Pierre-Joseph Proudhon, precursor del anarquismo - Iain MacKay (2/2)

Parte 1

Sobre la guerra y la paz

La siguiente acusación contra Proudhon es que era belicista y militarista. Este es el argumento del artículo original:

Lo que asombraba a los contemporáneos de Proudhon [...] era su glorificación de la guerra. El odio a la guerra y el anhelo de la paz universal ha sido una característica casi universal de todos los pensadores revolucionarios modernos [...] Las contradicciones entre el Proudhon revolucionario y el pensamiento revolucionario de su época se hicieron aún más desconcertantes, más extrañas, cuando Proudhon apareció como glorificador de la guerra por sí misma. Su libro La Guerre et la paix, aparecido en 1861, era un himno a la guerra, entonado en un tono más apasionado que cualquier cosa producida por los fascistas de nuestro tiempo. [La guerra era la revelación de la religión, de la justicia y del ideal en las relaciones humanas. [...]

Para Proudhon la guerra no era un mal social que se erradicaría en el curso del progreso humano. Estaba convencido de que la guerra era un instinto inherente a la propia naturaleza del hombre y era en sí misma la fuente principal del progreso humano. Por lo tanto, duraría mientras el hombre existiera y mientras los valores morales y sociales prevalecieran en la sociedad humana [...] Casi cada página de La Guerre et la paix contiene una glorificación de la guerra como ideal y como institución. ("Pierre Joseph Proudhon, precursor del fascismo", 729-30)

Schapiro asume claramente la ignorancia de su lector sobre la obra de Proudhon, ya que este resumen es una completa distorsión de su argumento. Asimismo, no trata de explicar cómo su admisión de que Proudhon "repudiaba los métodos violentos" y abogaba por una "revolución pacífica" puede conciliarse con este retrato de Proudhon como belicista y precursor de los métodos violentos del fascismo. (341)

Este resumen no menciona que, si bien el primer volumen de La Guerre et la paix ensalza efectivamente "el derecho a la guerra", el segundo volumen analiza cómo la guerra se corrompe (generando así numerosos males sociales) y cómo acabar con ella comprendiendo su causa fundamental [71]. [Esto puede llevar al lector impaciente a sacar una conclusión errónea: de hecho, en el Libro Primero, Proudhon, como si fuera consciente de que puede estar tentando la paciencia de su lector, señala que "concluiré oponiéndome al statu quo bélico, oponiéndome a las instituciones del militarismo"[72] Como dijo en una carta:

¿Cómo ha podido usted suponer que yo quería, mediante una especie de panegírico o apoteosis de la guerra, perpetuar el régimen militar? [...] mi tesis: La guerra está acabada, la sociedad ya no la quiere. [...] Me limitaré a señalarles, para que me entiendan con menos dificultad, que para acabar con la guerra no se trataba de declarar contra ella como hacen los amigos de la paz; había que empezar por reconocer [...] su principio, su papel, su misión, su finalidad; hecho esto, se demostraba entonces, y sólo entonces, que alcanzado el objetivo o en vísperas de alcanzarlo, la guerra estaba acabada, y acabada no por el buen gusto de las naciones y de los gobiernos, sino por el cumplimiento de su mandato. [73]

Así, la discusión un tanto abstracta del "derecho de guerra" y de cómo éste generaba otros derechos (incluidos los políticos, sociales y económicos) sienta las bases para la denuncia de la guerra como algo bárbaro (sobre todo en una época en la que la matanza indiscriminada se estaba convirtiendo en la norma a medida que la guerra se industrializaba cada vez más) y la forma de acabar con ella. El contraste entre el ideal y la práctica se debe a que la "causa primaria, universal y siempre constante de la guerra, por más que se encienda y por más que la provoque" es "la RUPTURA DEL EQUILIBRIO ECONÓMICO". Así, "la guerra, incluso entre las naciones más honorables, y cualesquiera que sean los motivos oficialmente profesados, no parece en adelante otra cosa que una guerra por la explotación y la propiedad, una guerra social. Basta decir que, mientras no se aseguren los derechos económicos, tanto entre las naciones como entre los individuos, la guerra no puede hacer otra cosa en el globo"[74].

Si la guerra es impulsada principalmente por las fuerzas económicas, entonces "la paz no puede establecerse de manera permanente, si no es por medio de la abolición de la causa misma de la guerra". Un nuevo régimen económico en el que gobierne el trabajo "debe sustituir al régimen político o de guerra" y "el desarme universal sólo tendrá lugar" cuando "la guerra haya encontrado su sucesor". Bajo el mutualismo, la lucha existiría "pero no una lucha sangrienta y armada, sino una lucha que implique al trabajo y a la industria". En resumen, "sólo la humanidad trabajadora es capaz de poner fin a la guerra, creando un equilibrio económico, lo que presupone una revolución radical en las ideas y la moral". La "constitución del derecho en la humanidad es la abolición misma de la guerra; es la organización de la paz [...] Hoy necesitamos la PAZ; el mundo no entiende y ya no quiere otra cosa"[75].

La guerra podía terminar ahora porque "la Revolución ha hecho de la conciencia pública el único intérprete del derecho, el único juez de lo temporal y el único soberano, lo que constituye la verdadera democracia y marca el fin del sacerdocio y del militarismo." Así, en una sociedad mutualista, "la guerra ya no tiene la menor razón de ser", ya que aseguraría "la abolición del régimen militar y la subordinación del derecho político al derecho económico". Esto se debe a que "la nacionalidad, no más que la guerra, no sirve para nada. Las nacionalidades tienen que ser borradas cada vez más por la constitución económica, la descentralización de los estados, la mezcla de razas y la permeabilidad de los continentes". No es de extrañar que la frase final de la obra sea "La humanidad no quiere más guerras"[76].

Algunas partes del primer volumen pueden ser de lectura incómoda porque Proudhon describe el mundo tal y como es, el mundo en el que la fuerza hace el bien, independientemente de las bellas palabras utilizadas para justificar las razones de Estado. Hace de abogado del diablo para convencer mejor a sus críticos cuando, en el segundo volumen, muestra cómo los instintos y las fuerzas que crean el conflicto pueden transformarse para crear la paz. Asimismo, Schapiro no menciona que el antimilitarismo de Proudhon se refleja en otras obras. En 1851, afirmaba que "en lugar de ejércitos permanentes, pondremos asociaciones industriales"[77] mientras que en 1863 señalaba que un "pueblo confederado sería un pueblo organizado para la paz; ¿qué haría con los ejércitos?"[78].

Schapiro, pues, distorsiona descaradamente las ideas de Proudhon. Estas no eran difíciles de entender. Por ejemplo, una reseña contemporánea en el New York Times lo resumió correctamente:

Según él, existe una causa [...] que empaña la guerra [...] que impedirá durante mucho tiempo su perfección: es la ruptura del equilibrio económico [...] Este es el origen de la mayoría de las guerras. El vicio es crónico, incurable, y mancha para siempre el ideal divino [...] Pero en medio de esta doctrina desesperante aparece un rayo de luz: la Paz. Porque no debemos confundirlo: él, como todos nosotros, desea alcanzarla. No pretende eliminar la guerra [...] sino que espera transformarla, llevarla a un segundo estado, más puro y más perfecto que el primero, y este estado es simplemente la Paz. [...] Deifica la guerra y recomienda la paz. El proceso es curioso y el resultado instructivo[79].

Asimismo, el anarco-pacifista Bart de Ligt resumió correctamente la conclusión de Proudhon de que "era por tanto necesario [...] cambiar la sociedad militar por una sociedad industrial lo más rápidamente posible"[80] Es significativo que la estructura y el objetivo de La Guerre et la paix sean señalados por todos los demás comentaristas de la obra. [En la introducción de la edición que utiliza Schapiro también se indica esto, así que tal vez esto explique por qué reescribió su argumento y admitió que "Proudhon llega a la paradójica conclusión" de que la guerra "tiene como causa primordial la pobreza, y sólo cuando la pobreza sea abolida desaparecerá la guerra", burlándose de su anterior afirmación de que Proudhon no creía que la guerra pudiera ser erradicada ni lo deseaba.

Sobre la esclavitud y la raza

Schapiro tiene razón al señalar el antisemitismo de Proudhon y lo utiliza como medio para generalizar sus opiniones sobre la raza:

El antisemitismo, siempre y en todas partes, la prueba de fuego del racismo, con su división de la humanidad en razas creativas y estériles, llevó a Proudhon a considerar al negro como el más bajo de la jerarquía racial. Durante la Guerra Civil estadounidense, favoreció al Sur, que, insistió, no estaba del todo equivocado al mantener la esclavitud. Los negros, según Proudhon, eran una raza inferior, un ejemplo de la existencia de la desigualdad entre las razas de la humanidad. Los verdaderos amigos de los negros no eran aquellos que deseaban emanciparlos, sino aquellos "que desean mantenerlos en la servidumbre, sí explotarlos, pero sin embargo asegurarles el sustento, elevar su nivel gradualmente a través del trabajo y aumentar su número a través del matrimonio". (359)

Schapiro hace referencia a una sola página de La Guerre et la paix y hay numerosos problemas con este resumen.

En primer lugar, Proudhon no hizo ninguna referencia a que los negros fueran "los más bajos en la jerarquía racial" ni a la "división de la humanidad en razas creativas y estériles", por lo que son una invención de Schapiro.

En segundo lugar, en lo que respecta a las razas "inferiores" y "superiores", la posición expresada por Proudhon era habitual en la época, al igual que su fundamento, a saber, la conquista de otras razas por parte de los blancos. Dada la prevalencia de esta perspectiva, habría sido notable que Proudhon no la hubiera suscrito de alguna manera.

Para tomar un ejemplo pertinente, "Marx y Engels estaban dotando a las 'razas' de cualidades inferiores y superiores todo el tiempo" y "[p]ara los estándares actuales, el racismo mostrado por Marx y Engels era escandaloso e incluso extremo. Para los estándares del siglo XIX, sin embargo, no lo era"[82] Los comentarios públicos de este último sobre los eslavos y otros pueblos que consideraba "no históricos" y que, por tanto, eran adecuados para ser, en el mejor de los casos, civilizados por sus superiores o, si era necesario, eliminados hasta sus propios nombres, es un ejemplo notable de estas opiniones[83].

Lo mismo ocurre con John Stuart Mill, que daba por sentado que había pueblos "superiores" ("por diferencia de raza, por origen más civilizado o por otras peculiaridades de las circunstancias") y aquellos que son una "porción inferior y más atrasada de la raza humana"[84] La libertad, sin embargo, "sólo debe aplicarse a los seres humanos en la madurez de sus facultades" y, por tanto, "podemos dejar fuera de consideración aquellos estados atrasados de la sociedad en los que la propia raza puede ser considerada como en su no edad." "El despotismo", subrayó Mill, "es un modo legítimo de gobierno para tratar" con esos pueblos, "siempre que el fin sea su mejora, y los medios se justifiquen por la realización real de ese fin. "Además, la guerra para llevar la civilización a esas razas inferiores estaba justificada, ya que "será en su beneficio que sean conquistados y sometidos por los extranjeros"[86] Schapiro no menciona esto cuando proclama a Mill "Pionero del liberalismo democrático" (256)[87]pero los comentaristas más recientes sí lo hacen[88].

Independientemente de lo que Schapiro dio a entender, Proudhon -al igual que Marx, Engels y Mill- no consideraba fijas las desigualdades existentes entre las razas. Sostuvo que "la persona humana sigue siendo sagrada, y que todo lo que tenemos que hacer nosotros, como raza superior, con respecto a las inferiores, es elevarlas a nuestro nivel, es decir, intentar mejorarlas, fortificarlas, instruirlas y ennoblecerlas"[89]Racismo paternalista, sin duda, pero difícilmente el racismo biológico determinista que sugiere Schapiro y, en lugar de ser proto-nazi, era similar a casi todos los pensadores liberales y socialistas progresistas de su tiempo.

En tercer lugar, Proudhon presentó su manuscrito a finales de octubre de 1860 y finalmente fue publicado, por una empresa diferente, el 21 de mayo del año siguiente, unas semanas después de que estallara la Guerra el 12 de abril. Por lo tanto, no se puede considerar que sus comentarios "favorezcan al Sur" durante una guerra que aún no había comenzado, como debía saber Schapiro, ya que estas fechas se mencionan en la introducción de la edición que cita. Asimismo, del texto del propio libro se desprende que la guerra aún no había estallado y que en este capítulo lo que está "exponiendo no es tanto mi propia opinión como las previsiones relativas a las disputas que posiblemente se resuelvan por la fuerza de las armas"[90].

En cuarto lugar, la "defensa de la esclavitud de los negros" de Proudhon debe situarse en su contexto. (359) El primer volumen de La Guerre et la paix, como se ha señalado anteriormente, está marcado por el deseo de hacer de abogado del diablo y, como tal, estos comentarios no pueden tomarse como un reflejo completo de sus opiniones. Como se desprende del texto, Proudhon comenta los debates en América en el periodo inmediatamente anterior al estallido de la Guerra Civil. No cree que los americanos blancos quieran hacer la guerra para liberar a sus compatriotas y limita sus comentarios a las dos posiciones articuladas en el debate respetable: mantener la esclavitud o convertir a los esclavos en proletarios. Como puso inmediatamente antes de las palabras citadas por Schapiro, estos últimos "a sabiendas o no, no importa, consideran seriamente hacer perecer [a los antiguos esclavos] en la desolación del proletariado"[91]. Así pues:

¿Olvidamos que, desde la abolición del sistema feudal, en nuestra sociedad industrialista la libertad es, para los individuos débiles de cuerpo y mente, cuya familia no ha podido garantizar una renta, algo peor que la esclavitud: el proletariado? La fuerza exige que sea así, mientras siga siendo el derecho dominante de la sociedad; y yo digo que el derecho que todavía hoy nos domina no es el derecho del trabajo, que sigue sin ser reconocido, [...] sigue siendo, digamos, el puro derecho de la fuerza.

Ciertamente, no tengo la intención de renunciar aquí a mi propia tesis y de combatir precisamente lo que pretendo rehabilitar, cuando me sitúo, en nombre de los negros, contra el pensamiento hipócrita que, bajo el pretexto de emanciparlos, tiende nada menos que a arrojarlos bajo el puro régimen de la fuerza, y a convertirlos en un fango proletario cien veces más horrible que el de nuestros capitales[92].

Schapiro ignora todo esto pero, al limitar sus comentarios a estas dos posiciones, Proudhon no articula su propia postura y discute efectivamente lo que era posible en América en las circunstancias imperantes. Esto se sugiere por el hecho de que Proudhon no reflexionó sobre por qué la clase dominante estadounidense -que, en el mejor de los casos, deseaba arrojar a los negros a "la desolación del proletariado" o, en el peor, eran esclavistas- permitiría la colocación de la esclavitud "bajo la supervisión de los gobiernos" en beneficio de alguien que no fuera ellos mismos. Era muy consciente de que la ley no es "el protector de los débiles" ni el proletariado de las llamadas razas superiores[93].

Durante la guerra, Proudhon planteó una alternativa libertaria a estas dos formas de explotación y opresión que rechaza la patética sugerencia de La Guerre et la paix de regular la esclavitud para reformarla. Dado que este libro sostenía que sólo se podía acabar con la guerra mediante una transformación socioeconómica, una obra que exprese sus ideas al respecto refleja mucho mejor sus opiniones sobre la raza y la esclavitud que las exageraciones deliberadas de su primer volumen. Así lo hizo en un importante libro que sí apareció durante el conflicto, a saber, Du Principe federative, de 1863, al que Schapiro hace referencia, pero ignora su discusión de estas cuestiones, sin duda porque hacerlo refutaría sus afirmaciones.

Proudhon plantea por primera vez estas cuestiones en una nota a pie de página:

El derecho público federativo plantea varias cuestiones difíciles. Por ejemplo, ¿puede un Estado con esclavos pertenecer a una confederación? Parece que no, no más que un Estado absolutista: la esclavización de una parte de la nación es la negación misma del principio federativo. A este respecto, los Estados del Sur de los Estados Unidos estarían aún más justificados para pedir la separación, ya que los Estados del Norte no tienen la intención de conceder, al menos durante bastante tiempo, sus derechos políticos a los negros emancipados. Sin embargo, vemos que Washington, Madison y los demás fundadores de la Unión no estaban de acuerdo; admitieron a los Estados con esclavos en el pacto federal. También es cierto que ahora vemos que este pacto antinatural se desgarra, y los Estados del Sur, para mantener su explotación, tienden a una constitución unitarista, mientras que los del Norte, para mantener la unión, decretan la deportación de los esclavos [a África][94].

Para Proudhon, "una mejor aplicación de los principios del pacto [federativo]" pasaría por "elevar progresivamente la condición de los negros al nivel de los blancos", pero "el mensaje de Lincoln no deja lugar a dudas al respecto. El Norte no se preocupa más que el Sur por una verdadera emancipación, lo que hace que la dificultad sea insoluble incluso por la guerra y amenaza con destruir la confederación"[95] Amplió estos comentarios en un capítulo posterior ("La esclavitud y el proletariado").

Hay que recordar que, si bien la guerra ha sido presentada durante mucho tiempo por los vencedores como una cruzada contra la esclavitud, en realidad, aunque el mantenimiento de la esclavitud fue sin duda uno de los principales motores de la secesión de los Estados del Sur, su fin no fue un factor para el Norte: no sólo los Estados esclavistas lucharon por ello, sino que los políticos del Norte argumentaron explícitamente que estaba haciendo la guerra únicamente por mantener la Unión. El fin de la esclavitud pasó a primer plano como medida de guerra con la emisión de la Proclamación de Emancipación en septiembre de 1862, que se aplicaba únicamente a los Estados rebeldes, por lo que liberaba a los esclavos a los que no podía llegar y mantenía encadenados a los que podía liberar. El propio Lincoln se oponía personalmente a la esclavitud, pero no consideraba a los negros como iguales, por lo que pretendía liberar a los esclavos pero luego deportarlos a África[96]. De hecho, a finales de 1861 Lincoln tomó medidas para iniciar un programa formal de colonización y al año siguiente el Congreso aprobó una ley que proporcionaba financiación para ello bajo la dirección directa de la Casa Blanca[97].

Los lectores de la obra de Schapiro se sorprenderían al descubrir que Proudhon criticaba todo esto. Ambas razas eran iguales ("la psicología no ve ninguna diferencia entre la constitución de la conciencia del negro y la del blanco, ni tampoco entre la comprensión de uno y otro") y cualquier intento de deportar a los negros era "un crimen igual al de los esclavistas", ya que "por un siglo de servidumbre" han "adquirido el derecho de uso y de habitación en suelo americano". Instó a los blancos, tanto del Norte como del Sur, a "recibir [a los negros] en camaradería y darles la bienvenida como conciudadanos, iguales y hermanos", así como a "conceder a los negros hasta ahora mantenidos en la servidumbre, junto con los libertos, los mismos derechos políticos". Sin embargo, para asegurar que "no caigan en una servidumbre peor que la de su procedencia", se necesitaban reformas que "también les otorgaran tierras y propiedad" y "proporcionaran posesiones a los trabajadores asalariados [de ambas razas] y organizaran, junto a las garantías políticas, un sistema de garantías económicas". Porque "el principio de la igualdad ante la ley debe tener como corolario, 1) el principio de la igualdad de las razas, 2) el principio de la igualdad de las condiciones, 3) el de la cada vez más cercana, aunque nunca alcanzada, igualdad de las fortunas"[98]:

Dos cosas habrían sido necesarias, de común acuerdo y con una voluntad enérgica, para salvar la Unión: 1) liberar a los negros y darles la ciudadanía, que los Estados del Norte sólo concedían a medias y que los del Sur no querían en absoluto; 2) luchar enérgicamente contra el crecimiento del proletariado, que no entraba en los planes de nadie[99].

Si esto no se hacía, entonces "es evidente que la servidumbre de los negros sólo cambiará de forma", ya que ahora se unirían al proletariado blanco a merced de la clase capitalista. Proudhon se burló del liberalismo que "aplaude la conversión de la esclavitud de los negros en proletariado" ya que "no apoya la esclavitud, ¡claro!... pero se acomoda maravillosamente a la explotación más descarada". No puede ver que la clase dominante del Norte estaba luchando por intereses económicos enraizados en "el frío cálculo" de que "es más ventajoso para el capitalista" utilizar trabajadores libres, que se mantienen con sus salarios, que trabajadores esclavizados que dan más problemas que los asalariados y producen proporcionalmente menos beneficios independientemente de [los costes de] su subsistencia"[100].

Si bien esto cae en la falacia perfeccionista, se apoya en un análisis que Schapiro niega que tuviera Proudhon, una oposición a las relaciones sociales dentro de la producción bajo el capitalismo:

Pero sería ingenuo pensar que es sólo la institución peculiar de la esclavitud lo que Proudhon detesta. También encuentra en el Norte el principio de la desigualdad y la distinción de clases. Si critica a los dos bandos de la guerra, es porque el principio federativo es incompatible con la desigualdad, ya sea la variedad agraria de amo y esclavo o la versión moderna de capital y trabajo [...]

Proudhon no creía realmente que el bando de la Unión emancipase al negro, sino que se fijaba en la deportación como solución al problema. La unión sólo podría salvarse con la liberación de los negros, concediéndoles la plena ciudadanía, y con la determinación de detener el crecimiento del proletariado. Porque ¿qué ganan los antiguos esclavos, si la emancipación significa que se convertirán en miembros del proletariado? Señala que la situación en Rusia tras la emancipación de los siervos (1861) es análoga. Los siervos liberados sin tierra estarían indefensos. Las garantías económicas deben desarrollarse junto a las políticas[101].

Esta oposición a ambas partes está muy lejos del relato de Schapiro. Sin embargo, se puede criticar porque "Proudhon sugiere que no se habrá ganado nada si los negros fueran liberados sólo para convertirse en asalariados, como si la condición de asalariado no estuviera más cerca de la realización de la autonomía personal que la condición de esclavo bien tratado. "[102] Aunque sin duda minimiza los horrores específicos de la esclavitud, Proudhon (dada su oposición a la violencia y a la guerra) no tenía muchas opciones, ya que no podía llamar a las revueltas de los esclavos, como hizo su contemporáneo Joseph Déjacque, que señaló el ejemplo del abolicionista John Brown[103]. Dos cosas habrían sido necesarias, de común acuerdo y con una voluntad enérgica, para salvar la Unión: 1) liberar a los negros y darles la ciudadanía, que los Estados del Norte sólo concedían a medias y que los del Sur no querían en absoluto; 2) luchar enérgicamente contra el crecimiento del proletariado, que no entraba en los planes de nadie[99].

Si esto no se hacía, entonces "es evidente que la servidumbre de los negros sólo cambiará de forma", ya que ahora se unirían al proletariado blanco a merced de la clase capitalista. Proudhon se burló del liberalismo que "aplaude la conversión de la esclavitud de los negros en proletariado" ya que "no apoya la esclavitud, ¡claro!... pero se acomoda maravillosamente a la explotación más descarada". No puede ver que la clase dominante del Norte estaba luchando por intereses económicos enraizados en "el frío cálculo" de que "es más ventajoso para el capitalista" utilizar trabajadores libres, que se mantienen con sus salarios, que trabajadores esclavizados que dan más problemas que los asalariados y producen proporcionalmente menos beneficios independientemente de [los costes de] su subsistencia"[100].

Si bien esto cae en la falacia perfeccionista, se apoya en un análisis que Schapiro niega que tuviera Proudhon, una oposición a las relaciones sociales dentro de la producción bajo el capitalismo:

Pero sería ingenuo pensar que es sólo la institución peculiar de la esclavitud lo que Proudhon detesta. También encuentra en el Norte el principio de la desigualdad y la distinción de clases. Si critica a los dos bandos de la guerra, es porque el principio federativo es incompatible con la desigualdad, ya sea la variedad agraria de amo y esclavo o la versión moderna de capital y trabajo [...]

Proudhon no creía realmente que el bando de la Unión emancipase al negro, sino que se fijaba en la deportación como solución al problema. La unión sólo podría salvarse con la liberación de los negros, concediéndoles la plena ciudadanía, y con la determinación de detener el crecimiento del proletariado. Porque ¿qué ganan los antiguos esclavos, si la emancipación significa que se convertirán en miembros del proletariado? Señala que la situación en Rusia tras la emancipación de los siervos (1861) es análoga. Los siervos liberados sin tierra estarían indefensos. Las garantías económicas deben desarrollarse junto a las políticas[101].

Esta oposición a ambas partes está muy lejos del relato de Schapiro. Sin embargo, se puede criticar porque "Proudhon sugiere que no se habrá ganado nada si los negros fueran liberados sólo para convertirse en asalariados, como si la condición de asalariado no estuviera más cerca de la realización de la autonomía personal que la condición de esclavo bien tratado. "[102] Aunque sin duda minimiza los horrores específicos de la esclavitud, Proudhon (dada su oposición a la violencia y a la guerra) no tenía muchas opciones, ya que no podía llamar a las revueltas de los esclavos, como hizo su contemporáneo Joseph Déjacque, que señaló el ejemplo del abolicionista John Brown[103].

Sin embargo, el análisis de Proudhon era astuto, dado el destino de los esclavos recién liberados. En lugar de proporcionarles los recursos para trabajar por sí mismos, fueron arrojados, como temía Proudhon, al proletariado. Esto, como argumentó con razón un periódico negro contemporáneo, significó que los "esclavos fueron convertidos en siervos y encadenados a la tierra... Tal fue la presumida libertad adquirida por el hombre de color a manos de los yanquis"[104] El fracaso después de la guerra para proporcionar una base económica sólida a los esclavos liberados se considera ahora una causa del fracaso de la Reconstrucción y W.E.B. DuBois captó bien ese fracaso en 1935: "El esclavo fue libre; estuvo un breve momento bajo el sol; luego volvió a la esclavitud"[105].

Sin embargo, el análisis de Proudhon era astuto, dado el destino de los esclavos recién liberados. En lugar de proporcionarles los recursos necesarios para trabajar por sí mismos, fueron arrojados, como temía Proudhon, al proletariado. Esto, como argumentó con razón un periódico negro contemporáneo, significó que los "esclavos fueron convertidos en siervos y encadenados a la tierra... Tal fue la presumida libertad adquirida por el hombre de color a manos de los yanquis"[104] El fracaso después de la guerra para proporcionar una base económica sólida a los esclavos liberados se considera ahora una causa del fracaso de la Reconstrucción y W.E.B. DuBois captó bien ese fracaso en 1935: "El esclavo se liberó; estuvo un breve momento bajo el sol; luego volvió a la esclavitud"[105].

En lugar de favorecer al Sur, Proudhon se opuso a ambos bandos, ya que "sólo luchaban por el tipo de servidumbre" y, por tanto, debían "ser declarados igualmente blasfemos y renegados del principio federativo, y rechazados por [otras] naciones"[106] Aunque las posturas de Proudhon sobre la esclavitud de los negros, la raza y la Guerra Civil estadounidense tienen sus problemas y pueden, y deben, ser criticadas, el método preferido de Schapiro, la invención y la omisión, no debe desempeñar ningún papel en ello.

Sobre los legados

Durante su vida, Proudhon fue considerado, con razón, un hombre de izquierdas y demonizado por la derecha. Esto cambió, como relata Schapiro, unos 50 años después de su muerte gracias a las actividades de los neorrealistas franceses antes de la Primera Guerra Mundial, cuando sectores de la derecha celebraron ciertos aspectos de las ideas de Proudhon. De ahí al fascismo, señalando Schapiro que tres fascistas reivindicaron a Proudhon como precursor intelectual. (363-4, 368-9)

Sin embargo, esta apreciación de la derecha fue tan selectiva como el propio relato de Schapiro y, como tal, puede ser desestimada. Como señaló el anarquista individualista Benjamin R. Tucker con respecto a los neorrealistas, "uno de los métodos de propaganda practicados por estos agitadores es el intento de inscribir entre sus apóstoles a todos los grandes muertos que, si estuvieran vivos, mirarían con desprecio sus formas y obras. Todos los grandes escritores que han criticado la democracia y que, estando en su tumba, no pueden entrar en la protesta, son inscritos como monárquicos, nacionalistas y antidreyfusards". Sin embargo, "no hay que deducir que, porque Proudhon destruyera la teoría del contrato social de Rousseau, no creyera en la conveniencia de un contrato social, o que defendiera a un monarca para exigirle un juramento de fidelidad. [Todo esto, sin embargo, se oculta cuidadosamente" mientras el grupo "ignora por completo las declaraciones afirmativas de su héroe robado"[107].

Que los ideólogos reaccionarios (ya sea Action française o los nazis) trataran de atraer a los socialistas a la derecha tratando de apropiarse del legado de los socialistas muertos hace tiempo no es ninguna sorpresa. Que los autoproclamados antifascistas repitan incuestionablemente sus afirmaciones y, lo que es peor, sus técnicas, sí lo es. Sin embargo, el hecho es que Proudhon expresó algunas cosas horribles a veces. Pocos pensadores son completamente coherentes, y las incoherencias más flagrantes de Proudhon fueron el sexismo y el antisemitismo que Schapiro señala con razón.

Sin embargo, la defensa del patriarcado por parte de Proudhon no cuadra con su defensa de la anarquía y su afirmación de que "la revolución social es la negación de toda jerarquía, política y económica"[108]. En esto, lamentablemente, no se elevó por encima de las ideas y actitudes dominantes de su tiempo como lo hizo en otras áreas (Kropotkin desestimó sus escritos sobre la mujer como algo "con lo que la mayoría de los escritores modernos, por supuesto, no estarán de acuerdo"[109]). Schapiro atribuye el antifeminismo de Proudhon a su condición de belicista, pero como no era militarista, sus raíces reflejan su bagaje cultural (361). (361) Sin embargo, Schapiro criticó con razón el antifeminismo de Proudhon, pero, a diferencia de sus primeros críticos sobre esta cuestión, como Joseph Déjacque y André Léo, no observó la evidente contradicción entre este aspecto de sus ideas y su asociacionismo (quizás porque Schapiro no lo discute con precisión). Estos críticos utilizaron las ideas centrales de Proudhon en su contra y defendieron la asociación en el seno de la familia como en cualquier otro lugar. 

Déjacque proclamó a Proudhon "liberal y no LIBERTARIO, quieres el libre comercio del algodón y de las velas y propugnas sistemas proteccionistas del hombre contra la mujer en la circulación de las pasiones humanas; clamas contra los altos barones del capital y quieres reconstruir la alta baronía del varón sobre la mujer vasalla". Era "comprensible" y "revolucionario" poner la cuestión de la emancipación de la mujer en línea con la cuestión de la emancipación del proletario"[110] Léo, desafiando a los seguidores de Proudhon después de su muerte, subrayó la contradicción evidente:

Estos supuestos amantes de la libertad, si no pueden participar todos en la dirección del Estado, al menos podrán tener un pequeño reino para su uso personal, cada uno en su casa. Cuando pusimos la pólvora a derecho divino, no era para que cada varón (al estilo proudhoniano) tuviera una pieza. El orden en la familia sin jerarquía les parece imposible. - Entonces, ¿y en el Estado?[111].

Tampoco pensaba que esta posición anulara sus otras ideas y exigía coherencia aplicando las ideas asociacionistas en el hogar.

Luego está su antisemitismo, el otro fanatismo en el que Schapiro acierta. Sin embargo, esto no es la prueba del fascismo que Schapiro pretende, ya que es anterior al fascismo en siglos y no todos los movimientos o regímenes fascistas lo expresaron. Mientras que el nazismo lo hizo, el fascismo italiano (inicialmente) y austriaco no lo hizo (de hecho, notables judíos italianos fueron fascistas de alto nivel hasta finales de la década de 1930). Unos pocos comentarios antisemitas de pasada en cartas privadas y en obras publicadas muestran lo central que era para las ideas de Proudhon. De hecho, el lector de sus obras más importantes no se daría cuenta de que Proudhon era antisemita, un hecho incómodo que Schapiro hace todo lo posible por ocultar.

Así pues, aunque sería posible recorrer los miles de páginas de los 26 volúmenes de las Oeuvres completes de Proudhon (en la edición de Lacriox), los 8 volúmenes de sus Oeuvres posthumes, los 14 volúmenes de la correspondencia y los cuatro volúmenes de sus Carnets para extraer todos los comentarios antisemitas y crear así un pequeño panfleto, se conseguiría muy poco más que ahorrarle tiempo y esfuerzo a un neonazi. El antisemitismo de Proudhon era un fanatismo personal, reflejo de su cultura y de su tiempo, que no desempeñaba ningún papel en su política, mientras que él planteaba regularmente ideas que se elevaban por encima de ella:

Ya no habrá nacionalidad, ni patria, en el sentido político de las palabras: sólo significarán lugares de nacimiento. Cualquiera que sea la raza o el color de un hombre, es realmente un nativo del universo; tiene derechos de ciudadano en todas partes[112].

Lo mejor de Proudhon puede servir para criticar lo peor, y no hay que olvidar que se pueden leer casi todos los escritos de Proudhon (publicados, inéditos y privados) sin encontrar una sola expresión antisemita.

Así que cualquier neonazi que busque inspiración en las obras de Proudhon después de leer a Schapiro se sentirá engañado. Incluso aquellos que defienden de boquilla las comunidades étnicamente puras descentralizadas se sentirían horrorizados por la defensa de Proudhon de la igualdad y la mezcla racial, su oposición a la expulsión de los negros de América, así como a lo que se conoció como segregación. Sus pocos y dispersos comentarios antisemitas no servirían de consuelo.

Conclusiones

Los artículos sobre Proudhon suelen decirnos más sobre los autores y sus impulsos políticos que sobre su tema. En lugar de tomarse el tiempo necesario para comprender a Proudhon y la época que dio forma a sus opiniones, los comentaristas han tendido a despreciarlo y a proclamar sus ideas como contradictorias. Esto, a su vez, hace que sea fácil tratar las contradicciones e incoherencias del argumento de Schapiro sobre las supuestas tendencias fascistas de Proudhon como si fueran de Proudhon en su lugar. Del mismo modo, aunque algunos pueden señalar estas interpretaciones tan diferentes como muestra de la tan afirmada naturaleza intrínsecamente contradictoria de sus ideas, en realidad algunas interpretaciones son simplemente débiles o sin fundamento: Que Proudhon se reivindique como anarquista y como fascista no refleja más que la calidad y la precisión de las interpretaciones a las que se somete.

Un compromiso hostil con un pensador puede ser productivo y arrojar luz sobre el tema, uno también impulsado por la mala fe es contraproducente y engañoso. Como se ha demostrado, el relato de Schapiro sobre las ideas de Proudhon fue un esfuerzo de este tipo, expresado mediante la invención, la cita selectiva, la traducción errónea y la omisión. Claramente opinaba que el contexto -ya sea en términos de sociedad más amplia, cronología, textos citados u otras obras relevantes de Proudhon- es una carga tanto para el escritor como para el lector. Es el propio Schapiro quien creó los "matices siniestros que rondan sus páginas y de los que el lector actual se da cuenta" (336) y Chiaromonte tenía razón al argumentar que Schapiro había ido más allá de la "incomprensión y la falta de simpatía" para ser "inexcusablemente taimado, y debería saberlo mucho mejor"[113].

Sin embargo, sin ser defendido como lo fue Schapiro por Draper, el artículo de Chiaromonte ha sido lamentablemente olvidado. De hecho, en la década de 1980 Draper se sintió capaz de proclamar que "el estudio básico de la ideología autoritaria de Proudhon fue publicado por el historiador liberal J. Salwyn Schapiro [. . .] Después de cuatro décadas, nadie ha intentado siquiera refutarlo"[114] Aunque fue incisivo, Chiaromonte no mostró las profundidades a las que Schapiro llegó al retorcer las ideas de Proudhon para que encajaran en su tesis. Así que la razón principal de la posterior falta de compromiso con el "estudio básico" de Schapiro fue que nadie familiarizado con las ideas de Proudhon lo tomaría en serio y, además, apreciaría el gran trabajo que llevaría desacreditar sistemáticamente sus muchas distorsiones e invenciones.

En resumen, la mala fe y el estar espectacularmente equivocado tiene sus ventajas, sobre todo cuando se trata de discutir las ideas de un pensador cuyas ideas son relevantes y desconocidas fuera de su lengua materna. Esto no significa que las ideas de Proudhon estén de alguna manera por encima de la crítica. Draper, por ejemplo, tenía razón al criticar y burlarse de sus repulsivas y patéticas defensas del patriarcado, pero no es de extrañar que se equivocara al tratar de presentarlas como coherentes con el anarquismo en lugar de -como argumentó acertadamente Joseph Déjacque- estar en contradicción con él. Dada la influencia de Draper en la izquierda trotskista, esto hace que desacreditar a Schapiro sea relevante para todos los libertarios.

Lo mejor que se puede decir del trabajo de Schapiro es que se basa en una descontestación implícita de los conceptos que discute. Palabras como democracia, socialismo, república, asociación, etc., no tienen las definiciones únicas (burguesas) que él supone. Para Schapiro, la democracia es el Estado democrático y el socialismo es el socialismo de Estado, y cualquiera que los critique se opone tanto a la democracia como al socialismo -incluso si, como Proudhon, subrayan constantemente que son demócratas y socialistas al tiempo que defienden las formas libertarias de éstos frente a las autoritarias. Como dijo Proudhon en 1863

Quien dice república, dice federación, o no dice nada;

Quien dice socialismo, dice federación, o no dice nada[115].

Una vez comprendido esto, se entiende la confusión que Louis Blanc, por ejemplo, sentía respecto a las ideas de Proudhon, ya que éste era un jacobino que deseaba una República centralizada, unitaria, "Una e Indivisible", y un socialista que deseaba una economía centralizada, estatal y no de mercado. Alguien como Proudhon, que defendía una república basada en el federalismo socioeconómico, así como un socialismo basado en el control de los trabajadores dentro de una economía de mercado de campesinos, artesanos y asociaciones de trabajadores, obviamente le desconcertaría, ya que iba en contra de sus supuestos de lo que significaba la Democracia Socialista. Del mismo modo, Proudhon señaló que ciertas ideas no lograrían sus objetivos declarados. En lugar de la soberanía popular, la democracia estatista daría poder a unos pocos políticos y burócratas; en lugar de acabar con la explotación, el socialismo estatista cambiaría al explotador del patrón por el burócrata. Más que mostrar la oposición de Proudhon al socialismo o a la democracia, muestra su oposición a formas muy específicas de ambos y, en esto, los últimos anarquistas como Bakunin, Kropotkin y Tucker le siguieron.

Una vez que se comprende el alcance de la mala fe de Schapiro, entonces -a pesar de todos sus defectos- se puede ver a Proudhon como lo que es: el precursor del anarquismo.

Notas

[1] Pierre-Joseph Proudhon, "¿Qué es la propiedad?", ¡La propiedad es un robo! A Pierre-Joseph Proudhon Anthology (Oakland/Edinburgh: AK Press, 2011), Iain McKay (ed.), 133.

[2] J. Salwyn Schapiro, "Pierre Joseph Proudhon, Harbinger of Fascism", The American Historical Review 50: 4 (julio de 1945).

[3] J. Salwyn Schapiro, Liberalism and the Challenge of Fascism: Social Forces in England 1815-1870 (Nueva York: McGraw-Hill Book Company, 1949).

[4] E.H. Carr, "Proudhon: Robinson Crusoe of Socialism", Studies in Revolution (Londres: Macmillan, 1950), 40.

[5] George Lichtheim, The Origins of Socialism (Nueva York: Frederick A. Praeger, 1969), 86; Paul Thomas, Karl Marx and the anarchists (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1980), 186.

[6] Las dos almas del socialismo, (Berkeley: Comité Socialista Independiente, 1966), 10-11. Añadió sus propias citas (no referenciadas) a la mezcla: "Para Proudhon, véase el capítulo de la obra de J.S. Schapiro Liberalism and the Challenge of Fascism, y los Carnets de Proudhon". (27) Muy reeditado, este panfleto fue incluido en una colección de sus escritos titulada Socialism From Below (Alameda: Center for Socialist History, 2001).

[7] David McNally, Socialism from Below: The History of an Idea (Chicago: Organización Socialista Internacional, 1984).

[8] Alan Johnson, "Democratic Marxism: The Legacy of Hal Draper", Marxism, the Millennium and Beyond (Nueva York: Palgrave, 2000), Mark Cowling y Paul Reynolds (eds.), 202.

[9] Nicola Chiaromonte, "Pierre-Joseph Proudhon: un pensador incómodo", Política (enero de 1946).

[10] Robert L. Hoffman, Revolutionary Justice: The Social and Political Theory of P.-J. Proudhon (Chicago: University of Illinois Press, 1972), 204.

[11] Steven K. Vincent, Pierre-Joseph Proudhon and the Rise of French Republican Socialism [Oxford: Oxford University Press, 1984), 234.

[12] Alex Prichard, Justice, Order and Anarchy: The International Political Theory of Pierre-Joseph Proudhon (Londres: Routledge, 2013), 171.

[13] Schapiro extrae la mayor parte de la correspondencia de Proudhon (22 referencias), seguida de La Révolution sociale démontrée par le coup d'État du 2 décembre (14 referencias), por lo que es poco representativa de sus escritos.

[14] Correspondance de P.-J. Proudhon (París: Lacroix, 1875) XI: 196.

[15] Correspondance XI: 197.

[16] Correspondance XI: 197.

[17] "La Guerre et la paix", Oeuvres complètes (París: Rivière, 1927) VI: 506.

[18] "Si los tratados de 1815 han dejado de existir: actas del futuro congreso", Oeuvres complètes (París: Rivière, 1952) XIII: 417, 412, 426-7.

[19] Véase también la discusión de Prichard sobre las opiniones de Proudhon sobre Polonia (59-64). Tampoco explica Schapiro por qué un protofascista se opondría al nacionalismo ni por qué trataría de federalizar todas las naciones, incluida Francia (Prichard, 57-8).

[20] Correspondance XI: 198.

[21] Arthur Desjardins, P.-J. Proudhon: sa vie, ses œuvres, sa doctrine (París: Perrin, 1896). Hay que señalar que en las páginas a las que hace referencia Schapiro (II: 214 ss.), Desjardins no duda de que Proudhon era anarquista y vincula sus ideas sobre el federalismo con anarquistas posteriores como Bakunin, Reclus y Kropotkin, así como con la Comuna de París.

[22] "La justicia en la revolución y en la Iglesia", ¡La propiedad es un robo!, 676-7. También hay que tener en cuenta que, inmediatamente antes, Proudhon descartó de plano la dictadura (676).

[23] "Les confessions d'un révolutionnaire pour servir à l'histoire de la révolution de février", Oeuvres complètes (París: Rivière, 1929) VII: 185.

[24] "Solución al problema social", ¡La propiedad es un robo!, 278, 267, 280.

[25] "Solución al problema social", 273; véase también "Manifiesto electoral de Le Peuple", ¡La propiedad es un robo!, 379.

[26] "Les démocrates assermentés et les réfractaires", Oeuvres complètes XIII: 84.

[27] Système des contradictions économiques ou Philosophie de la misère (París: Guillaumin, 1846) I: 357.

[28] "Les démocrates assermentés", 86.

[29] "La Révolution sociale démontrée par le coup d'État du 2 décembre", Oeuvres complètes (París: Rivière, 1936) IX: 135.

[30] "Du Principe Fédératif et de la nécessité de reconstituer le parti de la révolution", Oeuvres complètes (París: Rivière, 1959) XV: 544, 545-6, 318. Véase también "La capacidad política de las clases trabajadoras", ¡La propiedad es un robo!, 760-1.

[31] Aaron Noland, "Proudhon y Rousseau", Revista de Historia de las Ideas, vol. 28, nº 1 (enero-marzo de 1967), 51, 54.

[32] "Mélanges: Articles de Journaux 1848-1852 III", Œuvres complètes de P.-J. Proudhon (París: Lacroix, 1871) XIX: 32.

[33] "La Révolution sociale", 112.

[34] "La Révolution sociale", 215.

[35] "La Révolution sociale", 202, 287.

[36] William H. George, "Proudhon y el federalismo económico", Journal of Political Economy 30: 4 (agosto de 1922), 537.

[37] "La Révolution sociale", 266.

[38] En cuanto al primero, la "organización de las sociedades populares era el eje de la democracia, la piedra angular del orden republicano" ya que "bajo el nombre de clubes, o cualquier otro que se quiera utilizar, se trata de la organización del sufragio universal en todas sus formas, de la estructura misma de la Democracia". ("Confesiones de un revolucionario", ¡La propiedad es un robo!, 407, 461).

[39] "El decimoctavo brumario de Luis Bonaparte", Obras Completas de Marx-Engels (Londres: Lawrence and Wishart, 1979) XI: 187.

[40] "La Révolution sociale", 294.

[41] "La Révolution sociale", 170-1, 269, 258, 274.

[42] "La Guerre et la paix", 293. En esta obra, Proudhon también se cuenta entre los "republicanos y socialistas de 1848" y se describe a sí mismo "como demócrata". (6, 10)

[43] "La Révolution sociale", 268, 266.

[44] "¡La propiedad es un robo!", 397, 475, 381.

[45] "La Révolution sociale", 258, 274.

[46] Alan Ritter, The Political Thought of Pierre-Joseph Proudhon (Princeton: Princeton University Press, 1969), 188-9.

[47] John Ehrenberg, Proudhon y su época (Amherst, Nueva York: Humanity Books, 1996), 129.

[48] "La Révolution sociale", 113. Para que no se nos olvide, él había hecho la misma demanda a la Asamblea Nacional en 1848 y recibió una respuesta similar.

[49] "La Constitución y la Presidencia", ¡La propiedad es un robo!, 370.

[50] Franz Neumann, Behemoth: the structure and practice of national socialism 1933-1944 (Nueva York: Oxford University Press, 1942), 320-1.

[51] Système des contradictions économiques II: 396.

[52] "Sistema de contradicciones económicas", ¡La propiedad es un robo!, 205. Proudon retomó las perspectivas "desde abajo" y "desde arriba", que Draper utilizó sin reconocerlo, en Confesiones de un revolucionario (¡La propiedad es un robo!, 398-9).

[53] Les Confessions, 200.

[54] "Mélanges: Articles de Journaux 1848-1852 III", Œuvres complètes de P.-J. Proudhon (París: Lacroix, 1871) XIX: 118.

[55] "Los miembros de una comunidad, es cierto, no tienen propiedad privada; pero la comunidad es propietaria, y propietaria no sólo de los bienes, sino de las personas y de las voluntades." (Proudhon, "¿Qué es la propiedad?", ¡La propiedad es un robo!, 131)

[56] "Discurso a la Asamblea Nacional Constituyente", ¡La propiedad es un robo!, 349, 345.

[57] "¿Qué es la propiedad?", ¡La propiedad es un robo!, 136, 130 (aunque "comunidad" se traduce como "comunismo").

[58] Iain McKay, "Proudhon, la propiedad y la posesión", Anarcho-Syndicalist Review 66 (invierno 2016), 26-29.

[59] Proudhon tampoco utiliza el término troisième forme de société en la página a la que hace referencia Schapiro. No puede ser una coincidencia que "Tercer Reich" pueda ser, con suficiente perseverancia, traducido como troisième monde.

[60] "Sistema de contradicciones económicas", ¡La propiedad es un robo!, 202.

[61] Extractos de todas estas obras, incluidas las secciones pertinentes sobre las asociaciones de trabajadores, se incluyen en ¡La propiedad es un robo!

[62] "Manual del especulador bursátil", La propiedad es un robo, 610.

[63] Vincent, 140-165.

[64] Daniel Guérin, "De Proudhon a Bakunin", The Radical Papers (Montreal: Black Rose, 1987), Dimitrios I. Roussopoulos (ed.), 32; Daniel Guérin, Anarchism: From Theory to Practice (Nueva York/Londres: Monthly Review Press, 1970), 44-9.

[65] "Manifiesto electoral de Le Peuple", ¡La propiedad es un robo!, 377-8.

[66] "Carta a Louis Blanc", La propiedad es un robo, 296-7.

[67] Estos artículos están incluidos en Oeuvres complètes (París: Rivière, 1923) II junto con "Idée générale de la Révolution au dix-neuvième siècle". Algunos de estos artículos figuran en ¡La propiedad es un robo! ("Resistencia a la Revolución", "Carta a Pierre Leroux" y "En relación con Louis Blanc") mientras que otro ha sido publicado en otro lugar: "A propósito de Louis Blanc: La utilidad actual y la posibilidad futura del Estado", Revista Anarcosindicalista 66 (invierno 2016).

[68] Ehrenberg, 116.

[69] Peter Kropotkin, La ciencia moderna y la anarquía(Chico/Edimburgo: AK Press, 2018), 205; Véase también, 227.

[70] Iain McKay, "El valor constituido de Proudhon y el mito de las notas de trabajo", Anarchist Studies 25: 1 (verano de 2017).

[71] Para buenas introducciones a este libro y sus principales temas, véase Prichard (2013).

[72] "La Guerre et la paix", 49.

[73] Correspondance de P.-J. Proudhon (París: Lacroix, 1875) XI: 118-9.

[74] "La Guerre et la paix", 326, 465.

[75] "La Guerre et la paix", 477, 485, 498, 487.

[76] "La Guerre et la paix", 508, 507, 503, 506, 540.

[77] "Idea general de la revolución", ¡La propiedad es un robo!, 592.

[78] "El principio federativo", ¡La propiedad es un robo!, 719.

[79] New York Times, 2 de septiembre de 1861.

[80] Bart de Ligt, The conquest of violence: an essay on war and revolution (Londres: G. Routledge & Sons, 1937), 76.

[81] Prichard; 132-3; George Woodcock, Pierre-Joseph Proudhon: A Biography (Montreal: Black Rose: 1987), 233-5; Hoffman, 262-6; Ehrenberg, 143-5.

[82] Erik van Ree, "Marx and Engels's theory of history: making sense of the race factor", Journal of Political Ideologies, vol. 24 nº 1, 66, 67.

[83] Roman Rosdolsky, "Engels y los pueblos 'no históricos': La cuestión nacional en la revolución de 1848", Crítica: Journal of Socialist Theory 18/19 (1986). Esto proporciona una excelente visión general, aunque Rosdolsky intenta restar importancia a los aspectos de limpieza étnica de los artículos de Engels.

[84] John Stuart Mill, "Considerations on Representative Government", The Collected Works of John Stuart Mill (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1977) XIX: 418-9, 549.

[85] "On Liberty", The Collected Works of John Stuart Mill (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1977) XVIII: 224.

[86] John Stuart Mill, "A Few Words on Non-Intervention", The Collected Works of John Stuart Mill (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1984) XXI: 118.

[87] Schapiro relata desapasionadamente a Mill expresando puntos de vista que son acaloradamente denunciados como protofascistas cuando Proudhon los pronuncia. No se explica por qué nociones similares provocan respuestas diferentes cuando se escriben en francés y no en inglés.

[88] Don Habibi, "The Moral Dimensions of J. S. Mill's Colonialism", Journal of Social Philosophy 30: 1 (primavera de 1999); Beate Jahn, "Barbarian Thoughts: Imperialism in the Philosophy of John Stuart Mill", Review of International Studies 31: 3 (julio de 2005).

[89] "La Guerre et la paix", 179.

[90] "La Guerre et la paix", 167.

[91] "La Guerre et la paix", 179.

[92] "La Guerre et la paix", 178.

[93] "La Guerre et la paix", 179-80.

[94] "El principio de federación", ¡La propiedad es un robo!, 698-9.

[95] "El principio de federación", 699.

[96] Howard Zinn, capítulo 9, A People's History of the United States: 1492-Present (Nueva York: HarperCollins Books, 2003). Esto se refleja en las cartas de Proudhon en las que señalaba "el cuidado que tiene el Norte de no hablar de esclavos, y así conservar una parte de los Estados del Sur", mientras que el Sur exigía la "separación" para "mantener la esclavitud sin la cual pretenden no poder vivir". (Correspondance de P.-J. Proudhon [París: Lacroix, 1875] XII: 17, 80) Si los del Sur eran "esclavistas descarados", los del Norte son "explotadores hipócritas" y ambos comparten un "horror" a las razas diferentes expresado en que los primeros "explotan a los negros" y los segundos "exterminan a los pieles rojas". (Correspondance de P.-J. Proudhon [París: Lacroix, 1875] XIV: 277, 77-8)

[97] Phillip W. Magness y Sebastian N. Page, Colonization after Emancipation: Lincoln and the Movement for Black Resettlement(Columbia: University of Missouri Press, 2011).

[98] "Du Principe Fédératif", 538, 539-40, 542.

[99] "Du Principe Fédératif", 535.

[100] "Du Principe Fédératif", 536, 539-40.

[101] Ralph Nelson, "The Federal Idea in French Political Thought", Publius (verano 1975) 5: 3, 41

[102] Nelson, 43.

[¡103] Joseph Déjacque, "La Guerre Servile", À bas les chefs! Écrits libertaires (1847-1863) (París: La Fabrique, 2016), 186-191.

[104] Citado por Zinn, 196-7.

[105] W.E.B. DuBois, Black Reconstruction in America: Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860-1880 (New Brunswick: Transaction Publishers, 2013), 26.

[106] "Du Principe Fédératif", 541.

[107] Benjamin R. Tucker, "Lego et Penso: Proudhon and Royalism", The New Freewoman: An Individualist Review, vol. 1 nº 8 (10 de octubre de 1913), 156-7.

[108] "La Révolution sociale", 283.

[109] "Ética: Origen y desarrollo", Lucha directa contra el capital: A Peter Kropotkin Anthology(Edimburgo/Oakland/Baltimore: AK Press, 2014), Iain McKay (ed.), 218.

[110] Joseph Déjacque, "De l'être-humain mâle et femelle - Lettre à P.J. Proudhon", À bas les chefs!, 119, 118.

[111] André Léo, La Femme et les Mœurs : monarchie ou liberté (París: en la revista Le Droit des femmes, 1869), 128.

[112] "Idea general de la revolución en el siglo XIX", ¡La propiedad es un robo!, 597.

[113] Chiaromonte, 28.

[114] Hal Draper, Women and Class: Hacia un feminismo socialista(Alameda: Centro de Historia Socialista, 2011), 181-2.

[115] Proudhon, "Du Principe Fédératif", 383-4.

Traducido por Joya