrafo o un pincel?
A menudo hay más. Y sin pretender definir una superioridad imposible y, además, inútil entre las diferentes producciones humanas, es preferible decir que la intelectualidad se ejerce aquí o allá, de forma diferente y según las aptitudes de cada persona.
El trabajador manual es también un intelectual y el intelectual es también un trabajador manual; ambos son trabajadores, cuyas actividades, diferentes y complementarias entre sí, contribuyen igualmente a la vida social.
El día en que los "manuales", por un lado, y los "intelectuales", por otro, lo hayan comprendido, su unión quedará definitivamente sellada y su liberación común estará próxima.
Pierre Besnard
FUENTE: Fundación Besnard
Traducido por Jorge Joya