La religion oprime, el Estado reprime

Artículo publicado en "Le Monde libertaire" el 28 de febrero de 2004. 

"Desde hace muchos años y recientemente, se han producido numerosos ataques al laicismo: la introducción del aprendizaje de "hechos religiosos" en la formación de los profesores, la formación de los profesores por parte de representantes religiosos, el acuerdo de la OMC y la descentralización, que favorecen el comunitarismo religioso y el etnicismo al vincularlos estrechamente.

La introducción del ejército en las escuelas, con, por ejemplo, el día del ciudadano obligatorio para las niñas y los niños, se inscribe también en el estilo republicano, donde el individuo es negado por el Estado, que hace valer sus funciones regias, es decir, controlar y oprimir.

El uso del velo, por otra parte, plantea la cuestión del libre albedrío: también plantea la cuestión de la emancipación de los individuos a través de la escuela y de lo que ésta puede aportar en forma de espíritu crítico y de perspectiva de la sociedad, ya que es en este contexto donde se ha desarrollado esta polémica. Y es precisamente en la escuela, en primer lugar, donde debe establecerse un verdadero trabajo pedagógico para comprender los verdaderos problemas sociales que esto genera (como la dominación masculina y el pensamiento único). Una nueva ley sólo reducirá el alcance de las libertades (¿no es ése el papel de la mayoría de las leyes?) y no resolverá los problemas que aplastan a las jóvenes a causa de la religión, que sigue buscando su cuota de poder sobre los individuos amordazando a una buena mitad de ellos, las mujeres. La escuela debe permitir a las personas construir una identidad individual liberándose de la camisa de fuerza de las identidades colectivas.

En concreto, se trata de plantear cuestiones relacionadas con la emancipación del individuo, tanto social como personalmente, para ofrecerle la posibilidad de desarrollarse culturalmente y no permitir lo contrario, la opresión de los individuos por la cultura, aquí bajo la falsa forma de la religión, con el fin de controlarlos mejor socialmente.

Los símbolos podrían considerarse meras baratijas si no estuvieran cargados de "significado sagrado". Mientras este "significado" sólo fuera una cuestión para el individuo, que se extasía con lo que no entiende, y al que se le ha dicho que es verdad, sólo podía ser una cuestión para él, a priori. Pero la imposición de estas mismas "verdades" a los demás es algo más: este algo más es la opresión, el derecho de control moral sobre la esfera privada. De este modo, el velo es un ataque a la propia identidad de la mujer, es la negación de la misma.

Algunas mujeres y niñas son ciertamente manipuladas, consientan o no, para expresar una "identidad" a través de signos "morales" tradicionales. Sirven sobre todo como chivos expiatorios para los nacionalistas (sea cual sea su etnia) que no soportan la presencia de la diferencia, y como cabras de sacrificio para los fundamentalistas (sea cual sea su religión). Por lo tanto, es difícil para una mujer joven construirse a sí misma en un mundo así.

Antes de reclamar una identidad, tiene que sopesar las consecuencias para sus hermanas e hijas. En este sentido, no podemos sino alegrarnos y solidarizarnos con las luchas de las mujeres y los hombres que son conscientes de la alienación que representan las religiones.

Sólo podemos animar a las mujeres y a las jóvenes a liberarse y a rebelarse, como hacen las que en sus países sufren la opresión en sus casas e incluso en su carne, contra la ley coránica y el marido todopoderoso, contra los chicos de ciertos barrios que expresan su mezquina dominación masculina perpetuando la estupidez satisfecha de la tradición y la religión. Nuestra solidaridad debe estar con las jóvenes que se levantan en sus barrios contra todo lo que se interpone a su libertad individual. Ninguna persona en su sano juicio puede soportar la opresión de la religión y/o del Estado para sí misma o para otros; un ataque a la libertad de uno es un ataque a la libertad de todos. Nuestro cuerpo y nuestros deseos sólo nos pertenecen a nosotros mismos y nunca serán propiedad de una religión o un estado. La libertad individual nos concierne a todos. "

Johan, grupo FA "Jes Futuro

FUENTE: Le Monde libertaire

Traducido por Jorge Joya